El Pentágono desarrolla dispositivos wearable para soldados a fin de monitorear su salud y asistirlos en caso de alguna lesión en batalla.
“Pobre Bob”, dice Alexander Gruentzig, señalando un maniquí con el mango de un destornillador sobresaliendo de su hombro derecho. El fundador de la startup Legionarius, ubicada en el área de Boston, apuñaló a Bob para demostrar las habilidades de una camisa de uniforme de camuflaje que lleva puesta y que contiene una capa liviana de sensor desarrollada por su compañía. Tras la “herida”, La camisa inteligente envió una alerta a un teléfono inteligente táctico que muestra el área lastimada, los signos vitales de Bob y su ubicación. El objetivo, dice Gruentzig, es ayudar antes a los soldados heridos.
La camiseta inteligente de Legionarius está diseñada para detectar desgarros producidos por impactos de alta velocidad como disparos o metralla y enviar alertas al teléfono inteligente de un médico.
El uniforme inteligente, que Legionarius ha estado desarrollando con la ayuda del Comando de Operaciones Especiales de EU y aproximadamente 1.1 millones de dólares en fondos gubernamentales, es parte de una ola de trabajo en el Ejército estadounidense para desarrollar tecnología wearable para proteger a los soldados y medir mejor su condición física en tiempo real. Abarca desde los esfuerzos para aprovechar los relojes inteligentes tradicionales y otros dispositivos de acondicionamiento físico que registran el ejercicio hasta la investigación de vanguardia para manipular el cerebro a fin de mejorar el sueño y desarrollar un casco similar al de Iron Man que detectaría amenazas y activaría contramedidas para proteger contra conmociones cerebrales y ataques dirigidos de armas.
“Históricamente, el Ejército ha sido como ‘si quiero convertirte en un mejor soldado, te daré una mejor arma’”, dice Brandon Marcello, un fisiólogo deportivo que ha trabajado con equipos profesionales para mejorar el rendimiento. Actualmente participa en un programa del Comando de Futuros del Ejército de EU llamado Optimización del Sistema de Armas Humanas (OHWS, por sus siglas en inglés) que utiliza dispositivos wearable de seguimiento de la salud con los soldados.
Él también está liderando un proyecto respaldado por la Marina de 1.3 millones de dólares con sede en Rice para construir un casco futurista que se asemeja al de Iron Man, popularizado en las películas de Marvel protagonizadas por Robert Downey Jr., completo con una versión rudimentaria de su asistente de inteligencia artificial JARVIS que detectaría amenazas y desplegar protecciones activas.
Los ingenieros del proyecto están trabajando con la compañía unicornio Carbón, de impresión 3D, en California para desarrollar nuevos polímeros livianos para extruir un marco en forma de malla para el casco que se puede imprimir a medida para adaptarse a soldados individuales.
Planean incorporar diminutas cámaras planas sin lentes desarrolladas en Rice y otros sensores. El casco interpretaría los datos del sensor para advertir a los soldados de peligros fuera de su campo de visión, ya sea a través de hápticos o una pantalla de visualización frontal, y tomaría contramedidas. Cherukuri espera usar métodos que ayudó a desarrollar para manipular nanomateriales con campos eléctricos para contrarrestar las fuerzas de explosión y prevenir lesiones cerebrales traumáticas, así como para erigir un escudo electromagnético contra armas de energía dirigida, como las que se sospecha que están detrás del Síndrome de La Habana.
Han simulado una versión Mark 1 que es el doble del peso objetivo de tres libras. Cherukuri dice que entre las partes difíciles en este punto se encuentran desarrollar la inteligencia para interpretar la información del sensor y descubrir cómo equipar el casco con suficiente potencia.
Por ahora, espera volver a una base para hacer más pruebas con el Ejército después de que la pandemia lo dificultó. “Ensuciar estas cosas”, dice Gruentzig, señalando las perchas que exhiben sus camisas elegantes, “eso es lo que estamos buscando”.