El Jardín Borda Lugar de Descanso

Cuernavaca tiene muchos bellos lugares que como estudiantes no apreciamos, los hemos visto siempre cuando vamos camino al trabajo, a la escuela, a eventos, fiestas y demás pero nunca nos hemos detenido a observar y darnos cuenta de los maravillosos lugares que tenemos y de su historia.

Jardín Borda es uno de mis lugares favoritos me gusta sentarme en la banquita de piedra que se encuentra al fondo y remontarme a la época colonial e imaginarme a personas con atuendos antiguos pasar caminando por el jardín, se me hacen tan fascinantes las fotos que se encuentran dentro del museo y ver el paso del tiempo sobre las cosas. Para invadirlos de mi entusiasmo les contaré un poco de la historia del lugar.

El Jardín Borda es nombrado así por José de la Borda el construyó este jardín por su padre que era minero y que sufría una enfermedad de los mineros, el lugar se hizo para descanso de su padre, lamentablemente su padre disfrutó de este recinto hermoso debido a que meses después murió, Don Manuel al poco tiempo decidió transformarlo en un jardín botánico, entonces se comenzaron a traer distintas plantas de muchos lugares y rápidamente esta flora se comenzó a adaptar al cálido y agradable clima de Cuernavaca.
Su arquitectura es muy variada tiene estilos versallesco, mudéjar y barroco italiano. Como la fuente Magna que se encuentra al final del jardín con elementos barrocos e italianos.

Maximiliano de Habsburgo y Carlota de Bélgica se enamoraron de este jardín paradisiaco. El emperador Maximiliano, fascinado por este lugar escribió una carta a su amiga la baronesa de Binzer, donde expresó su admiración y lo podemos observar en este fragmento encontrado:
El jardín de viejo estilo está atravesado por magníficas enramadas oscuras cubiertas de rosas siempre en flor. Innumerables fuentes, bajo las espesas copas de los naranjos y de los mangos seculares, refrescan el ambiente. Sobre la terraza que corre a lo largo de nuestros cuartos y que cubre el mirador, están nuestras cómodas hamacas y mientras pintados pajarillos nos cantan canciones, nos mecemos en nuestros sueños. Aquí en Cuernavaca hacemos por primera vez una verdadera vida tropical…

Don Guillermo Prieto narra en sus espléndidos artículos titulados “Un Paseo por Cuernavaca, 1845”, su fascinación por el Jardín Borda:
¡Cómo describir mis sensaciones, ni tomar el lente helado del botánico, para describir las variadas riquezas vegetales de este jardín…!el copudo arbusto del café, de fruto encendido y dulcísimo……el mango, cuya semilla como el pólipo efectúa la reproducción perfecta en cualquiera de sus partes…la alevosa hierba del chichicastle…
mameyes y zapotes de varias clases, viéndose en las aguas del estanque grande.

En 1951, Luis Cernuda, poeta español, visitó el Jardín Borda y escribió:
Al cruzar el cancel, aun antes de cruzarlo, desde la entrada al patio, ya sientes ese brinco, ese trémolo de la sangre, que te advierte de una simpatía que nace. Otra vez un rincón… Y este rincón es de los más hermosos que has visto… Qué desolación. Y al mismo tiempo, qué encanto viene de todo esto…
Si en alguna ocasión la idea de madurez excesiva te ha parecido menos triste, es aquí: en este lugar lo pasado, aunque en todo se deja sentir, sin quitarle gracia, le da hondura, lo penetra de sosiego…
Pasado y presente se reconcilian, se confunden, insidiosamente, para recrear un tiempo ya vivido…
Este aire que mueve las ramas es el mismo que otra vez, a esta hora, las moviera un día. Esta nostalgia no es tuya, sino de alguno que la sintió antaño en este sitio…

Es fascinante todo lo que podemos encontrar en nuestro estado tan solo es cuestión de dar un pasos, indagar, leer un poco y adentrarnos en sus maravillas.
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