Consumo: Las redes sociales y distintas plataformas digitales como Facebook, WhatsApp, Instagram o YouTube, entre otras, han aumentado la propagación indirecta de esta epidemia del consumo excesivo, creando necesidades que antes no existían.
Relación cultural con el consumo excesivo
Al abordar la noción cultural, se dice que “es, pues, un conjunto de articulaciones en las que interviene lo natural y lo social. No es solamente una instancia humana observable”.
Teniendo en cuenta que lo natural y lo social han transformado por completo la concepción del mundo que hoy se conoce, los estudios socioculturales realizados por parte de diversos autores concluyen que la humanidad ha desarrollado una cultura de la información.
Factor social como indicador de consumo excesivo
El sistema social y económico expresados en la teoría Marxista acerca de valor – trabajo, postula, a grosso modo, que el valor atribuido a un bien o servicio prediseñado, y posteriormente fabricado, depende de la labor de varios individuos que trabajan arduamente para su confección, marcando la brecha que existía entre proletariado y burguesía.
La mano de obra social era fundamental para impulsar las ganancias y crear un sistema económicamente estable. Donde existía la influencia del poder y el desarrollo de actividades sociales y económicas por parte de clase trabajadora.
Factores psicológicos que influyen
Al hacer referencia a los factores psicológicos que juegan un papel fundamental en el consumo, es imprescindible destacar las emociones, puesto que, estudios previos realizados tanto en muestras de población general como en poblaciones clínicas relacionan la inestabilidad emocional con la compra compulsiva.
Es decir, un individuo que presenta afectaciones a nivel emocional no decide consumir objetos de cualquier índole porque representen una necesidad básica, decide hacerlo con el fin de satisfacer una necesidad emocional que requiere ser atendida de una u otra manera. Sería algo como “llenar un vacío”.
De acuerdo a lo anterior, se evidencia un gran consenso entre distintos autores acerca de la existencia del comportamiento de consumo compulsivo en los últimos años, indicando la prevalencia de distintos rasgos de personalidad como el neuroticismo. Este concepto hace referencia a la inclinación por emociones negativas asociadas a la ansiedad y la depresión. Se constituye, por tanto, como un factor de riesgo que predice el comportamiento de consumo compulsivo asociado al uso desmedido de las tecnologías.
Pero, ¿puede este comportamiento calificarse como una patología? Muchos son los investigadores que se refieren a este como una conducta patológica relacionada con trastornos conductuales como adicción a internet, juego patológico, etc. Sin embargo, así como existen rasgos de personalidad que se constituyen como factores de riesgo, existen otros que conforman factores protectores.
Cuando menos es más
El minimalismo apoya fuertemente la noción de “menos es más”, suscitando emociones positivas en el individuo al realizar un profundo cambio en su vida. Esto favorece una sensación de bienestar y satisfacción que da paso al mantenimiento de la conducta minimalista.
Cabe resaltar que el desarrollo de esta práctica no solo trae beneficios al individuo, también ha contribuido a la protección del medio ambiente debido a que entre menos consume un sujeto, menos acumula objetos que contienen componentes nocivos para los recursos ambientales. Por otro lado, algunas personas afirman que esta práctica requiere ser un estilo de vida voluntario que no se encuentre condicionado por alguna situación externa (ejemplo: bajos recursos económicos).
Se hace énfasis, principalmente, en la simplicidad voluntaria, en la cual el individuo adquiere un compromiso consigo mismo que consiste en la eliminación de aquello que no necesita realmente y perturba su tranquilidad (objetos, incluso, pensamientos y actividades). De este forma, contribuye a la organización en diversos aspectos de su cotidianidad (laboral, en el hogar, emocional, etc.).
¿Cómo reducir el consumo excesivo?
Existen diversas recomendaciones que pueden reducir, en gran medida, el consumo excesivo:
- Realizar una lista acerca de las cosas que en realidad se necesitan. Tener una hoja y un bolígrafo al alcance de la mano a la hora de realizar compras ayuda a realizar compras de manera responsable.
- Preguntarse si es necesario adquirir un bien y/o servicio o no. Muchas veces se observan productos llamativos de algún establecimiento público o alguna página de internet específica. Es importante preguntarse en ese momento sobre la pertinencia de adquirir el producto con el fin de evitar compras vacías y sin sentido.
- Buscar actividades que ayuden a reducir las emociones negativas. Las compras excesivas pueden ser realizadas por personas que han experimentado emociones negativas. Las actividades de ocio o física ayudan a reducir estas sensaciones causadas por diversas situaciones, no las compras excesivas.
- Permanecer en las pantallas digitales un tiempo prudente. Es recomendable establecer horarios de uso de las herramientas digitales para navegar en redes sociales. Quienes navegan varias horas a través de tales herramientas, tienden a convertirse en consumidores excesivos a causa de la información desmesurada que circula diariamente.