Durante el taller virtual ‘Claves para informar (y generar conversaciones) sobre cambio climático’, el periodista español Arturo Larena, director de Medio Ambiente y Ciencia de la Agencia EFE, compartió claves para afrontar los retos de contar el cambio climático.
Justo antes de que el Mundial de fútbol de Qatar empezara a acaparar el protagonismo en los medios de comunicación alrededor del mundo, otro evento, esta vez sin tantos reflectores, estaba culminando en Sharm El-Sheikh (Egipto): la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP27). Tras dos semanas intensas de negociaciones, los periodistas ambientales interesados en entender la letra pequeña de los documentos y las tensiones detrás de ciertas declaraciones siguen digiriendo enormes cantidades de información para resumir, explicar y traducir la jerga científica y económica a audiencias no especializadas. ¡Qué arte!
Dada la relevancia del tema, la Fundación Gabo y CAF –banco de desarrollo de América Latina– organizaron el taller virtual ‘Claves para informar (y generar conversaciones) sobre cambio climático’, dirigido por el periodista español Arturo Larena, director de Medio Ambiente y Ciencia de la Agencia EFE. En la primera de cuatro sesiones, los 18 periodistas seleccionados conversaron sobre la importancia y los retos del periodismo ambiental.
No es cualquier tema, es EL TEMA
De acuerdo con Larena, la crisis climática es “el mayor problema al que nos enfrentamos como especie y, por lo tanto, requiere de una respuesta informativa clara”. Para ello, propone las siguientes recomendaciones:
1. Especializarse
¿Deberían los medios de comunicación tener una sección especializada en medioambiente o, más bien, impregnar a las demás con enfoques verdes? Las dos van de la mano. “Es importante el periodismo especializado, pero sin perder de vista que cualquier tipo de cobertura (económica, política o religiosa) puede tener un enfoque medioambiental”, aclara Larena.
Sin embargo, esa especialización no se limita únicamente a comprender los conceptos más básicos del tema, sino a identificar las fuentes más idóneas para hablar sobre ello sin caer en falsas simetrías, pues, como señala Larena, “no es lo mismo un informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) que cualquier afirmación lanzada por una veintena de negacionistas de quienes se desconoce sus intereses”.
2. De lo local a lo global
Aterrizar la complejidad de la crisis climática a nuestra cotidianidad es indispensable para generar conversaciones más profundas e informadas. Los impactos del cambio climático no se resumen al deshielo en los polos, la reportería debe interesarse por lo local: por la intensidad de los incendios forestales, por el descenso en el caudal de los ríos, por las olas de calor con cifras récord que afectan nuestra salud, por el aumento en el precio de los alimentos, o por las mujeres indígenas que protegen el territorio en países donde defender la vida se paga, irónicamente, con la muerte.
3. El espinoso asunto de la financiación
Seamos claros: ¡hacer periodismo en terreno cuesta, no es barato! Entonces, ¿cómo conseguir dinero para financiar más investigaciones en campo? Aunque no es sencillo, Larena sugiere insistir en dos frentes. Primero, la pelea interna, esa que se cocina a fuego lento dentro de los medios de comunicación, con los editores, directores y colegas, para explicarles la necesidad y urgencia del periodismo ambiental en la sociedad. “Esa es una pelea que hay que mantener día tras día, pero a veces te llega el desaliento y te cuestionas si vale la pena seguir o no. La respuesta es siempre sí”, dice Larena.
El segundo frente es externo y requiere de reglas claras. Es posible crear alianzas con organizaciones que entiendan que la independencia y el rigor no se negocian, y que el criterio editorial (qué cubrir y cómo cubrirlo) está en las manos del periodista, no de quien pone el dinero. ¿Es el publirreportaje una alternativa para lograrlo? Para Larena “no es útil si se quiere fortalecer el periodismo ambiental, pero sí para financiar a los medios, que, no olvidemos, son un negocio con una función social y necesitan buscar su supervivencia económica”. Sin embargo, la falta de claridad cuando se publican este tipo de contenidos ha creado un cierto divorcio entre la ciudadanía y los medios de comunicación tradicionales. “Los lectores, oyentes y televidentes no somos tontos, sabemos cuándo nos quieren vender un determinado producto y eso genera desconfianza”, recalca.
4. Hay que arriesgarnos
¿Estamos verdaderamente interesados en comprender a nuestra audiencia y sus necesidades? ¿Qué palabras estamos empleando para comunicar mejor la complejidad de la crisis climática? ¿Cómo estamos amplificando la voz de los más desfavorecidos y haciendo contrapeso al poder con nuestras historias? ¿Cuáles son los nuevos formatos que podemos explorar y cuáles podemos adaptar a otras plataformas? ¿Cómo comunicarnos en TikTok para cautivar a audiencias más jóvenes? ¿Le estamos sacando provecho a las caricaturas, dibujos, infografías y demás apoyos visuales? No hay que tener miedo a arriesgar y fracasar.
FUENTE: https://fundaciongabo.org/es