IA: La mayoría de los animales se comunican entre miembros de su misma especie, pero las ballenas lo hacen de una forma muy particular.
Emiten una especie de chasquido que producen en series rítmicas conocidas como codas. Esas cadenas de sonidos llevan intrigando a investigadores de diversas disciplinas desde hace mucho tiempo, puesto que se suelen prolongar bastante haciéndolas cercanas, al menos en apariencia, a una conversación.
Ahora, un grupo de investigadores de distintas disciplinas, entre los que se encuentran biólogos, expertos en lingüística e ingenieros informáticos, se ha propuesto averiguar definitivamente si los cachalotes construyen algo parecido conversaciones entre ellos al comunicarse y, además, de ser así, quieren tratar de entender lo que dicen, según la revista científica Hakai Magazine.
Para ello, van a intentar desarrollar un sistema GPT-3 adaptado a los sonidos que emiten estas ballenas. El GPT-3 es un modelo de inteligencia artificial que emplea el deep learning para producir textos que simulan la redacción humana. En resumen, lo que hace es detectar los conjuntos de palabras que suelen ir juntos para aprender a construir las frases. Para conseguir que el sistema funcione en este proyecto necesitan dos cosas: establecer la estructura de las comunicaciones entre los cachalotes y conseguir muchísimas grabaciones de codas.
IA para entender a los animales
No es la primera vez que se usa la IA para entender cómo se comunican los animales. En 2016 un equipo de investigadores descifró las diferencias entre las vocalizaciones de los murciélagos de la fruta de Egipto gracias a esta tecnología, y en 2019 unos científicos lograron establecer gracias a ella que las ratas emiten determinados sonidos para fines concretos, como huir del peligro o atraer a una pareja.
Sin embargo, el caso de los cachalotes es mucho más complejo. Desde hace tiempo se sabe que son una de las especies más inteligentes que existen, y su cerebro es el más grande del reino animal. Viven en redes sociales dominadas por hembras, se dividen en clanes con cientos e incluso miles de miembros que se diferencian por la forma en que emiten los chasquidos de las codas -en cierto sentido, se podría hablar de dialectos-, parecen tener nombres y aprenden a comunicarse de una forma parecida al ser humano: aprendiendo las codas de los miembros mayores del grupo cuando son pequeños.
Todo esto hace que interpretar la forma en que se comunican sea mucho más complicado que identificar diferentes sonidos de murciélagos o ratas, que tienen unas interacciones y unas redes sociales mucho menos complejas. Y, al mismo tiempo, es lo que alimenta las esperanzas de los investigadores de que, efectivamente, se pueda hablar de una especie de lenguaje de los cachalotes que pueda ser descifrado gracias a la investigación de los lingüistas y la IA.