El diseño gráfico en México, muestra que es importante mencionar a aquellos que trabajaron con tintas, aguafuerte, grabados y un sinfín de materiales, de los cuales se generaban carteles, cancioneros, volantes, periódicos, juegos de mesa, calendarios y muchas otras cosas más, diseñadas por los impresores del momento.
Estamos hablando de Manilla, Guadalupe Posada y Vanegas Arroyo; el impacto que tuvieron en el diseño editorial en una época en donde se acercaron a la gente de una manera lúdica y educativa al mismo tiempo.
México crecía en esplendor, las tendencias inundaban las publicaciones, los carteles anunciaban realidades alternas, como lo fue en el caso de las películas, donde los rostros de los artistas del momento eran ilustrados en situaciones que nos dieron una idea de lo que en sus películas viviremos: momias y vampiresas correteando a los héroes enmascarados, cómicos, pobres y ricos bailando sones similares, todos retratados en finos y expresivos trazos que invitaban a acompañarlos a los espectáculos.
Entre tanta variedad, llega un momento mágico, las Olimpiadas del 68, los aros olímpicos bellamente trazados de manera huichola, pictogramas con los diversos deportes que se llevarían a cabo, la calzada llena de esculturas, que se combinaban con la arquitectura planeada para los eventos, simetría por todos lados.
Las escuelas de diseño surgen de la experiencia de aquellos que, impartían clases en talleres y academias, artistas, ilustradores, impresores, al compartir sus conocimientos adquiridos de años manejando materiales y técnicas desarrolladas.
Con lo que dieron cabida a los procesos de diseño como: definición de problemas, análisis de usuarios, conceptualizar para lograr transmitir un elemento en específico y adecuado para cada situación, el diseñador como un comunicador visual; con este recorrido de tinta y trazos, lo que aquellos primeros ilustradores lograron para llegar al diseño en la actualidad.