Rusia 2018 viene con el signo de lo colosal: tribunas gigantescas, wifi en cada asiento, campos de juego climatizados, cubiertas inteligentes y hasta la pantalla más grande del planeta. Un recorrido por los 12 estadios que ganan la copa de la vanguardia, al menos hasta 2022.
Luzhniki, el gigante
De Lenin solo quedó una estatua a la entrada del Luzhniki, el estadio principal del Mundial, donde se jugará la final y donde se hicieron la Fiesta y el partido inaugural. Es uno de los pocos que no se construyó de cero. Fue inaugurado en 1956, como “Estadio Central Lenin”, pero la gente lo rebautizóLuzhniki (prados, en ruso) por el sitio que ocupa a orillas del río Moldova.
Hoy sigue conservando el espíritu colosal. Tiene capacidad para 80 mil espectadores y es el más grande de esta Copa. Su remodelación costó US$ 400 millones, que fueron aportados por el gobierno ruso.
Otkrytiye Arena, el gladiador
Ubicado en las afueras de Moscú, al Otkrytiye Arena todos lo conocen como el Spartak, por su localía. El equipo moscovita lo construyó en 2014 (hasta ese año jugaba en el Luzhniki). El complejo tiene capacidad para 43 mil espectadores y costó US$ 430 millones. El estadio en el que debutó la Argentina está ubicado en las afueras de Moscú, en el ex Aeródromo de la ciudad, lo que evita el problema de la desconcentración.
Nizhny Novgorod, hijo del viento
Está ubicado en la confluencia de los ríos Volga y Oka, en la antigua ciudad de Gorki, la sede del Kremlin. El arquitecto ruso Valery Lukomsky fue el responsable de su diseño, en el que se invirtieron US$ 290 millones. Con capacidad para 45.764 hinchas, el estadio se integra al paisaje mediante una envolvente semitransparente. No solo se ve la bellísima costanera, sino que garantiza espectaculares ángulos al Kremlin y a la mítica catedral de Alexander Nevsky.
San Petersburgo, el más caro
Antes de convertirse en Leningrado, San Petesburgo era la capital imperial. Tres siglos después, su estadio es un digno heredero: es la cancha más cara de las 12 en las que se juega el Mundial. No hay datos oficiales, pero se rumorea que demandó US$ 1 mil millones. Vladimir Putin no escatimó un centavo y convocó a Kisho Kurokawa, el japonés considerado uno de los padres del Metabolismo, quien se tomó 10 años para construirlo. Lo levantó en la isla de Krestovsky, en el lado ruso del golfo de Finlandia.
El diseño hace honor a lo insular: parece un gran plato volador que recién toca la tierra o el agua congeladísima del Mar Báltico. El volumen interno del domo es de 3.321.501 m3 y su capacidad de 68.000 butacas.
Ekaterimburgo, el más oriental
Al pie de los Urales, el Ekaterimburgo Arena es el campo de juego menos occidental de este Mundial. Está en la parte asiática de Rusia. La sede mundialista se alza sobre el estadio original, inaugurado en 1957. La obra costó US$ 215 millones y, al igual que en el Luzhniki, conservó la fachada original. Sobre ella se montó la nueva estructura en un diseño totalmente contrapuesto.
Samara, un planetario
El diseño del Samara Arena también parece hacer alusiones cósmicas. Su silueta, parecida a una nave espacial, se recorta en la confluencia del Volga y Samara.
Se terminó de construir este año con presupuesto de US$ 320 millones. La idea de levedad se sustenta en una estructura de columnas metálicas sin piel que asemeja a un plato volador a punto de despegar. La metáfora cósmica del domo, en el que entran 44.807 personas, está apoyada en la historia de Samara, la ciudad que concentra la mayor parte de la industria aeroespacial rusa.
Kaliningrad, regreso a Octubre
El Kalningrad Stadium está construido en la isla de Octubre. Costó US$ 300 millones y fue diseñado por el estudio francés Wilmotte, autor del Centro de Entrenamiento del París Saint Germain y el Allianz Riviera, de Niza. l estadio, con 45 mil asientos, es la pieza central de un masterplan para la isla. El plan incluye una reserva natural, marinas y un puente vehicular que une la isla con el continente.
Kazan, para la tele
Populous, el estudio estadounidenses responsable del Super Bowl, pusieron la firma en tres de los estadios: el Rostov, el Fisht y el Kazan Arena. Este último está sustentado por una estructura curva, muy parecida al ala de un sombrero. La ola guarda un estadio con 45.379 butacas. La ciudad de Kazán está en las profundidades de la Rusia tártara y es considerada la capital de los deportes del país. Construir su Arena costó US$ 439.7 millones y bate el récord de las pantallas de alta definición. La suya cubre 4.030 m2 y está considerada como la más grande del mundo.
Rostov, el que hace olas
El Rostov es el otro estadio diseñado por Populous. Los americanos decidieron integrar al paisaje con un espectacular techo que imita las olas del vecino río Don. No son las únicas curvas de la obra, que costó US$ 330 millones, las gradas también tienen formas irregulares. Esos saltos en la altura de las tribunas permiten ver el partido, pero también disfrutar de las vistas a la ciudad. Aquí también se recurrió a las tribunas removibles para cumplir con las normas FIFA. Hoy el estadio tiene 45.000 plazas, que se reducirán a 35.000 en un mes.
Fisht, doble corazón
Se inauguró en 2014 para los Juegos de Invierno y luego fue cerrado para ponerlo a punto y ganar el OK de la FIFA. El Fisht costó US$ 519 millones y tiene capacidad para 47.669 hinchas, enmarcado por las montañas Krasnaya Polyana y el Mar Negro. Los proyectistas de Populous intentaron plasmar esa dualidad diseñando una esfera partida. Su tecnología y su diseño le valieron alcanzar las 4 Estrellas, la máxima categoría otorgada por la FIFA. El clima fue el gran desafío de la obra. Los proyectistas optaron por usar tetrafluoretileno para las cubiertas de las tribunas occidental y oriental. Es un material transparente de alta resistencia, capaz de aguantar los vientos y la insistente bruma del Mar Negro.
Mordovia, piel multicolor
La ciudad de Saransk, en Mordovia, es famosa por sus cerámicas, una tradición que se remonta a la época en que los mórdovos eran nómades. En eso se inspiró el arquitecto alemán Tim Hupepara el Mordovia Arena, con un costo de US$ 300 millones. El bowl alberga 44.442 personas y sigue las curvas de un cuenco con una fachada que repite tonos naranjas, rojos y blanco, la paleta de las cerámicas que se pintan en la ciudad. La piel es de paneles metálicos colgantes microperforados.
Volvograd, el metálico
Cualquier escena cinematográfica de los soldados alemanes marchando sobre los campos rusos parece quedarle chica a Volgograd. Volvograd Arena costó US$ 280 millones y se construyó en el terreno que ocupaba el viejo Estadio Central, de la era Soviética. Su estructura transparente deja ver los dos símbolos de la ciudad, el Memorial de los Héroes de Stalingrado y el Monumento a la Patria. Tiene capacidad para 45.568 hinchas y su estructura posee la malla metálica más grande de Rusia, que teje la piel de bowl siguiendo la forma de un cono invertido. La envolvente recuerda los puntos de la cestería, una de las actividades tradicionales de la ciudad.