Las emociones artificiales en la inteligencia artificial como disciplina científica nace gracias a la neurología que descubrió la estructura interna del cerebro que está compuesta por una red de neuronas que transmiten impulsos electroquímicos.
Se empezó a razonar sobre una posible máquina pensante, un autómata capaz de realizar acciones humanas, aprender, hablar e incluso sentir emociones.
Entre 1964 y 1966, Joseph Weizenbaum creó ELIZA: podía simular una conversación utilizando simples sustituciones y reglas de búsquedas por correspondencia (coincidencia de patrones).
En los últimos años se han desarrollado distintas técnicas de aprendizaje automático, minería de datos y sistemas predictivos. La potencia y la capacidad de computación han aumentado, los algoritmos se han vuelto más complejos y sofisticados.
Un enfoque multidisciplinario
Nacida como una rama de la ingeniería mecatrónica, la robótica es una disciplina en la que la informática, psicología, lingüística, la automatización, mecánica y la biología van de la mano.
Un androide es una máquina que imita al hombre y para replicar sus movimientos es necesario comprender la mecánica y la dinámica, de la misma manera.
Robots para todo
Este enfoque se refleja en la variedad de campos de aplicación, desde los asistentes domésticos a los cobots diseñados para trabajar con los humanos, existen también robots con fines educativos como Nao, o con tareas de búsqueda y rescate como Atlas y Walk-man.
Entre los robots para el ocio, destaca AIBO el perro robot fabricado por Sony capaz de reconocer hasta cien comandos de voz gracias a un sistema de aprendizaje que respondía a los estímulos externos y le hacía evolucionar “mentalmente” desde la fase de cachorro.
En 2012 Hasbro relanzó Furby, el exitoso robot de peluche, equipándolo con una memoria cuatro veces más amplia y ojos con pequeñas pantallas LCD para mostrar sus emociones.
Kobian, por su parte, es el primer robot que imita las expresiones faciales humanas.
La robótica humanoide
La robótica humanoide es uno de los campos de investigación más fascinantes, su objetivo es crear robots con características humanas, equipados con inteligencia artificial y capaces de actuar de forma independiente.
A finales de 2017, fue presentada la última versión de Sophia, una inteligencia artificial producida por Hanson Robotics en Hong Kong.
Sophia puede interactuar con los seres humanos: responde preguntas, recuerda conversaciones anteriores y aprende tanto de ellas como de la infinita base de datos que es Internet, a la que su inteligencia artificial está conectada.
La rebelión de las máquinas aún está lejos
La tecnología está reduciendo la barrera que separa la realidad de la ciencia ficción, el momento en que las máquinas equipadas con inteligencia artificial alcanzarán un desarrollo suficiente para ser completamente autónomas, ya parece más cerca.
Raymond Kurzweil, colaborador de Google en proyectos de aprendizaje automático, cree que para 2040, gracias a la ley de rendimientos acelerados, las máquinas superarán el Test de Turing.
Los ingenieros son los que tienen el poder de crear estos nuevos habitantes del planeta. Y va a ser necesaria una formación multidisciplinar y global tanto en tecnologías de big data y machine learning.