El 1 de septiembre de 1939, tras un supuesto ataque a una antena de radio, Alemania invadió Polonia y dio comienzo al segundo y cruento evento bélico a nivel global del siglo XX.
Desde su llegada al poder en 1933, Adolf Hitler había violado las condiciones impuestas por el Tratado de Versalles promoviendo el rearme alemán, así como una política expansionista que seguía la línea más dura. Francia y Gran Bretaña, temiendo otra guerra, pasaron años consintiendo las adhesiones que Hitler hacía a su territorio en lo que se llamó “política de apaciguamiento”, confiando en que las ambiciones del Führer se vieran saciadas. Sin embargo, cada vez más convencidos de que el líder alemán no se detendría, ambos países firmaron un acuerdo de defensa mutua con Polonia y pusieron el límite de su paciencia en las fronteras del país eslavo.
Mientras tanto, Hitler había asegurado la neutralidad de la Unión Soviética mediante el pacto de no agresión germano-soviético (pacto Mólotov-Ribbentrop) de agosto de 1939. En este acuerdo firmado con el gobierno de Stalin, Ambas potencias prometían respetar sus fronteras y no comenzar hostilidades al tiempo que, en secreto, se repartían Polonia para las dos. Alemaia inició la Segunda Guerra Mundial cruzando la frontera polaca el 1 de septiembre de 1939 y Gran Bretaña y Francia respondieron declarándole la guerra el día 3 de septiembre. Así, en menos de 20 desde el final de “la guerra de todas las guerras”, los cañones rugieron una vez más sobre una Europa que todavía tenía profundas cicatrices tras la Primera Guerra Mundial.