10 básicos: Hemos aprendido a conocer nuestra casa como a nosotros mismos. El confinamiento ha puesto a prueba la comodidad, funcionalidad y hasta la resistencia de nuestros muebles.
Ya sabemos dónde acertamos y dónde fallamos. Proponemos una selección que sigue una receta básica: piezas ergonómicas, flexibles y que no roben espacio.
1. Sillón de lectura que cuida la espalda
La espalda, no los ojos, debe decidir la adquisición de esta pieza histórica que es a la vez silla y sillón, es decir, butaca. Fue la única colaboración entre Eero Saarinen y Charles Eames. Se presentaron a un concurso para amueblar “la vida moderna” convocado por el MoMA. Y lograron, en 1940, un diseño que no se pudo producir industrialmente hasta que Vitra lo hizo en siglo XXI. Sea usted como sea, la curva de este respaldo se ajustará a su espalda. Tanto Saarinen —con la silla Tulip— como Eames —con la Plastic— dibujaron todas sus sillas a partir de esta idea. No compre nunca una butaca sin probarla.
2. Luminaria multiusos que sube, baja y gira
Como un funicular, que sube y baja, esta lámpara del desaparecido y poco reconocido Lluís Porqueras (1930-2018) se acerca y se distancia de un libro según la altura o necesidades del lector. Dobla como lámpara de ambiente porque, además de subir y bajar, su pantalla puede rotar 360 grados y dirigir la luz hacia una pared o hacia el techo. Con base de goma y cuerpo de hierro lacado, la lámpara —de 41 años— tiene, como los grandísimos diseños, el don de la eterna juventud. Sencilla, ligera y familiar, la produce la empresa Marset.
3. Fácil de montar, nunca la desmontará
Su autor, Antxon Salvador, la ideó pensando en lo que caracteriza la vida urbana de esta era: las mudanzas. No tiene baldas, tiene cajas que se montan como si fueran ladrillos (brick box) y ya están encajados los libros cuando uno se traslada. En roble o en laminado blanco, con fondo suficiente para vinilos y compartimentable para acoger CD, la librería tiene espacio para libros grandes y estantes intermedios para volúmenes pequeños. Salvador ha ido puliendo el diseño a lo largo de los años añadiendo puertas, patas o sujeciones para colgar las cajas de la pared. Su empresa, Kazam! (en honor al aparato de los Eames), funciona con este único producto. Solo vende por Internet y exporta el 70% de su producción. Preparada para viajar y fácil de montar sin herramientas.
4. Mesa grande para uno y para muchos
Esta es una mesa universal. Crece, se adapta y, además, logra pasar inadvertida. Sirve en una oficina como mesa de juntas y en una vivienda como mesa de diario. Puede ampliarse más de un metro. Hay versiones de 1,40, 1,60 y 1,80 metros, pero todas tienen menos de un metro de ancho: 90 centímetros. Posee una estructura metálica y un sobre de madera de roble. Permite multiplicar el espacio cuando muchos trabajan en casa. También cuando nos tenemos que distanciar. Sus diseñadores, Lievore, Altherr y Molina, la idearon para la firma valenciana Andrew World. Patricia Urquiola defiende una norma: “Casa pequeña, mesa grande”. Se trata de que todos tengan un lugar donde trabajar o estudiar, de poder dejar a un lado los deberes y sentarse al otro lado a comer. Por eso hay ocasiones en las que las mesas deben multiplicarse. Y otras muchas en las que es importante que logren desaparecer.
5. Vivir en el sofá
¿Qué es un sofá cómodo? ¿El que nos permite desplomarnos o el que no nos obliga a reordenarlo cada vez que nos levantamos? Es el mueble clave en un salón por una razón sencilla: es el de mayor tamaño. Con su color se puede alumbrar o apagar una sala de estar. Ocupando tanto y siendo tan visible, conviene acertar con la elección. Un sofá es una inversión en bienestar y el salón, cada vez más, una habitación para hacer de todo: ver series, descansar, recibir visitas, leer o dormitar. Así lo ha entendido Karim Rashid, que se lo ha quitado todo a su modelo Chelsea (en azul) que produce BoConcept sin reposabrazos ni patas. Anders Nørgaard se preocupó de que su modelo Carmo —la imagen del centro— permanezca siempre ordenado y firme tras cualquier tipo de uso. Y Hella Jongerius hizo con su Polder (Vitra, abajo) más una estancia que un asiento.
6. La lámpara que te sigue a todas partes
El primer gesto hay que aplaudírselo a Miguel Milá: poner un asa a una lámpara y convertirla en un objeto móvil. La valenciana Inma Bermúdez, la primera diseñadora española que ideó productos para el catálogo de Ikea, recogió el testigo y dio tres pasos más. Cargó la lámpara móvil con batería. Así, llega a cualquier sitio, interior o exterior. Hizo la pantalla dirigible y empleó una bombilla led con tres intensidades. Permite hasta cinco horas de luz sin cable. Una opción para sacar más partido a las lámparas que produce Marset.
7. Delimitar el campo de juegos
Una alfombra marca una separación sin dividir el espacio. Desplegada sobre un antideslizante —que evite que se arrugue o mueva—, puede convertirse en un campo de juegos infantil y ayudar a evitar que toda la casa quede invadida por juguetes y balones con los que podemos tropezar. Tejida a mano en la India “con salarios justos y en condiciones laborales dignas” —especifica Ikea—, esta pieza reproduce un modelo colorista de dos de las diseñadoras londinenses más rompedoras del momento. En papeles pintados, esferas de relojes, cajas de cremas, telas o murales, Nicole y Petra Kapitza utilizan los contrastes de color y los juegos geométricos dinámicos para hacer vibrar las superficies de dos dimensiones.
8. La cama-almacén y la cama-dormitorio
Hace tiempo que el bajo de la cama dejó de ser un sitio donde esconderse para convertirse en el nuevo almacén de la casa. Ikea descubrió ese filón poco explotado y en su catálogo reúne dormitorios enteros con cajones para sábanas, mantas y toallas. El modelo Mandal (arriba), ideado por uno de los diseñadores más prolíficos de la empresa, el sueco Nike Karlsson, está construido con madera maciza de abedul y tiene cuatro cajones lacados en blanco. El modelo Platsa (a la izquierda) —obra del equipo de diseño de la empresa— da un paso más y convierte la cama y las estanterías que la sustentan y rodean en casi una habitación más, con espacio para almacén y armario incorporado. Para espacios pequeños o apartamentos abiertos, este sistema logra que la propia cama se convierta —como un biombo o una mampara— en un separador visual.
9. Domesticar la oficina
La ergonomía puede ser invisible y el confort puede estar coloreado. Sobre ruedas, giratorias, con palancas para subir asientos o inclinar respaldos, las sillas de oficina facilitan el teletrabajo tanto como asesinan la decoración del resto de la casa. Por eso merecen aplauso los diseñadores que han pensado cómo domesticar su aspecto sin perder las prestaciones. El alemán Konstantin Grcic lidera el grupo. Su silla All Star (a la izquierda) acompaña ergonómicamente el cuerpo sin invadir la casa. Y su nueva butaca Citizen (arriba, ambas producidas por Vitra) consigue que la silla de oficina parezca un lugar de reposo.
10. Zona de trabajo que ocupe poco espacio
El diseñador danés Rene Hougaard, director del estudio ARDE, tiene claro que, en casa, un escritorio debe ocupar lo menos posible: poco más que un ordenador portátil. También cree que los mejores estudios han de tener la posibilidad de desaparecer. Sus escritorios lo hacen. El modelo Cupertino en versión de pared se pliega y se recoge. En versión mesa, con sobre y remates de nogal y estructura lacada en negro, apenas ocupa espacio y puede convertirse en un aparador. Ambos los produce BoConcept. Se puede trabajar en casa, pero, cuando llega el descanso, la zona de trabajo es mejor que desaparezca.