El origen del borofeno se remonta a los años 90 del siglo pasado. Hace más de dos décadas un grupo de físicos predijo su existencia.
En aquel momento la tecnología no permitía fabricar un material con esas características, pero desde hace unos años sí es posible. El borofeno ya está listo, y las expectativas de los grupos de investigación que están trabajando con estos cristales están por todo lo alto porque, al parecer, tiene un sinfín de aplicaciones en campos tan atractivos como la superconductividad o la fabricación de baterías, entre otros.
¿Qué es el borofeno y qué lo hace tan especial?
El elemento químico que necesitamos para producir borofeno es, como podemos intuir a partir de su nombre, el boro. Este último es un semiconductor, lo que significa que dependiendo de las condiciones de presión, temperatura, radiación u otras a las que lo expongamos se comportará como un conductor de la corriente eléctrica o como un aislante. Y, además, es un semimetal, por lo que tiene tanto algunas de las propiedades características de los metales como otras de los no metales.
En la corteza terrestre el boro es relativamente escaso. Podemos encontrarlo en rocas como el bórax o la colemanita, que se forman de manera natural debido a la evaporación del agua rica en sales de algunos lagos sometidos a altas temperaturas y ubicados en zonas desérticas. También lo podemos encontrar disuelto en el agua del mar debido a la precipitación de las partículas de boro suspendidas en la atmósfera, así como a la erosión de las rocas que lo contienen y a su circulación a través del ciclo hidrológico, que explica cómo el boro disuelto en agua es transportado hasta los océanos por las escorrentías.
Lo más curioso es que para fabricar una lámina de borofeno es necesario lograr que los átomos de boro adopten una estructura bidimensional monocapa. Esto significa, sencillamente, que es necesario enlazarlos de manera que formen una única capa de átomos de boro con un espesor de un solo átomo.
¿Cómo lo han hecho? Recurriendo al mismo procedimiento que se utiliza, por ejemplo, para producir diamante sintético: la deposición química de vapor. No hace falta que entremos en detalles complicados, pero es interesante que sepamos que este proceso consiste en conseguir que un gas muy caliente que contiene átomos de boro se condense sobre una superficie muy homogénea de plata pura.
Fuente: Xataka
Ingeniería Industrial y de Sistemas de Calidad.
Más noticias sobre Ingeniería Industrial y de Sistemas de Calidad…