Cuando llega el momento de definir la estética que cobrara un espacio ya sea interior o exterior, los profesionales de la arquitectura y del diseño de interiores debieran primero comenzar por preguntarse cuáles son o serán las necesidades de sus futuros habitantes.
El diálogo con los usuarios resulta fundamental para poder establecer el estilo de los espacios que involucra su forma concreta de ambientación.
Una vez en el espacio, existen diferentes principios de diseño a tener en cuenta como, por ejemplo, el balance que remite a la posición visual de los objetos en una composición.
Otros de los principios son el ritmo, que provoca la percepción de la totalidad de los elementos como un todo y puede aplicarse agrupándolos de forma radial o lineal, y la unidad, que permite la relación de los elementos entre sí a través de determinadas operatorias.
Pensar un diseño coherente con el espacio
La coherencia con el espacio disponible es fundamental, tanto por sus dimensiones como por la forma. Si el espacio es amplio con juegos de niveles, podremos colocar muchas figuras decorativas, mientras que un lugar reducido y llano nos invita a crear una alternativa minimalista.
Estudiar la composición
Cuando hablamos de estilo, nos referimos a una composición que guarda cierta lógica. Este es un punto que no podemos obviar al incorporar figuras decorativas.
Si buscamos un estilo tradicional, podemos preferir colores neutros, cuadros al óleo y un reloj de pared elegante.
Identificar nuestro estilo ideal
Para sentirnos a gusto con un espacio, nuestro estilo personal debe reflejarse en cada rincón. Cualquier detalle, hasta un reloj de pared, debe ser coherente con nuestros gustos y necesidades espaciales y estéticas.