Ni espacios diáfanos, ni reformas integrales para lograr un cambio potente en nuestra decoración doméstica. Todo puede pasar por los suelos pintados. Confía en ellos para generar esas transformaciones que tanto te apetece contemplar. Y además te apuntarás el tanto de estar a la última en tendencias. Causan furor.
Un cambio de imagen mediante suelos pintados nos permitirá actualizar cualquier interior de casa. Dar sugerentes golpes de color a los espacios, o acentuar un estilo determinado.
Sin tener que cambiar los revestimientos, solo es cuestión de trabajar sobre ellos con la pintura específica adecuada y lanzarnos a crear propuestas originales y llenas de fuerza estética. Que impriman carácter.
Nuestra misión será que no parezcan los mismos, ni a nuestros ojos ni para los amigos y la familia cuando vengan a casa.
Por mucho que esos revestimientos fueran nuestros favoritos en su momento, tenemos todo el derecho del mundo a cansarnos de ellos. Y a reconocer que el paso del tiempo los ha deteriorado o se han quedado obsoletos.
Son superficies que soportan un desgaste importante simplemente con el día a día. Y mucho más aún si han vivido cambios intensos, como por ejemplo una demolición de tabiques para instalar paredes móviles. O una avería en el sistema de calefacción que aún no hemos olvidado.
Suelos pintados en el interior o exterior
Ellos son una fantástica ocasión para lograr que los interiores de casa sean todo menos aburridos o faltos de personalidad. Hasta esa pequeña terraza en la que nos pasamos la vida en cuanto se inaugura el verano. Ahora bien, es preciso conocer de antemano qué tipo de pintura es la adecuada para el pavimento que hemos decidido renovar. No es lo mismo pintar una zona exterior, que las habitaciones de descanso.
Las pinturas y sus claves
Una vez decididos a presumir de suelos pintados, según el material tendremos que decantarnos por la pintura idónea: al agua, sintética o resinas para interior o exterior.
Tal vez nos apetezca empezar el cambio por el mármol o la cerámica que en su día instalamos en el recibidor, y que ahora ya no despierta ningún interés. Pues bien, existen esmaltes al agua para ser aplicados directamente, sin imprimación previa, y se adhieren sobre soportes lisos fácilmente.
En grises, marrones intensos o negros modernos, una vez dados su mantenimiento no nos complicará la vida porque se limpian fácilmente.
Las pinturas acrílicas, también conocidas como al agua, son las más aconsejables si nuestro objetivo es actualizar superficies de cemento. Una de sus principales ventajas es el tiempo de secado: es rapidísimo y según las capas que decidamos aplicar será mayor o menor.
Además para extenderlas basta diluirlas con agua. Sin embargo, las llamadas sintéticas son la mejor opción si esos suelos pintados van a tener que soportar bastante tránsito y desgaste. Quizá para zonas de paso hacia el garaje, o este mismo si nuestra vivienda es unifamiliar.
A rayas, lisos o con geometrías
Con los suelos pintados nuestra capacidad creativa puede desatarse. Aparte de servir para disimular superficies estropeadas por el paso de los años y manchas imposibles, descubriremos su gran potencial estético. En ellos toda la gama cromática y los diseños más atrevidos tienen cabida.
Podemos optar por la fórmula más sencilla, pero no por ello menos sugerente: un color liso sobre todo el pavimento. En amarillo limón, verde menta, azul celeste… Cualquier ambiente cobrará vida gracias a estos suelos pintados.
Pero es posible ir mucho más lejos. Son una oportunidad de oro para dibujar sobre ellos divertidas franjas multicolores, patrones geométricos, flores vintage, etc. O bien crear tonalidades diferentes de un mismo color, inspirados en los degradados de las paredes. Un mundo de posibilidades estéticas a nuestros pies.
Fuente: Decoración2
Diplomado en Diseño de Interiores
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