La animación en México vive un momento complejo: por un lado, existe un creciente reconocimiento internacional hacia los artistas y estudios mexicanos; por el otro, el público nacional continúa mostrando una marcada preferencia por producciones extranjeras. Esta brecha entre el discurso de apoyo y el consumo real ha generado un obstáculo importante para la industria de animación mexicana, que busca consolidarse en un mercado difícil y altamente competitivo.
El dilema del espectador mexicano: admiración a distancia
En México existe una paradoja que ha acompañado al cine nacional por décadas: muchas personas dicen apoyar lo hecho en el país, pero cuando llega el momento de ir al cine, eligen mayormente producciones extranjeras. La animación no solo no es la excepción, sino que es una de las áreas más afectadas por esta percepción.

El problema no es la falta de talento pues México ha demostrado repetidamente que posee profesionales de nivel mundial, sino una mezcla de prejuicios, expectativas y hábitos de consumo que favorecen a lo extranjero incluso cuando el público asegura querer apoyar lo nacional.
El caso Coco: crítica en redes, éxito absoluto en salas
Cuando Coco (2017) se estrenó, surgió un debate fuerte en México. Hubo quienes criticaron la idea de que un estudio extranjero representara la cultura mexicana a los mexicanos, e incluso se cuestionó que se apropiaran de un elemento tan íntimo como el Día de Muertos.
Sin embargo, pese a las críticas, Coco rompió récords en taquilla en México, convirtiéndose en una de las películas más vistas en el país.

Este ejemplo demuestra que, aunque el discurso en redes es ruidoso, la asistencia masiva sigue inclinándose hacia producciones internacionales, especialmente cuando provienen de estudios de renombre como Pixar o Disney.
Un caso reciente: Soy Frankelda y la brecha entre discurso y acción
Un fenómeno aún más evidente sucedió con Soy Frankelda, una producción mexicana de stop motion realizada por Cinema Fantasma. Desde su anuncio y posteriormente con su llegada a plataformas, la serie generó entusiasmo, orgullo nacional y comentarios positivos sobre la importancia de apoyar la animación mexicana. Sin embargo, cuando se estrenó la película Frankelda y el Príncipe de los Sustos, el discurso no se tradujo en asistencia:

- Muchos decían “hay que apoyar el cine mexicano”
- Muchos compartían tráilers, artes y mensajes
- Pero pocos fueron a verla a las salas
Este contraste refleja uno de los desafíos más grandes de la industria: la falta de hábito del público para consumir animación mexicana en cines, incluso cuando existe un fuerte interés superficial o simbólico.
¿Por qué pasa esto? Factores clave del problema
1. Prejuicio histórico hacia el cine nacional
Aunque ha ido cambiando, persiste la idea de que el cine mexicano es malo, limitado o inferior a lo que producen otros países, incluso sin haber visto las propuestas actuales. La animación carga ese estigma amplificado.
2. La fuerza del marketing internacional
Estudios como Pixar, DreamWorks o Illumination invierten presupuestos gigantes en publicidad, posicionando sus películas de manera dominante en el mercado global. Las producciones mexicanas rara vez pueden competir en visibilidad.
3. Costumbre y aspiración a lo extranjero
Existe una tendencia arraigada a ver lo extranjero como más profesional, más épico o más emocionante. La animación mexicana, sin importar su calidad, debe luchar contra esa percepción inicial.
Conclusión: apoyar significa asistir, no solo aplaudir
La animación en México es vibrante, talentosa y llena de posibilidades, pero para consolidarse necesita algo fundamental: un público presente. No basta con celebrar producciones mexicanas en redes sociales o decir que “hay que apoyar”; el verdadero apoyo ocurre cuando se compra un boleto y se llena una sala.
Si México desea ver más proyectos como Soy Frankelda, más largometrajes, más series y más estudios emergentes, entonces el público debe dar el paso más simple pero más importante: ir al cine a ver animación mexicana. La industria está lista. El talento está aquí. Ahora, es momento de que la audiencia también lo esté.
Fuentes: Forbes
Licenciatura en Animación y Diseño Digital
Más Noticias Sobre Animación y Diseño Digital


