Inclusión Forzada en Cine y Televisión

¿QUÉ SIGNIFICA SER INCLUSIVO?

Si buscamos la definición de inclusión en la Real Academia Española encontraremos que la palabra hace referencia al acto y al resultado de incluir. El verbo incluir, a su vez, refiere a contener o a ubicar a alguien o algo en el interior de un conjunto o de una cosa.

Por su parte, la UNESCO (2005) estableció que la Inclusión es un enfoque que responde de manera positiva a la diversidad de las personas y a las diferencias individuales, por lo que constituye una oportunidad para el enriquecimiento de la sociedad a través de la activa participación en la vida familiar, en la educación, en el trabajo y en general en todos los procesos sociales, culturales y en las comunidades.

En ese sentido, la idea de inclusión es comúnmente asociada a la inclusión social. Si la sociedad no ofrece las mismas oportunidades y servicios a un sector de la población, no hay inclusión. Por lo tanto, la inclusión va dirigida a garantizar que nadie quede excluido o «fuera» del entramado social.

Esto es algo que hoy día tiene mucho peso en la sociedad, y el mundo del entretenimiento no es la excepción. Con el objetivo de lograr reflejar la diversidad en el cine y la televisión hemos tenido incorporaciones o modificaciones a historias y personajes ya conocidos. Parece que es una buena idea para derribar estereotipos sociales arraigados desde hace muchos años, pero la realidad se acerca a reflejar también algo distinto.

¿INCLUSIÓN O IMPOSICIÓN?

En 2020, la Academia publicó un artículo con nuevas reglas para que una película sea considerada para el Oscar a partir de 2024.

Dentro de las condiciones establecidas en el nuevo reglamento de inclusión está que al menos uno de los actores principales o secundarios pertenezca a un grupo minoritario (asiático, latino/hispano, negro/afroamericano, indígena/nativo americano, entre otras). Otra de las condiciones es que al menos el 30% de papeles menores esté conformado de, por lo menos, 2 de los grupos anteriormente descritos. Además, es preferente que el argumento o tema de la película se centre en uno de estos grupos con características raciales de minoría. Así mismo, como mínimo dos jefes de departamos o líderes de proyecto creativo procederán de dichos grupos.

En el mismo año, la Academia de Hollywood anunció que habían superado las metas fijadas en 2016, habiendo duplicado el número de integrantes femeninas de 1.446 a 3.179, y triplicado sus “integrantes de color” de 554 a 1.787.

¿Y qué hay con respecto a la calidad de las producciones? Es decir, parecen enfocarse más en la cantidad que en la calidad, porque lo realmente valioso no es lograr un cambio cultural sino cumplir con la agenda de inclusión. Esto más que una ayuda es una imposición. Y a ver, por supuesto que está bien el hecho de contratar más personas provenientes de grupos minoritarios. Es necesario para tener una visión completa de las distintas perspectivas de la vida, y aún más reflejarlo en películas cuya influencia llega a casi todo el mundo, pero el talento no puede dejar de ser el primer filtro, porque mientras mayor es la calidad, mayor es la probabilidad de traspasar fronteras.

EN LA INCLUSIÓN, EL TALENTO PASA A SEGUNDO PLANO

No importa si alguien es muy talentoso; mientras sus ideas no sean compatibles con las demandas actuales, su trabajo será rechazado. Estamos entrando en un mundo donde Hollywood apoya la idea de poner primero sus ideales y luego hacer un buen trabajo. Y entonces tenemos un montón de obsesionados por imponer sus ideas y para los que, escribir una buena historia no es prioridad. Resultado: historias forzadas.

Los actores pueden hoy solicitar la cláusula de inclusión y reclamar algo sobre su personaje -o incluso sobre la trama- si encuentran algo ofensivo o inadecuado según su perspectiva. Lo delicado aquí es que no pueden saber cuánta diversidad debe haber en una película si no tienen un guion a la mano, entonces optan por que la trama se acople al personaje y no al revés.

Esto implica que el elenco y el equipo de trabajo deben ser diversos, y después, todos forzadamente adaptarán el guion y personajes a los requisitos de inclusión. De esta manera, evaluar el guion pasa a segundo plano y el objetivo ya no incluye generar una historia bien contada, sino solamente generar empatía e ingresos.

UN HASHTAG ES SUFICIENTE PARA GENERAR UN CAMBIO: #OSCARSSOPOLITICAL

En 2015, un hashtag de la abogada activista April Reign se viralizó después de criticar la supremacía de nominaciones a personas blancas en los Premios de la Academia de ese año. #OscarsSoWhite explotó cuando, en 2016, nuevamente la Academia repartió las 20 candidaturas de actuación entre intérpretes blancos. Las redes reclamaron la falta de inclusión de los Premios. En todos los medios nacionales e internacionales comenzaron a exponer el problema racial de los Oscar y mucha gente pedía cancelarlos, incluso representantes negros de la comunidad cinematográfica, como Spike Lee, boicotearon a los premios al no presentarse. La Academia colapsó y anunció el objetivo de duplicar el número de mujeres y personas negras entre sus miembros para el 2020.

El resultado fue drástico, la entrega de premios de 2017 fue por mucho la más diversa. No fue coincidencia. Decir que Hollywood se ha transformado es muy aventurado, pero es cierto que la lluvia de premios ya no recae sobre los mismos actores y por ese lado no cabe duda que va avanzando hacia un futuro mucho más abierto.

No obstante, en la actualidad la mayoría de las veces la inclusión no es auténtica. Está sucediendo de la noche a la mañana como si la batalla contra la discriminación y falta de inclusión fuera una receta de cocina con hora determinada para llegar al producto deseado. Hoy nos sentamos a ver una película o serie y de la nada empiezan a bombardearnos con mensajes políticos que solamente nos confunden y nos hacen despreciar el show. Una historia bien contada tendrá los resultados esperados, sin importar el color de piel mostrado en escena, pero las productoras y altos mandos del cine están presionados por verse bien solo en la superficie.

NO ES LO MISMO UNA HISTORIA CON UN POCO DE DISCURSO QUE UN DISCURSO CON UN POCO DE HISTORIA

La diversidad e inclusión es algo por lo que muchos han luchado. Las minorías toman roles más importantes y esto parece no tener nada negativo. Personas que antes no tenían una chance ahora pueden brillar por lo alto. Pero, ¿por qué a muchos les molesta? Quizá porque hoy en el cine más que conocer una historia nos adentramos a un meeting político lleno de sermones.

Cada película, serie, festival, debe cumplir con la agenda política actual casi por obligación. Y aunque la intención pueda ser buena, es difícil cambiar de un día para otro las maneras de vivir y ver el mundo que se han desarrollado por cientos de años.

Ahora seguramente hay películas que podrían ser buenas, pero serán rechazadas por no cumplir con la inclusión marcada en el contrato. Así mismo, hay películas en las que abusaron de la inclusión y el público simplemente no las ve. Y es que cuando dañan a unos personajes para hacer quedar bien a otros, estamos en un error. Es cierto que algunos diseños son obsoletos y es necesario renovarlos, pero hacer todo con prisas no va a generar mejores resultados.

LA INCLUSIÓN FORZADA PERPETUA LOS ESTEREOTIPOS

Black Panther ya es de por sí una película inclusiva pero como no tenía personajes LGBTTTIQ+, muchos se quejaron. Vaya, hasta en la pelícual Vaiana encontraron defectos porque era inaudito que un personaje como Maui -basado en el abuelo del actor Dwayne Johnson y puesto para representar la cultura polinesia- fuera tan grotesco físicamente. Las principales críticas inciden en que el personaje es ofensivo, estereotipado e irrespetuoso con la cultura del lugar. Entonces, ¿es la inclusión válida siempre y cuando el representante de la minoría se ajuste a los estereotipos de belleza que tanto critican?

De igual forma, si predicas que una persona heterosexual se puede sentir conmovida y emocionada por una pareja homosexual lo mismo debería suceder al revés. Es decir, no les debería extrañar tanto que un homosexual pueda empatizar con un romance heterosexual. Si defendemos la igualdad también podemos defender la idea de que una historia puede inspirar a otra, y así, la historia de un blanco puede conmover a un negro y viceversa.

De tal suerte, si tenemos personajes totalmente irrelevantes, con un ascenso vertical sin un conflicto medianamente creíble, con sucesos encadenados a los rasgos de identidad (y no a la trama y personalidad de los personajes) o si el espectador no puede atar cabos en la historia, es porque estamos ante algo totalmente forzado. Es cumplir la cuota de inclusión por cumplirla.

BELLOTA, OTRA VÍCTIMA DE LA AGENDA POLÍTICA ACTUAL

Uno de los ejemplos más claros del último año ha sido con el personaje de Bellota (o Cactus) en el nuevo liveaction de los 90, Las supernenas, donde posiblemente sea una chica lesbiana. La decisión de cambiar a la fuerza a una persona que ya había definido su personalidad y gustos en la serie original solamente para que “encaje” en la demanda actual y luzca más “empoderada” es una muestra desesperada de que no hay una estructura y orden en las ideas de cambio.

En historias mínimamente realistas, cambiar la identidad de un personaje ya conocido implica una justificación para que tenga sentido. Esto no quiere decir que una persona heterosexual no pueda declararse homosexual, pero si los promotores de la diversidad son los primeros en declarar lo complejo y confuso que es aceptar tu identidad, no tiene lógica que lo reflejen como si sucediera por arte de magia. Esto desató la reacción negativa de muchos en redes sociales.

Usar a Bellota, la chica más ruda del grupo como parte de la comunidad LGBTTTIQ+ solo hace que se refuerce el estereotipo de que las lesbianas son rudas y agresivas, además de verse poco femeninas debemos agregar que, si es que observamos el look de la actriz ¿Una lesbiana no puede tener el aspecto y personalidad de bombón o burbuja?

¿Por qué tomar un personaje clásico y alterarlo para que cumpla los estándares sociales que satisfacen a un grupo de personas?

Y más cuando estos remakes muchas veces están dirigidos para los fans del show original. Por supuesto, muchos están felices porque ayuda a visualizar a las minorías, porque “ser diferente es ser mejor”. Supongo que una restauración forzada es mejor que nada ¿No?

La realidad es que la industria audiovisual es utilizada como vehículo para propagandas ideológicas y los personajes clásicos deben sucumbir para mostrar identidades distintas en los remakes y, de esta manera, todos vean que la personalidad de ese personaje se adecua a la agenda actual de diversidad.

En el caso de que una serie o película fuera buena, con personajes adecuados al contexto y demandas actuales, pero bien desarrollados y envueltos en una historia de calidad, nada debería suponer un problema con una protagonista con las características de las minorías porque, por supuesto que es posible hacer un producto de calidad con inclusión, diversidad y un mensaje social. Nada más falta la intención.

EL CAMBIO NO SERÁ DE UN DÍA PARA OTRO

Centrarse en poner el foco de la diversidad en una franquicia ya establecida equivale a pensar erróneamente que esas minorías no podrían crear una franquicia desde cero. Optan así por incluirlos en productos ya famosos para que alguien los vea -como el que se entromete atrás del reportero en una entrevista porque sabe que de otro modo no saldría en la tele-.

Si quieres lanzar el mensaje de que las minorías pueden hacer todo lo que haga cualquier otra persona lo lógico es que también apuestes por ellos para que construyan sus propias franquicias.

Un cambio genuino en la sociedad requiere años, además de una forma ordenada y bien diseñada para lograrlo.  Sin olvidarnos de la verosimilitud de las historias para no sentir que las películas nos están sermoneando todo el tiempo, separando a héroes y villanos por identidad.

El problema es la obsesión de que algo vuelve especial a las minorías y que, en lugar de levantar una bandera de odio, hay que levantar una bandera de “amor” y celebración. Es lo correcto, sí, pero puede que forzando así las cosas solo obtengamos el resultado contrario. Y es que no se puede obligar a un público que no ha crecido como tú lo hiciste a pensar igual que tú lo haces.

Queremos ser una sociedad donde todos seamos considerados con la misma dignidad sin importar la identidad, pero en el camino debemos distinguir las rutas adecuadas para no vulnerar aquello que queremos defender o reconstruir.

Todo esto me hace preguntarme algo ya que me siento sucia y fascista al pensar así y es que es más que evidente que la inclusión es buena y necesaria. ¿Está mal defender una cultura de calidad y ser algo más purista? ¿Se nos está yendo de las manos el tema de la inclusión, o por el contrario es un fin tan necesario que justifica los medios?

FUENTE: https://www.cultugrafia.com/arte/

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