Uno de los aspectos clave de los reguladores es la inclusión de las competencias básicas como uno de los elementos principales del currículo, provocando un replanteamiento de los contenidos, con un enfoque global del aprendizaje, lo cual lleva a su vez a un cambio de la metodología docente para permitir que los alumnos puedan adquirir estas competencias en la totalidad de las áreas.
Cualquiera que esté familiarizado con el ajedrez, advierte enseguida que el estudio y la práctica del mismo va a incidir favorablemente en el desarrollo de varias de estas competencias.
Matemáticas
Una de las más evidentes sería las matemáticas, puesto que en realidad el ajedrez es una forma sofisticada de las matemáticas. Aritmética básica y geometría elemental pueden ser aprendidas y comprendidas mejor jugando ajedrez que estudiando cualquier libro.
Comunicación
Por extraño que parezca, también la partida de ajedrez es una forma de comunicación: aprendemos a respetar el turno de juego y “escuchar” a nuestro interlocutor. Las primeras derrotas nos enseñan que la jugada del rival, su pensamiento, merece ser tenido en cuenta.
Inteligencia emocional y social
Es en el desarrollo del carácter donde la práctica del ajedrez se muestra especialmente valiosa. Aprender a ganar y perder, a asumir la responsabilidad de los propios actos, a enfrentar solo los problemas, y a desarrollar soluciones autónomas, es algo que enlaza directamente con las competencias básicas definidas en la educación moderna.
Tratamiento de la información
Las técnicas de análisis, propias del ajedrez, son herramientas de utilidad contrastada a la hora de trabajar con una gran cantidad de información: procesamos gran cantidad de jugadas, valoraciones, planes, todo ello culminando en el acto de hacer una jugada.
Arte y Cultura
Con más de 1.500 años de rica historia, el valor cultural y artístico del ajedrez está fuera de toda duda, y ha sido utilizado en infinidad de ocasiones como metáfora en las más diversas artes y escenarios históricos.