En París, capital de Francia, hace 280 años, inició la vida de Donatien Alphonse François de Sade, mejor conocido por su título de Marqués de Sade.
Destacó por su obra errática, caracterizada por antihéroes y personajes y situaciones aberrantes con disertaciones que justifican su proceder, así como por sus tratados filosóficos prohibidos durante un periodo de tiempo considerabl.
El Marqués de Sade tuvo una vida de escándalos que lo persiguieron aún después de su muerte y que lo llevaron a vivir un periodo encarcelado.
La palabra sadismo viene de la obra y persona del Marqués y se refiere a cometer actos de crueldad hacia otra persona y sentirse excitado por eso.
El marqués de Sade escribió la mayor parte de sus obras en sus largos períodos de internamiento. En una de las primeras, el Diálogo entre un sacerdote y un moribundo (1782), manifestó su ateísmo. Posteriores son Los 120 días de Sodoma (1784), Los crímenes del amor (1788), Justine (1791) y Juliette (1798).
Calificadas de obscenas en su día, la descripción de distintos tipos de perversión sexual constituye su tema principal, aunque no el único: en cierto sentido, Sade puede considerarse un moralista que denuncia en sus trabajos la hipocresía de su época. Su obra fue reivindicada en el siglo XX por André Breton, Paul Éluard, Louis Aragon y otras figuras del surrealismo.