Aunque muchas veces, tenemos cierta aversión a que las cosas se acaben, lo cierto es que hay finales que terminan por darle un sentido pleno a lo que se ha vivido.
Porque la vida está llena de comienzos, también está llena de finales. La pérdida de un ser querido, el fin de la adolescencia, la muerte de un romance y el crepúsculo vital, son solo algunas de las situaciones a las que, tarde o temprano, nos enfrentamos en nuestros recorridos.
De alguna manera, lo inconcluso nos llena de incertidumbre y de preguntas y por eso preferimos cerrar círculos que quedarnos con las dudas. Aunque esos círculos se cierren mal, siempre nos dejan un aprendizaje y aprender siempre es sano.
El cine, como la vida, también está lleno de desenlaces que o bien sirven de broche perfecto a una trama impecable, o sirven para que todo lo visto anteriormente tenga sentido y refuerce el mensaje que se nos ha lanzado durante ese metraje que acaba convirtiéndose en una experiencia inolvidable.
Con la excusa de poder regalarte esos finales que mereces, te dejamos con un puñado de SPOILERS de los que llegan al corazón y a la cabeza para no irse nunca.
1. Anora, de Sean Baker

La sensación cinematográfica del pasado año fue esta cinta independiente dirigida por Sean Baker y protagonizada por Mikey Madison en la piel de una magnética trabajadora sexual que conoce a un joven millonario y mal criado. Aunque Anora durante la mayoría de su metraje navega por la comedia romántica y la comedia negra a un ritmo frenético, lo cierto es que es un duro drama que trata un tema espinoso que se pone de manifiesto en su demoledora escena final. El cierre de Anora subraya con crudeza un mensaje que se ha disfrazado de glitter durante más de hora y media.
2. Aftersun, de Charlotte Wells

Aftersun presenta el viaje literal y figurado de un padre separado y su hija durante unas vacaciones por Turquía. La cinta es una joya pausada llena de momentos y de silencios que hacen que el espectador disfrute de los instantes de intimidad que comparten los dos protagonistas. A pesar de la belleza y la ternura que nos invade viéndola, sobrevuela de manera constante un halo sutil de desesperanza y tristeza que confirma nuestras sospechas de que algo no va bien con un giro final que pone a prueba nuestra vulnerabilidad y recalca lo frágil y dolorosa que puede ser la vida.
3. Call Me By Your Name, de Luca Guadagnino

La cinta que hizo que Luca Guadagnino y Timothée Chalamet conquistaran a todo el mundo, relata el amor de verano entre un adolescente sin ningún tipo de prejuicios y un adulto que vive encorsetado por las normas sociales. Es cierto que toda la película es de un preciosismo sensorial arrebatador y que son muchas las escenas que han quedado para el recuerdo, pero la escena final en la que el personaje de Elio reflexiona ante una chimenea y llora por Oliver mientras sonríe por haberlo conocido, es la clave para entender la película y ese misterio que es el amor.
4. Cinema Paradiso, de Giuseppe Tornatore

La grandeza de Cinema Paradiso no sería igual sin su extraordinario final. El homenaje que al cine y la vida hizo Giuseppe Tornatore a través de la relación del niño Totó y de Alfredo, el proyeccionista del cine de un pequeño pueblo italiano, conquistó a la crítica y al público en la década de los años 80. Una conversación que se da en una escena que podría haber sido sencillamente anecdótica, es la clave para llegar a ese final protagonizado por un montaje de besos censurados que el Totó adulto ve con lágrimas en los ojos entendiendo lo importante que fue Alfredo para él. El plano final en la oscuridad del cine, resume la esencia de una historia sobre, la nostalgia, los recuerdos y la infancia tratada como una etapa que nos marca para siempre.
5. A propósito de Schmidt, de Alexander Payne

El director de Entre copas, Los que se quedan y Nebraska, entre otras, ha demostrado que es experto en contar historias con toques de humor negro y ácido que siempre cuentan miserias y dramas que dejan una sonrisa amarga dibujada en la cara del espectador. De todos los finales redondos que tienen sus cintas, el de A propósito de Schmidt desarma especialmente. El primer plano de Warren (increíble Jack Nicholson) llorando ante el dibujo que le ha mandado el niño que tiene apadrinado, es el triste y perfecto reflejo de esa pandemia silenciosa que asola el mundo: la soledad de nuestros ancianos y ancianas.
6. Stockholm, de Rodrigo Sorogoyen

Rodrigo Sorogoyen le debe mucho al thriller. Películas como El Reino y As Bestas lo han convertido en un cineasta reputado y valorado en la industria. Además, el año pasado, con la miniserie Los años nuevos demostró que se mueve igual de bien en el drama intimista protagonizado por personajes rotos y llenos de inseguridades. Dio pistas sobre su versatilidad con Stockholm, su ópera prima. La que parecía una historia más de chico conoce chica, da un giro de 180 grados conforme avanza la trama y una vuelta de tuerca más con su impactante final para hacer un alegato sobre la importancia de la salud mental y de sentirnos queridos, comprendidos y escuchados.
7. Los 400 golpes, de François Truffaut

Una de las escenas que marcó una época y fue digna representante del espíritu de la Nouvelle vague francesa, fue la protagonizada por un jovencísimo Jean-Pierre Léaud en Los 400 golpes de François Truffaut. Antoine es un adolescente que acaba de abandonar la infancia y descubre que su mundo se desmorona en el momento en que se da de bruces con las sombras del mundo adulto. En la secuencia final, emprende una huida a ninguna parte para ver el mar por primera vez. Mientras corre por una playa que simboliza la libertad y la tranquilidad que ansiamos cuando nos encontramos totalmente perdidos, mira a la cámara y su gesto lleno de incertidumbre queda congelado e inmortalizado.
8. Cisne negro, de Darren Aronofsky

A través de su cine, Darren Aronofsky lleva varias décadas sumergiéndose en el lado oscuro de la mente humana e incomodando al espectador. Sus películas funcionan como un espejo en el que podemos ver reflejadas nuestras miserias, nuestros miedos y nuestras obsesiones. En Cisne negro, el director nos presenta a una bailarina, portentosamente interpretada por Natalie Portman, que lleva al límite su cuerpo y su mente para ser la protagonista del Lago de los Cisnes. En el particular descenso a los infiernos de la artista, Aronofsky juega con la realidad y las perturbadas visiones de Nina que la conducen a un clímax en el que se descubre el alto precio que se puede pagar por el éxito, la autoexigencia y la perfección.
9. Olvídate de mí, de Michel Gondry

La realidad del amor y de las relaciones sexo afectivas pasaban por el filtro de una distopía llena de imaginación y encanto en Olvídate de mí. Michel Gondry nos invitaba a vivir la historia de Joel y Clementine, dos individuos que deciden olvidarse mutuamente entrando en un programa experimental dirigido por unos extravagantes científicos. A través de un metraje que resulta onírico y surrealista, construimos y deconstruimos los recuerdos de una relación amorosa que va dirigida hacia un final inevitable: el de dos personas que están destinadas a quererse por mucho que se empeñen en olvidarse.
10. Retrato de una mujer en llamas, de Céline Sciamma

La que probablemente sea la mejor película de Céline Sciamma nos traslada a la Francia del siglo XVIII para conocer a dos mujeres que van a vivir un amor verdadero y una pasión clandestina. Marianne es una pintora que recibe el encargo de realizar el retrato de bodas de Héloïse, una joven que acaba de dejar el convento y que tiene serias dudas respecto a su próximo matrimonio. En el proceso de llevar a cabo la pintura, ambas se enamoran y descubren el sentido de sus existencias. Las normas sociales de una época que no las entiende, las obligará a vivir en contra de su voluntad y las dejará sumidas en una tristeza que queda perfectamente reflejada en un plano final de una dolorosa belleza.
11. Una historia de violencia, de David Cronenberg

Tom regenta una pequeña cafetería en una tranquila localidad de Indiana, tiene una mujer y unos hijos a los que ama con locura y es respetado y querido por sus vecinos. Su plácida existencia se verá alterada cuando asesina a dos atracadores que intentan asaltar su negocio. Convertido en un héroe local, la repercusión de los acontecimientos le harán recibir una inesperada visita, alguien que dice conocer un turbulento pasado que se ha esforzado en ocultar. La bajada a los infiernos y la redención de un hombre (no tan) corriente son el eje argumental de este drama de David Cronenberg que convierte su fantástico final en una clara muestra de lo que es que todos merezcamos una segunda oportunidad, que todos tengamos la ocasión de reinventarnos en una mejor versión de nosotros mismos.
12. Bienvenidos a la casa de muñecas, de Todd Solondz

Desde el humor negro, el controvertido y polémico director Todd Solondz mostraba su cara más humana (que no más amable) en este retrato cruel sobre una adolescente que sufre bullying por parte de sus compañeros de instituto y por parte de una familia mentalmente desestructurada. Bienvenido a la casa de muñecas tiene su fortaleza en una Heather Matarazzo que con tan solo 13 años bordó el papel de esta loser que no encaja y vive pidiendo perdón por existir. En la escena final, Dawn le pregunta a su hermano si él cree que su situación va a mejorar en algún momento, su hermano la mira con condescendencia y la invita a resignarse en una escena que es como una bofetada de realidad que te destroza y te hace querer un abrazo.
13. Carol, de Todd Haynes

En este largometraje, Cate Blanchett interpreta a una mujer elegante y de clase alta en los años 50 que se enamora de una chica joven interpretada por Rooney Mara. La actuación de ambas es sutil y está llena de matices, consiguiendo capturar la tensión emocional y la química entre las dos protagonistas. A pesar de que consiguen quitarse sus barreras y explorar sus sentimientos en contra de una sociedad totalmente cerrada y homofóbica, su amor no es suficiente para superar las adversidades. Sin esperarlo, el final llega como un rayo de esperanza que se sella en un cruce de miradas entre las dos protagonistas con el que se dicen todo y nada. Nada va a hacerles más daño que el hecho de estar separadas.
14. La red social, de David Fincher

Después de varios thrillers que marcaron un antes y un después en el cine y la cultura popular, David Fincher se pasó al drama para contar la historia que cambió nuestra sociedad y nuestra manera de relacionarnos. En la Red social, el director nos invitaba a conocer la historia del nacimiento de Facebook y de los motivos que llevaron a Mark Zuckerberg a reinventar el mundo. En el plano final se resume toda la esencia de la cinta. Un Jesse Eisenberg, metido en la piel del joven multimillonario que solo quería amigos, refresca continuamente el perfil de Facebook de su exnovia. Su comunidad virtual crece en paralelo a su sentimiento de soledad.
15. Anatomía de una caída, de Justine Triet

En este thriller judicial trepidante nada es lo que parece. Justine Triet nos presenta a Sandra, una escritora de éxito alemana que vive con su marido Samuel y su hijo Daniel en un paraje inhóspito. Samuel muere en circunstancias misteriosas y se abre un juicio en contra de Sandra, la principal y única sospechosa de su fallecimiento. A lo largo de un puzzle que el director deja en manos del espectador, Anatomía de una caída nos invita a que creamos lo que queramos creer y a quien queramos creer hasta una escena final en la que todavía sobrevuela la sombra de la cuestión principal: ¿Samuel se ha suicidado o lo ha asesinado su mujer?
FUENTE: Cultura Inquieta