La creciente banalización del arte y la literatura, el triunfo del amarillismo en la prensa y la frivolidad de la política son síntomas de un mal mayor que aqueja a la sociedad contemporánea: la suicida idea de que el único fin de la vida es pasársela bien. Por su parte, la cultura es un asunto de autosuperación, pero también de autorrealización. Eleva al yo, pero también lo disciplina, uniendo lo estético con lo ascético.
En el siguiente artículo de Juan Carlos Porras publicado en CNN hace un análisis de la importancia de llevar la cultura y artes a la aulas para provocar la vasta oferta cultural que necesitamos en tiempos de pandemia.
De las muchas definiciones de Cultura, miles para atender asuntos de números, propongo para efectos prácticos la del «cultivo y abono de los espíritus» (Francis Bacon, dixit) porque habla de veneración y protección. Deriva desde luego que “la Cultura es un asunto de autosuperación, pero también de autorrealización. Eleva al yo, pero también lo disciplina, uniendo lo estético con lo ascético. (…) La palabra «cultura» nos transporta de lo natural a lo espiritual, y en esa medida sugiere una afinidad entre dos ámbitos. Somos seres culturales, pero también somos parte de la naturaleza sobre la que ejercemos nuestro trabajo.” (Terry Eagleton, La idea de cultura (2001), pp. 11, 17-18).
En este sentido habrá que recordar que para ser ciudadanos primero debemos ser personas y también decir que “el Estado encarna la cultura que, a su vez, es la plasmación de nuestra común condición humana”. (Ibid., La idea de cultura, p. 19).
Así pues “poner la cultura por encima de la política –ser primero seres humanos luego ciudadanos– significa que la política se debe mover dentro de una dimensión ética más profunda, sirviéndose de los recursos de la ley de cultura, de los planes de desarrollo, y formando individuos para convertirlos en ciudadanos”. (Ibid., La idea de cultura, p. 19).
Dicho de otra manera: tenemos y debemos cambiar la cultura del poder por el poder la cultura como se propone de manera actual en la materia. (Alejandra Frausto Guerrero, El poder de la cultura (2018), “Presentación”, p. 2).
De ahí que la más razonable propuesta de Cultura y Artes para León de los Aldama sea expresar más en obras, hablo de acciones concretas, que, en buenas razones, pues al disociar este rubro de la sociedad perdemos todo y todos.
Se necesita entonces crear una serie de mecanismos y retomar otros que permitan el desarrollo cultural de manera conjunta y armoniosa. Es decir, partir de la inteligencia, la información y el método a través de acciones-programas-proyectos eficaces que nos hagan pensar en lo que somos, pero también en lo que podemos ser. Esto es, por cierto, la Identidad y la Pertenencia que son el reflejo de lo que somos y lo que hacemos.
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Para expresar mejor esta idea, quien tome las riendas de Cultura y Artes en el aula del diario cotidiano deberá recalar en algunos enunciados que hablan de acciones honestas. A saber: a) Pensar, b) Sentir, c) Querer y d) Actuar.
Lo último, conviene puntualizar, habla del trabajo serio y honorable en pro de los trabajadores de la Educación, de la Cultura y las Artes y de los padres de familia ya que se trata de ir codo a codo con todos los sectores pertinentes para propiciar la tan necesaria formación integral, educativa y académica para provocar la vasta oferta cultural que necesitamos en tiempos de pandemia.
Fuente: https://www.milenio.com/opinion/juan-carlos-porras/los-que-estan-mirando/cultura-y-artes-en-el-aula