Estereotipos positivos en los medios: ¿más problemáticos de lo que parecen?

¿Pueden los estereotipos positivos en los medios ser más dañinos de lo que imaginamos? Conversamos con el periodista Pedro Borges y exploramos su impacto en el periodismo y la sociedad.

Los periodistas desempeñamos un papel fundamental en la formación de la opinión pública y en la representación mediática de diversos grupos sociales. Sin embargo, en nuestra búsqueda por simplificar la información y comunicar de manera efectiva, solemos caer en estereotipos que en ocasiones son perjudiciales para algunas poblaciones, ya sea por su carácter negativo o porque aunque parecen positivos e inofensivos a simple vista, perpetúan prejuicios y limitan la justa representación de grupos marginados.

Para entender el peligro que pueden ser los estereotipos positivos en el periodismo y cómo estas representaciones erróneas pueden tener un impacto significativo en la percepción pública de diversos grupos de personas, profundizar en las brechas raciales preexistentes y afectar por completo la vida de algunas personas, conversamos con Pedro Borges, editor jefe de Alma Preta, una agencia de periodismo especializada en temas raciales en Brasil.  

¿Qué son los estereotipos positivos?

Los estereotipos positivos son representaciones simplistas que atribuyen características o cualidades aparentemente positivas a un determinado grupo social; preconcepciones que además influyen en la forma en que interactuamos con otros, afectando nuestra percepción sobre ellos y nuestra conducta a su alrededor. Aunque puedan parecer inofensivos, estos pueden resultar en suposiciones erróneas sobre grupos enteros.

Por lo general, estos estereotipos se basan en generalizaciones sobre aspectos como la nacionalidad, el género, la raza, la etnia e incluso la edad, y pueden ser moldeados por los medios de comunicación, por los hábitos de consumo y por las experiencias personales. 

En el caso de los medios, dice Borges, el uso de los estereotipos aparentemente positivos a menudo refuerzan el prejuicio en lugar de desafiarlo. Para ejemplificar esta idea, Borges explica que “existe una asociación mediática del negro con la alegría y la fiesta que puede parecer positiva. Sin embargo, esta asociación proviene de un lugar que refuerza una distancia entre el sujeto negro y el sujeto blanco, en la que el primero está alejado de toda racionalidad, pues su conocimiento cultural místico en relación a la danza y la cultura lo hace ligero e inconsecuente. Mientras el sujeto blanco es presentado como alguien frío y racional, un estereotipo que según el contexto, lo que hace es reforzar la otredad de la población negra”.

Este refuerzo de ideas preconcebidas puede tener un impacto real en la vida de las personas, al limitar oportunidades y perpetuar la discriminación. Inciden en las percepciones, los sesgos inconscientes y las decisiones de la sociedad en general; por ejemplo, la creencia de que las personas negras son inherentemente alegres pero carecen de racionalidad puede influir en discriminación en el lugar de trabajo o en el acceso a la educación. 

En el caso de los medios, su rol en la formación de estereotipos es altamente eficiente, pues la forma de retratar a determinados grupos termina por profundizar en suposiciones sobre la capacidad y el valor de los individuos que los componen, simplificando además la diversidad de experiencias humanas que se pueden encontrar en un mismo grupo. 

Trampas encubiertas

Borges señala que los estereotipos positivos están “llenos de trampas”, no solo para los periodistas sino también para las poblaciones a las que van dirigidos. “¿Quién no quiere ser visto como feliz y alegre? ¿Por qué alguien no querría ocupar ese lugar? A menudo son una trampa para nosotros mismos porque preferimos el halago a la estigmatización. Por supuesto que es mejor que la prensa muestre a las poblaciones negras y vulnerables como personas que alegran el carnaval y no como criminales”. Sin embargo, menciona, no se le debe apuntar a la normalización de estos estereotipos por mantener la comodidad, o por no enfrentarse a las asociaciones que vienen con el supuesto halago y a las realidades complejas que viven estos grupos sociales. 

Para Borges, muchos estereotipos positivos provienen además de un lugar de subordinación que perpetúa la noción de que estos grupos de personas no son adecuadas para ocupar posiciones de liderazgo, intelectuales o de importancia en la sociedad. Algunos estereotipos positivos que se relacionan con esto tiene que ver, por ejemplo, con encasillar a las personas del campo como personas humildes, a las mujeres como seres con una capacidad alta de empatía y emocionalidad, o a los latinos en Estados Unidos como migrantes de bajos recursos que se superaron al radicarse en otro país. Pero dichos estereotipos refuerzan mensajes negativos e infundados, como el supuesto desconocimiento de los campesinos sobre los temas de país, la incapacidad de las mujeres para tomar decisiones radicales, o la poca cualificación de los migrantes latinos para ocupar posiciones diferentes a las de servicio. 

Impacto en la percepción pública 

La normalización de estos estereotipos positivos puede tener un efecto perjudicial en la percepción pública de los grupos marginados. Ya que al reafirmar su posición de subordinación, también refuerza la idea de que son personas que pertenecen a contextos históricamente excluidos, y con ello limita su capacidad de desempeñarse con facilidad y con éxito en roles más cotidianos. 

La relación entre los estereotipos positivos y la discriminación es innegable, y en el caso de la población afro, estos estereotipos contribuyen a la perpetuación del racismo estructural al negar a las personas negras su individualidad y su capacidad de ocupar roles diversos en la sociedad. Al respecto, Borges menciona que “no se espera que el negro ocupe puestos de liderazgo en una empresa, en el gobierno, o que sea una referencia en campañas políticas. No se espera que el negro sea el organizador o el jefe de una redacción. Lo que sin duda refuerza su posición de exclusión”.

La importancia de una narrativa periodística inclusiva y antirracista

El lenguaje y las representaciones mediáticas juegan un papel importante en la formación de la opinión pública y pueden influir en la discriminación en todos los ámbitos de la vida. Incentivar el uso de narrativas periodísticas inclusivas y antirracistas es crucial en la lucha por una sociedad más justa y equitativa. Precisamente, en su clase magistral durante el Festival Gabo 2023, Borges nos invitaba a cambiar el lenguaje en nuestros cubrimientos: “Sabemos que las palabras tienen el poder de reforzar opresiones y si bien debemos defender la libertad de expresión y de prensa eso no significa defender la libertad de opresión”, expuso.

Estas narrativas son esenciales para desafiar todo tipo de estereotipos, para romper con los sesgos inconscientes que se han creado a partir de nuestra exposición a contenido mediático constante, y para presentar una imagen precisa y diversa de la sociedad.

Borges enfatiza la importancia de que el periodismo pueda mostrar que estas poblaciones están presentes en diversas áreas y expresiones culturales, sin reducirlas a estereotipos simplistas. Lo que requiere hacer un esfuerzo consciente en las redacciones de medios por promover contenidos periodísticos que reflejen la diversidad y complejidad de distintos tipos de comunidades. 

Sobre la población negra específicamente, el periodista brasileño resalta que es importante que desde el periodismo tengamos en cuenta que los negros también forman parte de la vida cotidiana, que son expertos en diversos temas y partícipes de la sociedad con representaciones en distintos espacios.

“En la prensa brasileña las personas negras están representadas positivamente en muy pocos lugares. ¿Dónde aparecen? Principalmente en el ámbito deportivo y cultural, ya que hay un gran número de atletas, actores y actrices negros destacados. Pero después tienes otro extremo, que es el de la pobreza, la criminalidad y la violencia. No se ve la presencia de la población negra en ese punto intermedio, porque los negros raramente ocupan esos roles cotidianos. Sin embargo, si naturalizamos más la presencia negra en estos espacios podremos tener mayor representatividad, incluso aunque tenga limitaciones”, menciona.

Renunciar a los estereotipos para hacer un periodismo más ético

Para ser aliados efectivos en la lucha contra los estereotipos y así aumentar la representatividad de diversos grupos en los medios, los periodistas debemos ser conscientes de que desempeñamos un papel fundamental en la creación y difusión de narrativas mediáticas, y que por lo mismo es crucial que podamos cuestionarnos a nosotros mismos y a nuestras creencias. Solo así podremos entender cuál es la raíz de nuestros propios sesgos y utilizar nuestra plataforma para promover la justicia, la igualdad y la diversidad. 

Algunas preguntas que los periodistas podemos hacernos para romper con el uso de estereotipos positivos y negativos en nuestros contenidos son las siguientes: 

  1. ¿De dónde vienen mis suposiciones sobre ciertos grupos sociales, étnicos o raciales?
  2. ¿En qué medida influyen los medios, el entretenimiento y las redes sociales en la formación de mis opiniones sobre otras personas? 
  3. ¿Estoy perpetuando estereotipos positivos o negativos con mi trabajo periodístico? (Ver más: Repensando las noticias, cómo disminuir la desconfianza y promover una representación justa)
  4. ¿Cómo puedo promover una narrativa más inclusiva y antirracista en mis reportajes y artículos?

Al hacernos este tipo de preguntas contribuimos a desafiar nuestros propios sesgos inconscientes y prejuicios arraigados. Asimismo, podemos ejercer un periodismo más ético, que desafía los estereotipos y promueve una narrativa que refleja la riqueza y diversidad de las experiencias humanas, sin limitar a las personas a categorías simplistas. 

FUENTE: https://fundaciongabo.org/es/etica-periodistica

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