Hace unos días un vídeo le dio la vuelta al país causando asombro, en el vídeo se podían observar a algunas personas pertenecientes a una comunidad en Chiapas que recibían, entre aplausos y gritos de aliento, al Cártel de Sinaloa, organización criminal de “renombre” en México. El evento tiene como antecedente el cierre de la carretera Panamericana, en la que el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Sinaloa se enfrentaron, dejando a la comunidad sin luz e incomunicados, sin embargo, se dio a conocer que, semanas antes, las carreteras en Chiapas habían sido cerradas como un medio para exigir seguridad y justicia por el asesinato de una profesora de nivel medio superior, estos bloqueos fueron promovidos por un grupo aliado del CJNG.
Como resultado de estos bloqueos el CJNG no permitía la entrada ni la salida de ningún vehículo sin antes ser revisados, esto originó el descontento de la población quien pidió que se hiciera algo al respecto para poder restablecer sus actividades con normalidad, fue el Cártel de Sinaloa quien atendió su petición; en Chiapas ambos Cárteles luchan por establecer su poderío causando robos, asesinatos y secuestros.
No es un secreto que en México la falta seguridad, el crimen organizado y la violencia se han normalizado tanto que la población entera está acostumbrada a ellos y a los acontecimientos diarios que se desprenden de estos. El país entero ha sido víctima del creciente poderío de las organizaciones criminales y de la aplicación de sus métodos violentos para su mantenimiento y de la corrupción, incapacidad y limitación del Gobierno por reafirmar el legítimo uso de la fuerza y asegurar la paz y la seguridad del pueblo.
Para cualquier mexicano, el año 2006 fue el inicio de un capítulo lleno de sangre, masacres y terror, la sociedad se adaptó al contexto y fue desarrollando prácticas que permitían aumentar la posibilidad de supervivencia, más no la aseguraban, la frase “estaba en el lugar y el momento equivocado” se volvió tan común que parecía que éramos nosotros los responsables de nuestras desgracias y sufrimiento y no el contexto repleto de enfrentamientos a toda hora y en cualquier lugar.
Para el pueblo mexicano, el combate al narcotráfico implementado en el sexenio del presidente Felipe Calderón fue un error, ¿cómo le puedes asegurar lo contrario a todas las familias que perdieron a algún ser querido a causa de un secuestro, una bala perdida o simplemente por error, porque tal vez sí estabas en el lugar y en momento correcto, pero no el país?
El miedo llegó y cómodamente se estableció a lo ancho y largo del territorio y aunque por momentos parece desaparecer, solo hace falta prender la televisión o revisar el móvil para regresar a la realidad, sigues en México. ¿Qué no uno de los principios básicos de la Constitución de un Estado es que se garantice el bienestar de aquellos que lo integran? Si es así, ¿por qué hasta ahora nadie se siente a salvo?, ¿por qué nadie confía en el Estado?, ¿por qué le aplaudimos a aquellos que no solo trafican drogas, sino también armas, mujeres y niños?
La realidad es que el Estado ha decepcionado en múltiples ocasiones, más bien, los grupos de poder que integran al Estado son aquellos que han demostrado su mediocridad en la consecución del bienestar colectivo y apuestan más por sus intereses particulares, siendo la corrupción uno de sus medios favoritos para conseguirlos, asegurar que el Estado y el crimen organizado son íntimos aliados, no solo es triste y decepcionante, sino también peligroso (pregúntenle a todos aquellos periodistas, activistas, etc. que han desaparecido o huido del país por atreverse a dar ciertas declaraciones), sin embargo, tantos libros, documentales, películas y series no pueden estar todos equivocados.
Ahora, analicemos, ¿mantengo la postura a favor de un Estado que no vela por mi bienestar, que desaparece a mis hijos e hijas, que no responde a mis exigencias de justicia, que no me asegura una vida digna y que es incapaz de contener la violencia que el mismo, de cierta manera, ha incentivado? ¿O le aplaudo y agradezco a aquellos que, a pesar de hacer uso de métodos agresivos que perfectamente pueden generar daños colaterales a inocentes, me ofrecen un mayor grado de seguridad y tranquilidad porque son ellos los generadores de la crueldad y, por lo tanto, los que tienen control sobre esta?
Hacer juicios de valor, condenando o aplaudiendo el evento en Chiapas nos dirige hacia un debate superficial e inútil, en su lugar es necesario reconocer la realidad, es parte de la naturaleza humana, así como la de cualquier otra especie, la búsqueda de la supervivencia, aunque la violencia tiene presencia en todo el país, es importante reconocer que esta se presenta en diversas dimensiones y juzgar desde la violencia que tú conoces, es ignorar que tal vez alguien la pasando peor y para ellos cualquier alternativa que ofrezca un poco de paz es mejor que tener nada.
Deseo que en algún punto hablemos de esto como eventos en el pasado que no tuvieron continuidad en el futuro, que podamos acceder a una vida sin miedo y preocupación y que para lograr tu seguridad no tengas que acariciar el arma que te apunta directamente a la cara.
Redacción: Milene Ríos.
Edición: Aldo L. Alcón.
Departamento de Relaciones Internacionales.