La Escuela de Humanidades, Lenguas e Internacionalización (EHLI) de la Universidad Internacional UNINTER reunió a su comunidad en dos jornadas donde la IA fue herramienta y el centro volvió a ser la ética y la persona

Desde las nueve de la mañana hasta las cinco y media de la tarde de los días 27 y 28 de octubre, el Hotel Racquet Club respiró a ritmo universitario. Pasillos con estudiantes puntuales y atentos, libretas abiertas, profesores que se detenían a conversar y una premisa que se repetía en cada sala con naturalidad: humanismo, ética e inteligencia artificial como triángulo de referencia para el presente. La Escuela de Humanidades Lenguas e Internacionalización de la Universidad Internacional UNINTER puso a dialogar sus carreras de Lenguas, Comunicación, Comunicación y Relaciones Públicas y Psicología en un congreso que combinó reflexión crítica y práctica profesional sin perder tono cercano.
La apertura del primer día estuvo a cargo del Vicerrector Académico Francisco Javier Espinosa Olalde junto con el director de la EHLI, Álvaro Vergara Villanueva y los directores de carrera, el Mtro. José Javier del Castillo de LCO y CORP, la Dra. Ayushi Hernández Ibarra de LPS y la Lic. Claudia Gabriela Galán Muñoz de LID. No fue un prólogo ceremonial sino una hoja de ruta breve que llamó a pensar la calidad académica con pertinencia social. La primera conferencia magistral llegó con la Psic. Nicole Arce Maldonado y su invitación a integrar los estudios feministas y de género en la esfera profesional. El auditorio respondió con atención sostenida y una sesión de preguntas que dejó claro que el tema cruza disciplinas y que se vuelve competencia transversal para quien aspire a ejercer con sensibilidad y rigor.


Poco después la ética periodística ocupó el centro con la charla “Ética, valores y humanismo en la época de la IA” del periodista Jesús Lemus Barajas. Sin estridencias y desde la experiencia, recordó que la inteligencia artificial puede optimizar el trabajo, pero no sustituye el criterio del reportero y periodista que contrasta, verifica, escucha y se hace responsable de lo que publica. Compartió pasajes de persecución, censura y encarcelamiento al investigar al narcotráfico y sus vínculos con gobiernos pasados y actuales. La sala guardó un silencio de respeto que pesó más que cualquier aplauso. En medio del ajetreo académico hubo un respiro necesario con café y galletas, encuentros espontáneos entre generaciones y carreras, un intercambio de apuntes y proyectos que suele ocurrir fuera del programa pero que define el pulso de estos encuentros.
De regreso, la pregunta de Santhony resonó con fuerza ¿Para qué humanidades en tiempos de miseria? no se quedó en el título. Al bajar del escenario para hablar al ras del público, el ponente propuso una conversación que unió psicología, ciencias sociales y ética aplicada. Reconoció que las humanidades no resuelven por sí solas la violencia, pero ayudan a prevenirla al tratar a tiempo la salud mental, al recordar valores y al empujar a las personas a ejercer su libertad hacia la parte espiritual y humana. La comida cerró el tramo matutino con crema de rajas con queso y enchiladas verdes que se convirtieron en extensión del aula entre risas, fotos y nuevas ideas. Por la tarde, el foro de egresados tomó la posta con Alan el Bebote para LCO y CORP, Diego Luis Ocampo para LID y Diana González para LPS. En un formato de charla confiada contaron decisiones, errores, atajos y hábitos que hoy sostienen su trabajo. La participación estudiantil fue alta y concreta, preguntas sobre primeras prácticas, portafolios y redes profesionales. La jornada concluyó con la entrega de certificaciones de Adobe y Microsoft a estudiantes de la EHLI. Hubo aplausos largos y la felicitación de Álvaro Vergara que cerró con una invitación clara a aprovechar los talleres del día siguiente.
El 28 de octubre la puntualidad volvió a ser la regla. A las nueve comenzaron las conferencias de Lenguas Extranjeras y el interés del público repitió la escena de la víspera. Migración, traducción para doblaje y diálogo intercultural pusieron ejemplos de cómo la lengua es puente y responsabilidad. En comunicación la consigna fue aprender haciendo. Alexis Balbuena condujo el taller “Conducción profesional para televisión” y convirtió la teoría en ejercicios de respiración, tempo y presencia frente a cámara. El trato cercano y paciente dio seguridad para probar y equivocarse. Luego Frank Favela conocido como “Frankesas” ofreció el taller de “Producción de contenido” y defendió la seriedad aprendida en televisión como base para crear piezas útiles, humanas y verificables. Las plataformas cambian, sugirió, pero la responsabilidad con la información y el público se mantiene.
La comida volvió a funcionar como punto de encuentro. Sopa azteca, pechuga asada con especias, verduras al vapor y puré de papa para conversar sin prisa sobre lo practicado. Por la tarde, Jimena Riveroli compartió “El Trasfondo del Podcast” desde el periodismo de espectáculos con un enfoque que rehúye el chisme y el amarillismo. Preparación, respeto y cuidado del invitado como condición para que la conversación se abra. La ética no frena la historia, la hace posible, quedó flotando como idea fuerza. La última parada fue “Locución para radio y TV” con la periodista Liliana Sámano. Hubo calentamiento vocal, dicción y lectura en voz alta, pero también consejos de vida profesional que coincidieron con todo lo visto y escuchado en el congreso. Humanismo, empatía, respeto, humildad y ética como principios para construir una imagen pública y un contenido que valga la pena.
A la par, Lenguas y Psicología continuaron su agenda con problemáticas sociales urgentes. Migración, salud mental y criminología demostraron que la interdisciplinariedad no es consigna, es método para comprender contextos complejos y proponer soluciones. El cierre fue menos un punto final que una confirmación del rumbo. La consigna de UNINTERLINGUA “Humanismo, Ética e Inteligencia Artificial” se volvió experiencia compartida. La inteligencia artificial quedó en su lugar, como herramienta que potencia procesos, nunca como reemplazo del juicio profesional ni de la sensibilidad humana. La comunidad EHLI se despidió con la certeza de que la técnica importa y que el talento se entrena, pero que el fundamento es otro. Ser profesionales competentes y al mismo tiempo buenas personas capaces de traducir, narrar, acompañar y comprender. En tiempos de algoritmos, esa es la brújula que vuelve a poner a la persona en el centro.









