Fobia: Es normal sentirse nervioso en algunas situaciones sociales. Por ejemplo, tener una cita o dar una presentación pueden causar esa sensación de tener mariposas en el estómago.
Pero en el trastorno de ansiedad social, también llamado «fobia social», las interacciones de todos los días causan muchísima ansiedad, temor, inseguridad y vergüenza por miedo al escrutinio o la opinión de los demás.
En el trastorno de ansiedad social, el miedo y la ansiedad provocan una evasión que puede alterar la vida. El estrés intenso puede afectar la rutina diaria, el trabajo, el estudio u otras actividades.
¿Qué es la fobia social?
La fobia social es un trastorno de ansiedad basado en un miedo irracional ante situaciones sociales que involucran el escrutinio ajeno, ante las cuales, el paciente se comporta de forma tímida y ansiosa y le dificultan o impiden la interacción con otras personas, algo que puede influir en su vida cotidiana.
Se habla de una fobia cuando la intensidad con la que se experimenta un determinado miedo frente a distintos peligros es injustificado, inoportuno, desmesurado e interfiere en la vida normal, reduciendo la capacidad de acción y de comodidad.
La persona con fobia social tiende a ser tensa, preocupada, estresada, con dificultades para razonar o relativizar en los momentos de ansiedad. Anticipa las situaciones que teme antes de que las confronte, tal vez en crisis de pánico más o menos paralizantes: manos sudadas, aceleración del ritmo cardiaco, enrojecimiento, temblores, pérdida de memoria.
Causas
Como sucede con muchas otras enfermedades mentales, el trastorno de ansiedad social probablemente surge de una interacción compleja entre factores biológicos y ambientales. Las posibles causas son las siguientes:
- Rasgos hereditarios. Los trastornos de ansiedad suelen ser hereditarios. Sin embargo, no está completamente claro hasta qué punto pueden deberse a la genética o a conductas adquiridas.
- Estructura del cerebro. Una estructura del cerebro llamada «núcleo amigdalino» puede influir en el control de la respuesta ante el miedo. Las personas que tienen un núcleo amigdalino hiperactivo pueden tener una respuesta ante el miedo exacerbada, la cual causa un aumento de ansiedad en situaciones sociales.
- El entorno. El trastorno de ansiedad social puede ser una conducta adquirida; algunas personas pueden manifestar esta enfermedad después de una situación social desagradable o incómoda. Además, puede haber una relación entre el trastorno de ansiedad social y los padres que copian episodios de ansiedad en situaciones sociales o que son más controladores o sobreprotectores con sus hijos.
Factores de riesgo
Varios factores pueden aumentar el riesgo de contraer el trastorno de ansiedad social, entre ellos:
- Antecedentes familiares. Si tus padres biológicos o hermanos tienen trastorno de ansiedad social, tienes más probabilidades de padecerlo.
- Experiencias negativas. Los niños que padecen burlas, hostigamiento, rechazo, ridículo o humillación pueden ser más propensos a desarrollar el trastorno de ansiedad social. Además, el trastorno de ansiedad social puede estar relacionado con otros acontecimientos negativos de la vida, como conflictos familiares, traumatismo o maltrato.
- Carácter. Los niños que son tímidos, retraídos, introvertidos o reservados al enfrentar situaciones o personas nuevas pueden tener un riesgo mayor.
- Nuevas exigencias sociales o laborales. Los síntomas del trastorno de ansiedad social, por lo general, comienzan durante la adolescencia, pero conocer gente nueva, pronunciar un discurso en público o hacer una presentación importante en el trabajo puede desencadenarlos por primera vez.
- Tener una apariencia o enfermedad que llame la atención. Por ejemplo, la desfiguración facial, el tartamudeo o los temblores de la enfermedad de Parkinson pueden aumentar la timidez y provocar trastorno de ansiedad social en algunas personas.
Tratamientos
En el caso del tratamiento, éste se encuentra orientado a que el paciente pueda recuperar su vida social y pierda el temor a determinadas situaciones.
En algunas ocasiones, para aliviar los síntomas, el especialista receta ansiolíticos o antidepresivos, pero para poder curar la patología, es necesario un tratamiento conductual:
- La terapia cognitiva conductista ayuda a entender y cambiar los pensamientos que están produciendo la afección, además de reemplazarlos por otros que no provoquen la ansiedad del paciente.
- Se puede emplear también la terapia de exposición mediante la cual se invita al paciente a relajarse y pensar en las situaciones que causan la ansiedad, trabajando desde la menos, hasta la más temida.
- Otra opción es la terapia en grupo, que implica una aproximación gradual al contacto social.
Por otro lado, también es recomendable que el paciente realice cambios en su estilo de vida que implican hacer ejercicio regularmente, comidas programadas, tener un sueño adecuado y reducir o evitar el consumo de cafeína y determinados medicamentos, tales como los estimulantes.