La etiqueta de semáforo ecológico se aplicará a alimentos en Reino Unido para luchar contra el cambio climático. A partir de este otoño se probará en Reino Unido un nuevo sistema piloto de etiquetado de alimentos con colores para ayudar a los consumidores a tomar decisiones de compra más respetuosas con el medio ambiente. De esta forma, Reino Unido se suma a otros países como Francia, Bélgica o España.
¿Sabías que elegir un alimento u otro en el supermercado puede influir en la conservación del medio ambiente? Ante este problema, muchos gobiernos de Europa se han planteado cómo desarrollar un mecanismo que ayude a solucionar un problema que es fácilmente evitable y ha sido con esta nueva etiqueta.
El caso más reciente ha sido el de Reno Unido, que lanzará a partir de otoño un sistema que intentará solucionar el problema a largo plazo. Para ello se desarrolló un mecanismo de etiquetado ecológico que creó la Foundation Earth, una organización sin ánimo de lucro que está respaldada por el gobierno británico y varios gigantes de la alimentación como Co-op, Nestlé o Marks & Spencer.
Tras más de cuatro años de investigación y análisis sobre el artículo citado anteriormente, se ha concluido que dos alimentos que tienen el mismo aspecto, sabor y coste pueden tener impactos ambientales muy diferentes. Por ello, este sistema evalúa el impacto ambiental de un producto mediante la evaluación de la agricultura, el procesamiento, el envasado y el transporte.
¿Cómo funciona el semáforo ecológico?
Cuando hablamos de etiquetado ecológico nos referimos al uso de un gráfico con colores que servirá de ayuda a los consumidores a comprender cómo afectan sus elecciones de alimentos al medio ambiente. Como en un semáforo, los colores utilizados son verde, amarillo, naranja y rojo.
Esta primera prueba de Foundation Earth se ejecutará en paralelo con un programa de desarrollo intensivo de nueve meses apoyado por Nestlé y que combinará el sistema de etiquetado ecológico con un sistema ideado por la iniciativa EIT Food y financiado con fondos de la Universidad de Lovaina de Bélgica y la agencia de investigación española AZTI.