Batería de energía azul o de gradiente salino aprovecha el diferencial entre agua dulce y salada —por ejemplo, cuando un río desemboca en el mar— para generar electricidad.
Se trata de una fuente de energía conocida teóricamente desde hace años, pero que aún se encuentra en una fase inicial de implantación.
La particularidad del dispositivo de energía azul desarrollado por los ingenieros de Stanford es que prescinde de presión (la llamada ósmosis por presión retardada) o de membranas (electrodiálisis inversa) y genera la electricidad puramente a través de un proceso electroquímico. Fundamentalmente, la batería tiene un tanque que se llena con el agua proveniente de la depuradora. En el tanque hay unos electrodos que liberan iones de sodio a la solución.
El movimiento de los iones hace que una corriente fluya desde el electrodo aniónico al catiónico. A continuación, el agua dulce se sustituye rápidamente por agua salada, con lo que los iones de sodio y cloro se reincorporan a los electrodos y se invierte la corriente eléctrica. Tanto la entrada de agua dulce como de agua salada generan electricidad, de modo que la batería se carga y descarga constantemente sin necesidad de recibir energía de fuentes externas.
Las primeras pruebas de este proyecto tecnológico con energía azul, llevadas a cabo en una planta de procesamiento de aguas residuales de Palo Alto (EE. UU), alternando el agua salada de una bahía cercana y el agua dulce ya depurada en ciclos de una hora, han demostrado la viabilidad de la nueva tecnología. Los investigadores han comprobado que, a lo largo de ciento ochenta ciclos, los materiales han mantenido un 97 % de eficacia a la hora de capturar la energía del gradiente salino.