Navidad es una fiesta alegre para algunos, nostálgica y más bien tristona para otros porque recuerdan a seres queridos que les dejaron, una conmemoración religiosa en nuestros tiempos para los menos y de jolgorio con días de asueto para los estudiantes, sobre todo los más jóvenes y, en general, una fiesta muy familiar y hogareña, aunque estas últimas notas se van diluyendo con el transcurso del tiempo.
Drama o comedia, la Navidad constituye una suerte de género, un alarde literario que, en sí mismo, contiene sus particularidades expresivas, desde la novela, la poesía, el teatro y, sobre manera, el cuento. Todos los grandes escritores le han dedicado al menos un relato. Vamos a hablar de cuentos navideños. Curiosamente muchos tienen el mismo título: “Cuento de Navidad”.
“Cuento de Navidad” de Guy de Maupassant:
Es la historia de una mujer, la del herrero que encuentra un huevo de gallina en medio de una nevada. Al comer el huevo, la señora es presa de convulsiones y temblores, quedando con la apariencia de una endemoniada. Al final es curada al parecer ante la contemplación de las fulgurantes irradiaciones de la custodia de oro en la iglesia del pueblo. Un cuento muy en la línea de este autor, que trata en sus cuentos muchos hechos misteriosos.
“El doctor Bonenfantes forzaba su memoria, murmurando:
—¿Un recuerdo de Navidad? … ¿Un recuerdo de Navidad?
Y, de pronto, exclamó:
—Sí, tengo uno, y por cierto muy extraño. Es una historia fantástica, ¡un milagro! Sí, señoras, un milagro de Nochebuena.”
“Cuento de Navidad” de Ray Bradbury:
El niño no había podido embarcar en la nave con su arbolito de Navidad y luces de colores, pero sus padres le tenían preparada una sorpresa en el espacio. Es un cuento maravilloso.
“El día siguiente sería Navidad y, mientras los tres se dirigían a la estación de naves espaciales, el padre y la madre estaban preocupados.”
“Era el primer vuelo que el niño realizaría por el espacio, su primer viaje en cohete, y deseaban que fuera lo más agradable posible. Cuando en la aduana los obligaron a dejar el regalo porque excedía el peso máximo por pocas onzas, al igual que el arbolito con sus hermosas velas blancas, sintieron que les quitaban algo muy importante para celebrar esa fiesta. El niño esperaba a sus padres en la terminal. Cuando estos llegaron, murmuraban algo contra los oficiales interplanetarios”.
“Cuento de Navidad” de Vladimir Nabokov:
Un joven aprendiz de escritor lee su primera narración ante su mentor, crítico literario, y uno veterano. El crítico calla, el escritor ya conocido pone algunas trabas a la obra del principiante. El crítico, en silencio, finalmente sugiere que para un principiante un cuento de Navidad sería un inicio adecuado y da algunas ideas, que finalmente, tras una lucha esforzada porque la inspiración se resiste a llegar, aprovecha el escritor consagrado, Novodyortsev, “robando” la idea destinada a otro. Este es el comienzo:
“El insolente árbol de Navidad —escribió Novodyortsev— ardía con todos y cada uno de los colores del arco iris.”
“Se hizo el silencio. La luz de la lámpara iluminaba despiadadamente el rostro mofletudo del joven Anton Golïy, vestido con la tradicional blusa rusa campesina abotonada a un lado bajo su chaqueta negra, quien, nervioso y sin mirar a nadie, se disponía a recoger del suelo las páginas de su manuscrito que había desperdigado aquí y allá mientras leía. Su mentor, el crítico de Realidad Roja, miraba el suelo mientras se palpaba los bolsillos buscando una cerilla. También el escritor Novodvortsev guardaba silencio, pero el suyo era un silencio distinto, venerable…”
“Cuento de Navidad” (o Canción de Navidad) de Charles Dickens:
Escrito en 1843, esta novela corta dividida en cinco capítulos que han sido definidos como estrofas por su autor, narra la historia de Ebenezer Scrooge, un avaro frío y calculador que, en Navidad, aprende a reír.
Son los fantasmas de la Navidad pasada, presente y futura los que le hacen ver que “me habría gustado, lo confieso, gozar de la ingenua libertad de un niño y, no obstante, ser lo bastante hombre como para apreciar su valor”.
“Marley estaba muerto, eso para empezar. No cabe la menor duda al respecto. El clérigo, el funcionario, el propietario de la funeraria y el que presidió el duelo habían firmado el acta de su enterramiento. También Scrooge había firmado, y la firma de Scrooge, de reconocida solvencia en el mundo mercantil, tenía valor en cualquier papel en que apareciera. El viejo Marley estaba tan muerto como el clavo de una puerta.…”
“Scrooge cumplió más de lo prometido. Lo hizo todo y muchísimo más; fue un segundo padre para Tiny Tim, que no murió. Se convirtió en el amigo, amo y hombre más bueno que se conoció en la vieja y buena ciudad o en cualquier otra buena ciudad, pueblo o parroquia del bueno y viejo mundo. Algunas personas se reían al ver el cambio, pero él les dejaba reírse sin prestarles atención pues era lo bastante sabio para darse cuenta de que nada bueno sucede en este globo sin que determinadas personas se harten de reír al principio; sabía que tales personas siempre estarían ciegas y consideraba el malicioso brillo y arrugas de sus ojos como una enfermedad cualquiera, con manifestaciones menos atractivas. Su propio corazón reía y con eso le bastaba”
Hay muchos más cuentos que tienen como título la palabra Navidad y numerosos escritores que han escrito narraciones sobre el tema:
“Un árbol de Noel y una boda”, de Fiodor Dostoyevski: una alegoría acerca de la esperanza y de la capacidad del ser humano de redimirse.
“Hace un par de días asistí yo a una boda… Pero no… Antes he de contarles algo relativo a una fiesta de Navidad. Una boda es, ya de por sí, cosa linda, y aquella de marras me gustó mucho… Pero el otro acontecimiento me impresionó más todavía. Al asistir a aquella boda, hube de acordarme de la fiesta de Navidad. Pero voy a contarles lo que allí sucedió”.
“Estas navidades siniestras” de Gabriel García Márquez, es un pequeño cuento de Navidad, apenas conocido y publicado en la Revista de Cubana de Aviación en 1993. Un crudo retrato contemporáneo, casi un artículo de opinión que acaba proclamando:
“954 millones de cristianos creen que ese niño era Dios encarnado, pero muchos lo celebran como si en realidad no lo creyeran. Lo celebran además muchos millones que no lo han creído nunca, pero les gusta la parranda, y muchos otros que estarían dispuestos a voltear el mundo al revés para que nadie lo siguiera creyendo. Sería interesante averiguar cuántos de ellos creen también en el fondo de su alma que la Navidad de ahora es una fiesta abominable, y no se atreven a decirlo por un prejuicio que ya no es religioso sino social”.
Dylan Thomas escribió “La Navidad de un niño en Gales“, una conversación entrañable entre un abuelo y su nieto, rememorando navidades en la orilla de un pueblo costero; también es referencia obligada en los países anglosajones.
Hay muchos otros libros que tienen a la Navidad como el mejor ambiente posible, ¿cuál ha sido tu libro preferido ambientado en la Navidad? Por cierto, ¡FELICES FIESTAS!
Fuentes: Algún día en alguna parte