En entrevista con La Jornada, quien fue ministro de Cultura en Cuba de 1997 a marzo de 2012 (cuando fue designado asesor de Raúl Castro) explica que la cultura debe ser entendida, siempre, ‘‘como un derecho de todos, no de las minorías”.
Sus palabras no son utopía, y para muestra están los hechos, añade: luego de casi seis décadas de asedio y bloqueo económico de Estados Unidos, la cultura en Cuba ha sido y aún es una de las principales estrategias para convertir a la isla caribeña en ejemplo para quienes aspiran a una sociedad más justa.
La vida cultural en la isla se mantiene intacta
De visita en México para participar en el cuarto Encuentro de Cubanos Residentes en América Latina y el Caribe, que se efectuó hace unos días, el autor de la novela El vuelo del gato (1999) considera que aun en estos tiempos, cuando las agresiones del gobierno de Donald Trump se han recrudecido ‘‘de una manera despiadada”, la vida cul-tural en la isla ‘‘se mantiene intacta, no sólo por sus sólidas raíces, sino porque desde el gobierno hay un respaldo firme. La cultura en mi país es una prioridad porque es el núcleo esencial de nuestra revolución.
Prieto habla de las acciones que sustentan la política cultural de Cuba: ‘‘el evento de mayor impacto masivo que tenemos es la Feria del Libro, que se inicia en La Habana y después se extiende por todas las provincias del país. Los libros se venden subvencionados para mantenerlos no como mercancía, sino como algo que enriquece la vida de las personas.
‘‘En un país se pueden hacer muchas reformas, urbanas, agrarias, pero si no se cambia la mentalidad de las personas, si no se cambia culturalmente al ciudadano, es muy probable que lo que se está construyendo sea frágil.
‘‘Fidel Castro insistía en que toda revolución es hija de la cultura y de las ideas, un pensamiento que viene desde José Martí, el cual está en los fundamentos mismos de la revolución cubana.”
Grandes triunfos, de la mano del pueblo
Abel Prieto estima que muchos de los ‘‘retrocesos” que vemos en América Latina, ‘‘donde se dio un giro hacia la derecha, tiene mucho que ver con que esos países no han logrado llegar a lo cultural, que es algo un poquito más amplio que lo ideológico o lo político. Es decir, no han conseguido que las personas comiencen a pensar en términos solidarios o de una democracia real, o sentirse realmente participando de las decisiones de un país.
‘‘En Cuba todo ello se logró en pocos años: crear una cultura nueva. En el mismo año de la revolución, 1959, se fundó el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos y la Casa de las Américas; al año siguiente se crearon la Escuela Nacional de Instructores de Arte, donde han estudiado los artistas cubanos más importantes que tenemos, y la Imprenta Nacional, cuyo primer libro no fue un manual de introducción revolucionaria o aquellos textos soviéticos que empobrecían y vulgarizaban el marxismo, sino que se hizo una edición del Quijote, con ilustraciones de Gustav Doré; se imprimieron 200 mil ejemplares y se vendieron en los estanquillos de periódicos, cuatro tomos por 25 centavos de peso cada uno.
‘‘En 1961, cuando ocurre la invasión a la Playa Girón y hay bandas de alzados financiados por la CIA, se inicia la campaña de alfabetización. Es decir, en momentos de enorme peligro, la revolución emprende una épica batalla contra la ignorancia y el analfabetismo, a través de una campaña que nunca se interrumpió. No se hizo con maestros con formación pedagógica, sino con jóvenes voluntarios, algunos adolescentes hasta de 13 años, miles de cubanos que fueron al campo, a los lugares más remotos del país, a los barrios marginales y lograron enseñar a leer y escribir a las personas más humildes, a los campesinos, al tiempo que ellos conocieron por primera vez zonas de Cuba. Fue una operación de doble aprendizaje que mostró uno de los rasgos principales de la revolución cubana: que las grandes acciones requieren de la participación de todos, nuestras grandes batallas se han ganado con la participación de la gente.
‘‘La participación es, junto con la lectura y la cultura, un componente esencial en la formación de un revolucionario, esa era la lógica de Fidel.”
En la Cuba actual, añade el escritor, ‘‘todas las generaciones que se encuentran activas han crecido bajo los efectos genocidas de la política estadunidense del bloqueo, que nos niega hasta lo más necesario para la fabricación de medicamentos. Ahora mismo nos están tratando de asfixiar evitando que tengamos energía eléctrica o combustibles. Tratan de paralizar el país, ha sido un asedio permanente.
‘‘Hemos logrado llevar el tema del bloqueo a la agenda de Naciones Unidas y en 27 ocasiones ha sido condenado por la abrumadora mayoría de los países en la Asamblea General de la ONU. El 7 y el 8 de noviembre se volverá a presentar la moción de Cuba de la necesidad de retirar el bloqueo.
‘‘Aun en esta situación, nos resulta estimulante que Estados Unidos no ha logrado que los índices de salud desciendan. La mortalidad infantil en Cuba el año pasado fue de 4 por cada mil nacidos vivos, similar al de países muy desarrollados, y la esperanza de vida es de 80 años para las mujeres y casi 79 para los hombres; eso porque tenemos un sistema de prevención increíble de vacunación. En todo el país hay hospitales públicos, así como un programa de Médico en tu Casa que funciona. La primera vacuna que existe contra el cáncer la hicieron científicos cubanos.’’
Educación universal y gratuita
‘‘La revolución logró lo que para muchos países hoy es una utopía: salud universal y gratuita, educación universal y gratuita’’, destaca Prieto. ‘‘Los yanquis, como se resignaron a no vencer a Fidel, esperaban ‘la solución biológica’ (su muerte), incluso pensaban en una intervención militar para impedir la sucesión de Castro. Todo ello fracasó. Hubo un traspaso no traumático de los puestos claves en el gobierno y el partido a las nuevas generaciones. Es así como el actual presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, insiste en que él no es relevo sino continuidad. Todo ello gracias al respaldo abrumador de la población, porque tenemos la obra que se ha hecho en términos culturales y científicos, y al tener siempre los oídos pegados a la tierra.
‘‘Todo ello gracias a la cultura de unirnos frente al enemigo común que quiere que Cuba retroceda a convertirse en una colonia envilecida. Esa es nuestra batalla permanente, porque también quieren manipular la historia, tienen mucho dinero para la subversión interna, y algunos que piensan con el bolsillo se meten a ese juego, pero es un grupito pagado que no tiene la menor influencia en la sociedad cubana.
‘‘Por eso, como decía Fidel: aun en los periodos más difíciles o de mayor escasez, la cultura es lo primero que hay que salvar, y no solo se refería al arte o a la literatura, sino a la identidad, a la unidad, a la tradición histórica de lucha del pueblo cubano, sobre todo a la memoria ante la actual tendencia reaccionaria de atacarla. Seguimos dando la batalla. La vida cultural en Cuba no sólo se mantiene, sino que ha crecido los últimos tiempos”, concluye.