Perdón: Se suele considerarse un valor humano. Puede servir por un lado, al ofensor para liberarse de la culpa y por otro lado, para que el ofendido se libere de posibles sentimientos de rencor.
El perdón no siempre implica que el ofensor no tenga que compensar de algún otro modo su error.
¿Qué es el perdón?
Perdón es la acción de perdonar, un verbo que hace referencia a solicitar u otorgar a alguien la remisión de una obligación o una falta. Antes del momento del perdón, la persona que lo solicita debe estar arrepentida, mientras que el perjudicado por la falta tiene que estar dispuesto a dejar el problema atrás.
El perdón, por lo tanto, es la remisión de una obligación pendiente, de una ofensa recibida o de una pena merecida por la falta. Al perdonar se expresa la indulgencia, tolerancia o comprensión ante el error ajeno.
¿Perdonar es fácil?
A veces para ello se tienen que superar emociones negativas, pensamientos rumiativos y vengativos. De hecho, el perdón se ha relacionado con tres componentes claves: mecanismos de control cognitivo, toma de perspectiva y valoración social. Por otra parte, no hay que olvidar que el perdón no es lo mismo que el olvido, la tolerancia o excusa sobre un comportamiento hiriente o la reconciliación. Asimismo, puede clasificarse como el perdón hacia uno mismo, los demás y las situaciones. Y, además, no existe un único tipo. Indaguemos un poco más.
¿Cuál es su valor?
Se suele considerar un valor humano. Puede servir por un lado, al ofensor para liberarse de la culpa y por otro lado, para que el ofendido se libere de posibles sentimientos de rencor. No siempre implica que el ofensor no tenga que compensar de algún otro modo su error.
Se suele valorar el hecho de saber perdonar, aunque también el saber pedir perdón, porque implica de algún modo, reconocer la culpa y el daño cometido a la otra persona. En Psicología, ambas acciones se consideran capacidades del ser humano, que también suelen tener efectos terapéuticos positivos.
Muchas religiones tratan en su doctrina elementos como el perdón, el arrepentimiento y el sacrificio. Se habla del perdón en los libros sagrados, oraciones y plegarias. El perdón se suele representar a través de distintos rituales.
En el Cristianismo, por ejemplo, el Sacramento de la Reconciliación o Penitencia también se conoce como el Sacramento del Perdón. En el Judaísmo, el Yom Kipur es el Día del Arrepentimiento o el día del Perdón.
Tipos de perdón
Hay diferentes tipos de perdón, aquel de tipo decisional y el emocional/motivacional. Así como grados en los que puede medirse según la autenticidad de ello, influyendo entre otros, el estado emocional. Si nos centramos en ambos tipos y los tres componentes antes mencionados, el perdón decisional podría depender en gran parte de procesos de valoración social y el emocional implicaría la interacción de todos los componentes.
Así pues, en resumidas cuentas. El perdón implicaría cambios principalmente en la motivación y la emoción hacia quien nos hirió (control cognitivo), comprensión de las intenciones y emociones (toma de perspectiva) y juicios sobre la idoneidad de este en un contexto específico.
¿Qué ocurre cuando no perdonamos?
- A los demás: puede presentarse una mezcla de emociones (enojo, hostilidad, miedo, ira u odio), cogniciones (búsqueda de venganza o cavilaciones) y comportamientos (resentimiento, evitación o demandas de expiación). De algún modo u otro, estas posibles respuestas hacia quien nos hirió constituyen factores desadaptativos que pueden afectar a la salud física y mental.
- A nosotros: el perdón a uno mismo es un predictor importante del bienestar psicológico y una estrategia adaptativa, sirviendo como catalizador para el desarrollo personal. Además, ayuda a elevar los niveles de autoestima y reducir los síntomas de depresión y ansiedad. Hallazgos recientes sugieren que perdonarse a sí mismos es, incluso, más efectivo que perdonar a los demás.
¿Qué ocurre cuando sí perdonamos?
Se mejora la auto-aceptación y competencia para hacer frente a los desafíos. Podría decirse que el perdón hacia uno mismo y los demás se relaciona positivamente con la satisfacción con la vida. Tal es así que las personas que perdonan muestran características menos rumiables y narcisistas que aquellas con menos indulgencia.
Por si no fuera poco, puede reducir la hiperactividad crónica del sistema nervioso simpático en duración, magnitud y frecuencia, evitando un efecto negativo sobre el sistema cardiovascular al disminuir la presión arterial y la variación de la frecuencia cardíaca. Con esto, también mejoraría el sistema inmunológico a nivel celular y neuroendocrino.
Fuente: NeuroClass
Victoria Cardona