Pensar críticamente no es sólo pensar con el cerebro, vaya, ni aun considerando los dos hemisferios cerebrales, para nuestro planteamiento es mucho más que eso. Pensar críticamente no es sólo usar la razón y las facultades del pensamiento que están implícitas en eso que se llama mente. Y no lo es, porque para el pensamiento crítico no sólo importa tener y utilizar la inteligencia y el conocimiento que de los hechos haya. De hecho conviene señalar que pensamiento crítico no es sinónimo de inteligencia y conocimiento. Pensamiento crítico es dilucidar utilizando la inteligencia y una forma particular de abordar los hechos. Pensar críticamente es básicamente, pensar por uno mismo y mostrar a los demás como hacerlo. Por esto, el papel de los medios de comunicación es no solo importante, sino relevante y pertinente; unos buenos comentarios, presentar contrastes, opiniones, impactar al auditorio presentando los dos o más lados de cualquier cuestión es favorecedor de la crítica y del pensamiento.
Mientras en las fases iniciales en que se desarrolla un ser humano y va adquiriendo su formación, conocimientos, carácter, actitudes, valores, etc., es importante el papel de las instituciones como la escuela en sus diferentes niveles y posibilidades, en otras fases y momentos del desarrollo de un individuo en particular, serán otros los elementos que estimulen e impacten sus sentidos, verbigracia, las círculos donde se desenvuelve, la familia, los amigos, los clubes, las reuniones, los grupos y redes a que pertenezca, etc., etc., pero sólo en una sociedad aislada no tendrá en algún momento, la influencia y recepción de lo que llega a través de los medios de comunicación y los puntos particulares que ahí se vierten. Para pensar en salud la información le llegará por medios de esta naturaleza.
El pensar críticamente entonces es algo más complejo que la formación meramente escolarizada y la posibilidad de ir acumulando conocimientos e intercambiar opiniones. De hecho, la identidad y afinidad con grupos, redes y sistemas escolares, más la afinidad que se puede tener por lazos familiares o de índole política, y no consanguínea, puede o no llevar al desarrollo de opiniones no cuestionables, sesgadas y contribuir a la formación de pensamiento crítico.
Pensar críticamente es no sólo pensar, sino también utilizar los sentimientos, instintos, reflejos, lo que es aún más, es utilizar cada célula del cuerpo en sintonía y comunicación con las otras, filtrando lo que pasa por los órganos de los sentidos y que produce percepciones, eso es pensar críticamente. Pensar críticamente es estar en el “aquí y el ahora”, quitando la paja, lo superfluo y viendo la esencia, penetrando en la verdadera naturaleza de las cosas, y viendo no sólo el hecho aislado, sino todo aquello que lo rodea y lo contextualiza. Pensar críticamente y contribuir a que otros lo hagan, a través de los medios de comunicación y a través de la vida cotidiana, con cada hecho, cada suceso que se explique, se desenmascare cuando hay algo más de fondo, o se permita ver todos los ángulos de las noticias, es acrecentar las posibilidades de que un hecho noticioso no se procese sólo como un hecho más, sino en sus diferentes significados y connotaciones. Una campaña de salud puede pensarse críticamente.
Si te interesa comenzar a desarrollar el pensamiento crítico, el siguiente video te explica de una manera muy amena, interesante y divertida el pensamiento del filósofo prusiano de la Ilustración, Immanuel Kant; y por qué es vigente hasta nuestros días.
Fuente: https://congreso.pucp.edu.pe/alaic2014/wp-content/uploads/2013/09/David-Ba%C3%B1uelos.pdf