Aprende a amar tu soledad: No tiene nada de malo estar solo, el que disfruta de la soledad aprende mucho sobre el inmenso valor del amor propio, la libertad y a relacionarse de manera más sana con los demás.
Empieza a amar tu soledad y aprende de ella para crecer
A veces pareciera que la felicidad es como una complicada receta que requiere forzosamente de ciertos ingredientes, como encontrar una pareja con la que un día te vas a casar y eventualmente tendrás hijos, tener un trabajo exitoso que te haga ganar mucho dinero, entre otras cosas.
Y aunque sí, las relaciones personales son importantes y es necesario contar con un círculo cercano de personas que puedan brindarte su apoyo, compañía y cariño, también es muy importante que aprendas a estar solo, que ames tu propia compañía y disfrutes tanto de tu soltería como de la soledad. Esto evitará que caigas en relaciones tóxicas solo por evitar estar solo, o por tener miedo de estarlo.
Aprende a amar tu soledad
Hay una frase que dice que el mejor estado del ser humano no es estar enamorado, sino estar tranquilo. Y aunque el amor puede ser algo maravilloso cuando es mutuo y real, esa frase es cierta en muchos casos, pues una gran cantidad de parejas están enfrascadas en relaciones dañinas que no se atreven a dejar, solo por el enorme miedo que le tienen a la soledad.
Por eso, antes de embarcarte en una relación de la que no estés seguro, ponte a pensar por qué quieres estar en ella; ¿es porque realmente estás enamorado de esa persona? ¿aporta algo positivo a tu vida? ¿lo haces para cumplir con el requisito de tener una pareja, o porque tus amigos están en una relación y no quieres ser el único solitario del grupo?
Concepto erróneo
El concepto que se tiene de que es necesario que una persona esté en pareja para completar su vida es una idea errónea, pues tener a alguien a tu lado nunca será la solución para alcanzar tu propia felicidad, sino que esta se encuentra en ti mismo y en la forma en que disfrutas de la vida y enfrentas las situaciones que se te presentan.
En este sentido, cuando aprendes a aceptar, disfrutar y amar la soledad, aprendes mucho sobre el inmenso valor del amor propio; empiezas a reconocerte, a aceptarte con tu luz y oscuridad, a amarte como eres y a trabajar en aquello que sabes que puedes mejorar.
Entonces, empiezas a seguir un camino de crecimiento personal y evolución espiritual en el que te conoces más a ti mismo, para así poder relacionarte mejor y de manera más sana con los demás. Y también puedes descubrir nuevos sentidos de valor y propósito en tu vida, que ninguna otra persona podría llenar.
Pasar tiempo a solas
Estar solo te ayuda a valorarte lo suficiente como para evitar las relaciones tormentosas y te hace valorar la libertad de dirigir tu vida de acuerdo con tus propios ideales y valores, sin compromisos con otros ni consentimiento de los demás.
Tres consejos para cualquiera que busque nuevas vías de aprendizaje para aprender a amar la soledad:
1. Aprende a afirmar tus valores y los compromisos que promueven el autocuidado. Una gran alternativa para esto es salir a pasar tiempo en la naturaleza, caminar por el campo o el bosque. En ese entorno de paz, silencio y tranquilidad podrás determinar los valores y compromisos que conducen a curar viejas heridas y superar patrones o comportamientos tóxicos.
2. Cultiva espacio para desarrollar amistades saludables. El hecho de no tener una pareja no significa que seas un ermitaño solitario. Puedes reencontrarte con tus viejas amistades o hacer nuevos amigos y cultivar con ellos relaciones sanas y de crecimiento mutuo. Sólo debes mantenerte abierto para que se desarrollen amistades increíbles, de esas que crecen de forma natural con el tiempo y se vuelven entrañables.
3. No se trata de forzar nada en la vida. Así que no le tengas miedo a pasar una temporada solo; seguro te hará bien para sanar las heridas del pasado, para conocerte mejor y descubrir lo que realmente quieres en la vida.
Y si entre eso que quieres está una relación de pareja, al saber estar solo te será más fácil poder compartir la vida con alguien más en un espacio sano, libre, respetuoso y basado en la confianza, sin codependencia ni toxicidad.