Todos sabemos que la Tierra se mueve alrededor del Sol describiendo una órbita elíptica de 930 millones de kilómetros, a una velocidad media de 107 280 kilómetros por hora; tarda unos 365 días en recorrer esa distancia. De la misma forma, nuestro planeta gira sobre su eje de oeste a este -igual que todos los demás planetas del sistema solar, salvo Urano y Venus a 1 675 kilómetros por hora. Pero, ¿por qué no apreciamos la rotación?
Siempre estables
A pesar de su rotación, que es bastante rápida como vemos, no sentimos ninguna aceleración o desaceleración. Ninguno de nosotros nota que la superficie de la Tierra se mueve e incluso que esta velocidad cambia dependiendo de la latitud y que decae conforme nos acercamos a los polos terrestres. Por ello, distintas partes de nuestro planeta experimentan diferentes velocidades de rotación según su ubicación geográfica en la superficie de la Tierra. Las regiones ecuatoriales tienen la velocidad de rotación más alta (razón por la que lanzan la mayoría de los cohetes y satélites desde allí). Aquí es donde entra en acción el efecto Coriolis. Debido a que la Tierra gira en relación con una ubicación fija (es decir, alrededor de su eje), los puntos a lo largo de su superficie en diferentes latitudes experimentarán una ligera fuerza que causa una rotación adicional.
Cuando la Tierra gira alrededor del Sol, o cuando el sistema solar gira alrededor de la galaxia, o cuando nuestra galaxia se mueve en relación con las otras galaxias en nuestro Grupo Local, o cuando el Grupo Local se mueve en relación con el resto del universo, no hay efecto en nuestro cuerpos que seamos capaces de sentir.
¿Por qué no sentimos nada?
No notamos nada porque estas velocidades son constantes. Las velocidad de giro y velocidad orbital de la Tierra se mantienen iguales, por lo que no sentimos ninguna aceleración o desaceleración. Solo notamos este movimiento si nuestra velocidad cambia, por ejemplo mientras conducimos. Si el coche se mueve a una velocidad constante sobre una superficie lisa, no apreciaremos prácticamente el movimiento. Mientras viajas, en avión o coche, no sientes que te estás moviendo. Sin embargo, si pegamos un acelerón o, por el contrario, damos un frenazo de golpe, sí sentiremos el movimiento.
Así, el motivo por el que no notas que la Tierra gira es porque tanto tú como todo lo demás que hay en el planeta, incluidos los océanos y la atmósfera de la Tierra, están girando junto con la Tierra a la misma velocidad constante. Si la Tierra dejara de girar de repente, sí que lo sentiríamos (de hecho, sería la misma sensación que la explicación que hemos dado con el frenazo del coche). La clave está en que la velocidad constante hace que parezca que la Tierra no se mueve en absoluto.
Afortunadamente, nuestro planeta no se ralentizará o acelerará repentinamente como para que lo notemos, lo que significa que nunca tendremos esa sensación que nos indica que nos estamos moviendo.
Un poco de historia
El asunto del giro terrestre tuvo bastante tiempo confundidos a nuestros antepasados. El hecho de observar que las estrellas, el Sol y la Luna parecían moverse sobre la Tierra pero que ninguno notaba que la Tierra se moviese, interpretaron que la Tierra estaba estacionaria y que eran los cielos los que se movían sobre nosotros. Salvo el científico griego Aristarco -que propuso un modelo heliocéntrico-, la mayoría de los pensadores estaban convencidos del geocentrismo. No fue hasta el siglo XVI que el modelo heliocéntrico de Nicolás Copérnico se abrió paso y finalmente convenció al mundo entero de que la Tierra giraba sobre su eje a la par que también se movía en órbita alrededor del Sol.
¿Te habías planteado alguna vez que, desde el punto de vista del Sol, todos estamos girando en círculos?
Fuente: Muy Interesante
Ingeniería Mecánica Industrial
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