El artista que creó un refugio bajo un puente de Valencia #LDI #DiseñosUninter

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Fernando Abellanas quiso escapar de la tiranía de la reproducción industrial ideando una casa-taller donde da vida a sus diseños artesanales…

Refugio

El caso de Fernando Abellanas (Valencia, 1984) es un motivo de esperanza, una razón para levantar el vuelo de los siguientes párrafos por si resultaran pesimistas. Su soberanía no es individualismo, él interviene en el espacio público para que sea foro y en el espacio íntimo para que sea refugio.

Antes de que las manos se convirtieran en el sujetador del teléfono, con el que probablemente esté leyendo estas líneas, servían para hacer cosas. Cosas que hacían posible la independencia de las personas e, incluso, su soberanía. Las manos construían un mundo, las manos parecían pensar.  Hoy también lamentamos el colapso de nuestra imaginación, pero sobre todo lamentamos el de nuestra soberanía.

Filósofos como David Le Breton (Francia, 1953) reflexionan ahora sobre cómo la sociedad contemporánea ha hecho desaparecer la resistencia física, sobre cómo la energía humana está bajo mínimos, porque tienen un montón de ella en el centro comercial y siempre hay ofertas que valorar. Pero Fernando Abellanas es un fallo de ese sistema, porque es ciudadano antes que consumidor. Porque prefiere imaginar a producir, porque camina contra la urgencia antes que alimentarse de ansiedad. Porque defiende el silencio, la reflexión y la crítica.

Refugio

El lúdico refugio de un diseñador y artesano

Vimos oficinas y no lo eran. Vimos un lugar donde producir y era un lugar donde imaginar.  Fernando había construido con sus manos una cápsula del tiempo en un lugar que la ciudad, en su crecimiento, había menospreciado. Una especie de cabaña infantil, aislada y protectora, donde jugar. No se trata de NO-lugares, sino lugares-NO. Espacios para la resistencia.

Abellanas es un fallo del sistema también porque ha culminado un círculo profesional y personal anodino, que le llevó a finalizar el bachillerato y empezar a trabajar en fábricas, hacerse fontanero y, finalmente, convertirse en unexquisito artesano diseñador que detesta las tendencias y las poses. Prefiere la utilidad, la escala humana y el proyecto hecho a medida de las necesidades.

Pero si hay que buscar el lugar de origen de su soberanía es su familia. Su padre -ingeniero- y su madre -artista- lo libraron de la sobreprotección, le entregaron el poder sobre su propia vida y él se la buscó. Y se encontró entre la madera y los metales, entre las mesas y las lámparas, entre el concepto y la artesanía. “Me considero diseñador antes que artesano, aunque me distingo por la ejecución técnica. Un diseñador de despacho es imposible que llegue a las conclusiones e ideas a las que llegó Jean Prouvé, mi referente, formado en un taller metalúrgico y pionero en el mobiliario tubular”, cuenta.

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Fuente: El País

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