Límite de la personalidad #Bienestar #Uninter

Límite: El trastorno límite de la personalidad aún supone un desafío en cuanto a su diagnóstico, conceptualizaciones y tratamiento. Lo que conlleva, la necesidad de programas de intervención precoz y modelos integrales de atención. Veamos qué es el trastorno límite de la personalidad. 

¿Qué es el trastorno límite de la personalidad?

El trastorno límite de la personalidad es un trastorno de la salud mental que impacta la forma en que piensas y sientes acerca de ti mismo y de los demás, causando problemas para insertarte normalmente en la vida cotidiana. Incluye problemas de autoimagen, dificultad para manejar las emociones y el comportamiento, y un patrón de relaciones inestables.

Con el trastorno límite de la personalidad, se tiene un temor profundo al abandono o a la inestabilidad, y se puede tener dificultad en tolerar estar solo. Sin embargo, la ira desmesurada, la impulsividad y los frecuentes cambios de ánimo pueden alejar a los demás, pese a que quieras tener relaciones afectuosas y duraderas.

El trastorno límite de la personalidad por lo general comienza en la edad adulta temprana. La afección parece ser peor en la adultez temprana y puede ir mejorando con la edad.

Si tienes trastorno límite de la personalidad, no te desanimes. Muchas personas con este trastorno mejoran con el tiempo con tratamiento y pueden aprender a vivir una vida plena.

Límite

¿Cuáles son sus síntomas?

  • Miedo intenso al abandono, incluso se puede llegar a medidas extremas para evitar una separación o rechazo real o imaginario.
  • Patrón de relaciones intensas inestables, donde se puede idealizar a una persona y luego creer que esta no muestra interés o es cruel.
  • Cambios rápidos de identidad e imagen propias que incluyen también cambio de metas y valores. Viéndose a sí mismos como “malas” personas o como si no existieran.
  • Períodos de paranoia relacionada con el estrés y pérdida de contacto con la realidad, que pueden durar desde algunos minutos hasta horas.
  • Comportamiento impulsivo y riesgoso, como apuestas, conducción imprudente, sexo inseguro, ola de gastos, atracones, abuso de drogas, o sabotaje del éxito al dejar de repente un buen trabajo o terminar una relación positiva.
  • Amenazas, conductas suicidas o autolesiones. A menudo en respuesta al miedo de separación o rechazo.
  • Grandes cambios de humor que pueden abarcar desde algunas horas hasta días, incluyéndose felicidad intensa, irritabilidad, vergüenza o ansiedad, entre otros.
  • Sentimientos continuos de vacío.
  • Enojo intenso e inadecuado, como pérdida del temperamento frecuente, sarcasmo o peleas físicas.
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Causas

  • Genética. Algunos estudios llevados a cabo con gemelos y familias indican que los trastornos de la personalidad pueden ser hereditarios o se pueden asociar estrechamente con otros trastornos de la salud mental que ocurren entre los miembros de la familia.
  • Anomalías cerebrales. En diversas investigaciones se ha demostrado la presencia de cambios en determinadas áreas del cerebro relacionadas con la regulación de las emociones, impulsividad y agresión. Además, algunos químicos cerebrales que ayudan a regular el humor (como la serotonina) quizás no funcionen de manera adecuada.
  • Historia familiar. Las personas que tienen un familiar cercano, como un padre o hermano que tenga el cuadro, presentan mayor riesgo de desarrollar TLP.
  • Factores cerebrales. Los estudios muestran que las personas con TLP pueden tener cambios estructurales y funcionales en el cerebro. Como se ha indicado, sobre todo en áreas que controlan los impulsos y la regulación emocional. Ahora, no está claro si dichos cambios son factores de riesgo para el trastorno o si son causados por este.
  • Factores ambientales, culturales y sociales. La personas con TLP suelen informar de haber experimentado eventos traumáticos. Otras pueden haber estado expuestas a relaciones inestables, invalidantes y conflictos hostiles.
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Tratamiento

El TLP se trata, principalmente, con tratamiento psicológico, bien definido, basado en la evidencia y centrado en la recuperación, no solo en la remisión de síntomas. Ahora, en torno a esto ha de hacerse con precaución. Así mismo, se puede agregar medicación, como antipsicóticos de segunda generación estabilizadores del estado de ánimo. Especialmente, esto ha de considerar en el tratamiento general de las condiciones comórbidas. El médico también puede recomendar hospitalización si la seguridad de la persona está en riesgo.

Dependiendo de cada caso, el tratamiento ha de centrarse en la regulación emocional, control de impulsos, comportamiento y habilidades interpersonales. Tratando de limitar la posible disfunción social y ocupacional que puede presentar la persona. Y no solo ha de focalizarse en esta, pues los desafíos psicosociales que, lamentablemente, pueden verse reforzados por el estigma asociado a la enfermedad mental, son un problema que también afecta a la familia. Por ello, es necesaria una psicoeducación no solo individual sino grupa.

Fuente: NeuroClass

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