Paciencia. Alguna vez alguien te ha dicho: es que no la tienes… La paciencia hay que entrenarla; tolerar el sufrimiento que provoca el desconocimiento, la incertidumbre, el descontrol.
Cómo cultivar la paciencia
El mundo nunca se detiene y con él, los estilos de vida que cada día hacen más frenética a su población. El mundo exige resultados inmediatos que además de irreales, son pretensiones dañinas.
La palabra paciencia deriva del latín patiens, que significa “padece” e implica sufrimiento. Evitar el dolor mientras se espera es lo que te vuelve impaciente. Actualmente la tecnología ha hecho que la impaciencia sea más común en gran parte de la población, sobre todo en los más jóvenes, en quienes ha creado la expectativa de la inmediatez.
Uno de los secretos de la paciencia es la costumbre, no se nace paciente. Un ejemplo de ello son los bebés, que poco a poco aprenden que el alimento llegará y al final aceptan sin llorar el sufrimiento del hambre. La naturaleza del niño es la impaciencia porque casi nada está bajo su control.
El control es otro de los secretos de la paciencia. Hoy es fácil saber qué tiempo tardarás en llegar a tu destino o cuánto tardará la persona que esperas, porque la tecnología ayuda, pero sin ese control la impaciencia aparece como un demonio. La paciencia hay que entrenarla; tolerar el sufrimiento que provoca el desconocimiento, la incertidumbre, el descontrol.
La paciencia puede cultivarse
En un estudio publicado en 2012 en la revista Journal of Positive Psychology se descubrió que la paciencia es un rasgo de la personalidad que se puede modificar. ¿Te desesperas más de lo que quisieras? Estas son algunas recomendaciones para controlar esos impulsos malhumorados:
Identifica lo que te hace perder la paciencia
La autora y coach M. J. Ryan asegura que la impaciencia es la que desencadena la respuesta de lucha. La amígdala cerebral es la culpable, responsable de captar las amenazas y regular las emociones. Muchos reaccionan de manera exagerada a situaciones fastidiosas, como si se tratara de algo más amenazante.
Averigua cuáles son las situaciones que te molestan —conductores descuidados, fallos tecnológicos, cajeros lentos— y estarás un paso más cerca de tener el control.
Interrumpe el ciclo y evalúa el riesgo
El siguiente paso es reflexionar sobre cuál pensamiento o sospecha activa las señales de alarma en tu cerebro. Una vez que descubres de qué se trata, puedes atender tu inquietud interna, interrumpir ese ciclo de respuesta al estrés y salir del modo de lucha o huida. La idea es tomar distancia de la situación y verla de la manera más objetiva posible.
Busca un panorama más amplio
Sarah A. Schnitker, profesora adjunta de psicología y neurociencia en la Universidad Baylor e investigadora del tema de la paciencia, sugiere utilizar una técnica llamada revaloración cognitiva. Esta consiste en pensar sobre la situación de manera diferente.
Otra estrategia que recomienda es enfocarte en por qué y cómo la paciencia es un aspecto fundamental en tus valores. Para un padre con conflictos con sus hijos, por ejemplo, pensar en la importancia de la paternidad y lo que ésta significa en su vida amplía el panorama. Reflexionar sobre cómo la paciencia se relaciona con tu sentido más amplio de integridad y estabilidad “hará que sea mucho más fácil practicar la paciencia en el día a día y fortalecer esas habilidades”, agrega Schnitker.
Entrénate, no sólo lo intentes
Según Schnitker, el error más común es pensar que la voluntad por sí sola te convertirá en un ser más paciente. Es importante hacerlo de manera habitual; así como los corredores de maratón no participan en una competencia en su primer día de entrenamiento, la gente que desea cultivar la paciencia en serio no debería esperar obtener resultados de inmediato.
La especialista recomienda practicar la paciencia en situaciones menos intensas, cuando el riesgo no es tan alto. La próxima vez que algo te moleste, reevalúa la situación, practica la meditación de conciencia plena o repite tu propio mantra.
Sé realista
Nedra Glover Tawwab, trabajadora social clínica, recomienda ser razonable al momento de ponerte objetivos porque hay un límite para las cosas que puedes hacer en el día. Cualquier inconveniente tiene el potencial de desequilibrarte y te autosaboteas cuando te pones más tareas de las que puedes cumplir.