Para pensar de manera diferente hemos de romper los patrones que tradicionalmente rigen nuestra realidad. El pensamiento multidisciplinar, para ello, nos ayuda a unir los puntos de forma radicalmente distinta: el arte, la ciencia y la tecnología aportan perspectivas nuevas para un futuro que se antoja, ante todo, diferente.
Innovación’ se ha convertido en una palabra de moda de la que todo el mundo habla en el mundo de los negocios pero, francamente, no hay mucha gente que realmente trabaje en ella a diario. Como en cualquier deporte, hay diferencias entre hablar de ello y practicarlo. Hay muchas razones por las que es difícil trabajar en la innovación para la mayoría de la gente. Por ejemplo, las organizaciones no están bien diseñadas para que cada individuo explore sus ideas innovadoras y, además, la mayoría de las personas dudan en arriesgarse para seguir su curiosidad, estando dispuestas a quedarse en el statu quo. Y todos estos factores son bastante normales, porque los humanos han evolucionado para sobrevivir minimizando los riesgos. Permanecer en la zona de confort no es algo malo; simplemente no se ajusta a lo que es necesario para acelerar la innovación.
Pero ¿cuáles son los retos que tenemos con la innovación? Todo el mundo sabe que hay que ‘pensar de forma diferente’ para ser más innovador y creativo, que hay que salir de la zona de confort para innovar algo y que hay que cambiar de perspectiva para tener nuevas ideas. Entonces, si realmente sabemos lo que es necesario para acelerar la innovación, ¿por qué seguimos teniendo dificultades para hacerlo? A menudo es porque sabemos mucho de los demás, pero no entendemos mucho de nosotros mismos: tendemos a creer que somos más inteligentes o que rendimos más que la media de las personas; esta tendencia es especialmente fuerte entre los que tienen un mayor grado de educación. Por eso, cuando oímos historias irracionales sobre el comportamiento de alguien, somos propensos a pensar: «Yo no haría eso». Sin embargo, la mayoría de la gente repite los mismos errores, es irracional y se queda en su zona de confort; esto no sucede porque seamos estúpidos o incapaces, sino porque sencillamente somos así.
Estamos naturalmente diseñados para permanecer en nuestra zona de confort para sobrevivir
Guste o no, todos somos criaturas de costumbres: no importa lo inteligente que seas. Por eso podemos optimizar las tareas repetitivas, aprender de las experiencias y –a veces– pensar con lógica. Esto está fuertemente relacionado con nuestra capacidad para captar patrones: cuantos más puedas entender, más posibilidades tendrás de sobrevivir, especialmente en la naturaleza. Sin embargo, debido a ello, tendemos a caer en la trampa de no ser capaces de tener diferentes perspectivas.
Además estamos naturalmente diseñados para permanecer en nuestra zona de confort para sobrevivir. Por ejemplo, nuestra temperatura corporal es estable independientemente de la temperatura exterior, lo que se llama homeostasis; y esta funciona incluso mentalmente. Por ejemplo, si hace demasiado calor en el exterior, es probable que enciendas el aire acondicionado para sentirte cómodo. Así que permanecer en nuestra zona de confort es algo natural, pero no es muy útil en el actual mundo de los negocios.
El problema central de la innovación es que la mayoría de las personas se especializan en un campo específico, trabajan con las mismas personas todos los días y tienen una gama limitada de intereses, lo que hace que desarrollen patrones y piensen dentro de los patrones que ya tienen. Es cierto que estos patrones aceleran la eficiencia en el trabajo diario, de modo que uno no tiene que pensar cada vez que hace algo. Gracias a los patrones, podemos procesar muchas cosas de forma rápida y eficaz sin cometer muchos errores. Sin embargo, en general, los patrones limitan nuestros puntos de vista y posibilidades.
Arte, ciencia y tecnología: acelerando las innovaciones
El mayor reto que tenemos en la innovación es que todos tenemos patrones de pensamiento que dificultan nuestra capacidad de conectar los puntos de forma diferente. En una empresa, la mayoría de los empleados deben compartir valores y culturas similares. Por eso encajan en la empresa, pero también por eso la mayoría de la gente tiende a pensar de forma similar. Por eso, la clave para acelerar la innovación es romper el patrón de pensamiento y volver a conectar cosas aparentemente irrelevantes.
La razón por la que la combinación del arte, la ciencia y la tecnología puede acelerar la innovación es muy sencilla: puede darnos perspectivas, puntos de vista e ideas totalmente diferentes. Tendemos a creer que sabemos algo, especialmente cuando tenemos algún conocimiento especializado. Sin embargo, las interacciones y colaboraciones con quienes tienen antecedentes completamente diferentes a menudo pueden permitirnos conectar puntos de manera diferente, dándonos perspectivas que nunca antes habíamos tenido. Ese es un momento mágico que puede generar innovación. Los artistas, los científicos y los tecnólogos tienden a especializarse en sus propios campos, aunque todos son creativos a su manera: por eso, cuando colaboran, surge una forma realmente poderosa de generar nuevas ideas y hacer que la innovación se produzca.
El pensamiento multidisciplinar nos permite romper nuestros esquemas y nos da perspectivas alternativas
No hace falta decir que muchos grandes inventores a lo largo de la historia han estado expuestos a múltiples perspectivas diferentes. Es el caso de Leonardo Da Vinci, Samuel Morse, Santiago Ramón y Cajal y Steve Jobs, entre otros. El pensamiento multidisciplinar nos permite romper nuestros esquemas, nos da perspectivas alternativas y aumenta nuestra capacidad de conectar los puntos de forma diferente.
Una necesidad multidisciplinar
Para la mayoría de las personas del mundo empresarial el arte, la ciencia y la tecnología no son relevantes. Por ejemplo, no es necesario entender acerca de estos ámbitos para vender un iPhone, aunque sean muy relevantes para su narrativa. Por lo tanto, para la mayoría de la gente en los negocios, estos aspectos se consideran inútiles a menos que se trabaje en una división de I+D. Aun así, mucha gente cree que un enfoque tradicional, como obtener un título de MBA, es el factor clave para la innovación y, sin embargo, curiosamente, muchos innovadores de hoy en día no tienen formación en negocios, sino en materias creativas como el arte, el diseño y la arquitectura.
Los líderes tecnológicos mundiales tienen ya un programa de residencia para artistas: no por diversión, sino con un propósito estratégico
Según el informe Design Tech Report elaborado en 2016, el 21% de los unicornios mundiales –es decir, las empresas con un valor superior a 1.000 millones de dólares– tienen un cofundador con formación en una materia creativa. Todo el mundo conoce a Steve Jobs, pero otras empresas como Airbnb, Square, YouTube, GoPro y Artsy, tienen también al menos un cofundador con formación en un campo creativo. ¿Solo una coincidencia? Hoy los líderes tecnológicos mundiales como Google, Amazon, Facebook, Microsoft y otros, tienen ya un programa de residencia para artistas: es obvio que no lo hacen por diversión, sino con un propósito estratégico.
El arte es sólo un ejemplo, pero lo que es realmente poderoso y necesario en el mundo de los negocios ahora es el pensamiento multidisciplinar. Hoy en día, el valor de la información no es tan alto como antes, ya que se ha mercantilizado: es posible acceder a mucha información en todo tipo de industrias y campos. Incluso es posible leer un gran número de trabajos de investigación científica de forma gratuita. Uno puede aprender mucho por sí mismo en casa viendo YouTube o inscribiéndose en Udemy. Desde el punto de vista de las finanzas, esto significa que el valor relativo de una pieza de información se ha desplomado drásticamente. En otras palabras, el mero hecho de saber algo no es tan valioso, ya que todo el mundo puede acceder a ello. Incluso si uno no se halla familiarizado con las finanzas, es fácil entender que lo que todo el mundo puede tener es menos valioso que lo que la mayoría de la gente no puede tener, como un gran diamante.
Una sola pieza de información no es muy valiosa, pero cuando se combina con otra información de forma única, genera un nuevo valor
Vivimos en la era del mundo digital y la innovación ya no consiste en mejorar ligeramente la calidad de los productos físicos, sino en cambiar la forma en que ‘unimos los puntos’. Alojarse en casa de un desconocido en un país en el que nunca has estado, suscribirse para comprar los derechos de acceso a una colección de música, utilizar una plataforma de forma gratuita a cambio de dar a una empresa tus datos personales: todos estos nuevos negocios han tenido éxito no solo porque han mejorado la calidad del hardware, sino porque han conectado la información existente de forma diferente. Un gran ejemplo sería, de nuevo, el iPhone: cuando se lanzó por primera vez, muchas empresas japonesas podían realmente producir un teléfono de mejor calidad desde el punto de vista del hardware. Sin embargo, las empresas japonesas perdieron posteriormente la cuota de mercado de la telefonía móvil. Ello no ocurrió porque no pudieran mejorar la calidad, sino porque no pudieron unir los puntos de forma diferente. De hecho, algunas partes del iPhone han sido producidas por empresas japonesas.
Por tanto, lo que necesitamos en el mundo de los negocios hoy en día es una forma de pensar alternativa para poder conectar los puntos de forma diferente. Una sola pieza de información no tiene mucho valor, pero cuando se combina con otra información de forma única, genera un nuevo valor. El pensamiento multidisciplinar nos permite unir los puntos de forma diferente y, por eso, la combinación de arte, ciencia y tecnología es necesaria no sólo para los que trabajan en el mundo de la I+D, sino para que todos innovemos en nuestra forma de pensar: innovando nosotros mismos.
Fuente: https://ethic.es/secciones/guerra-en-ucrania/
Masaaki Hasegawa es conferenciante de Thinking Heads, escritor, artista y experto en creatividad.