La situación actual es un período de gran crisis, y ante una situación de crisis, es necesario que una pyme mida adecuadamente cada una de sus inversiones y acciones para optimizar sus posibilidades de rentabilidad. Una pequeña empresa es frágil y esta situación obliga a adecuar su oferta si es necesario a las restricciones que impone el confinamiento, enfocando su energía en la fidelización del cliente, desarrollando el valor promedio y captando nuevos clientes. Una buena salud financiera es vital para hacer frente a esta compleja situación, por lo que debe concentrar sus esfuerzos en su oferta más rentable y en el desarrollo de sus clientes.
Una crisis también crea oportunidades. Escuchar los cambios en los patrones de consumo es importante para redefinir su negocio e identificar nuevas áreas de desarrollo. La pyme tiene que adaptarse y moverse rápido, más rápido que la competencia para marcar la diferencia y ganar protagonismo como actor que ha tenido esta capacidad de adaptación.
Las actividades digitales están funcionando bien, incluso muy bien en muchas áreas, y esto es algo que deben aprovechar las pymes y los autónomos. Comunicarse en un contexto de crisis siendo creativo, posicionándose como solución a las múltiples dificultades que genera la crisis será un eje a desarrollar. Hay que identificar los sectores que lo están haciendo bien para enfocar sobre ellos su estrategia comercial, con una oferta estudiada.