Estrés: El estrés en la niñez se puede presentar en cualquier situación que requiera que un niño se adapte o cambie.
Puede ser provocado por cambios positivos, como comenzar una nueva actividad, pero está vinculado con más frecuencia con cambios negativos, como una enfermedad o una muerte en la familia.
¿Qué entendemos por estrés infantil?
El estrés infantil suele relacionarse con la exposición del niño a una situación de cambio, que requiere que se adapte de alguna manera a lo desconocido. Esto puede tener lugar por diferentes situaciones como la separación de los padres, un cambio de escuela, mudanzas o cualquier escenario que para ellos implique un nuevo desafío que requiera nuevamente de su adaptación.
Muchas veces, puede estar acompañado de otra reacción natural del cuerpo como la ansiedad infantil. Sin embargo, se diferencian en que la ansiedad es una reacción poco adaptativa frente al estrés. Es decir, cuando la preocupación de una situación genera un nivel de estrés muy alto y prologando que impide que se sientan capaces de controlar una situación, surge la ansiedad.
Signos de estrés en los niños
- Cambios de comportamiento
- Alejarse de situaciones que antes suponían placer
- Expresar preocupación constante
- Manifestar quejas (más de lo habitual) sobre el colegio u otro lugar en particular. Por ejemplo, a través del llanto o reacciones de excesivo miedo como aferrarse a una persona adulta
- Alteraciones en el sueño y/o alimentación
- Síntomas físicos, por ejemplo, dolores de estómago o de cabeza frecuentes que pueden dar cuenta de una situación de estrés significativo
Contextos de estrés en los niños
Conviene conocer cuándo, cómo y dónde se producen los acontecimientos estresantes. Cuando son más pequeños están relacionados con la situación en la familia o con la propia escuela. En cambio, durante la adolescencia y la preadolescencia existe una mayor predisposición debido al cambio en las relaciones personales.
- Familia: El nacimiento de un hermano, divorcio de la pareja, fallecimiento de abuelos o de familiares queridos, cambios de domicilio o dificultades en la situación laboral de los padres
- Escuela: No aceptación de los iguales, acoso o molestias de otros, cambiarse de colegio, exceso de demandas escolares, malas notas o conflictos con los profesores
- Salud: El dolor y la enfermedad constituyen una de las principales fuentes de estrés para los niños. La hospitalización por enfermedad crónica es considerada como el factor de estrés más relevante en la población infantil
Causas y consecuencias
Existen diversas causas que pueden producir que un niño sienta estrés. Se incluyen situaciones cotidianas como el hecho de responder a las demandas y expectativas escolares o del hogar, establecer amistades, etc. Por otro lado, eventos más impactantes como por ejemplo: una separación, un divorcio, la muerte de una persona cercana o un cambio de residencia, son otros elementos a tener en cuenta para anticipar una situación de molestia.
Un estrés prolongado puede acarrear diversas consecuencias a nivel físico y mental. En el primer caso, se ha encontrado que puede producir presión arterial alta, debilitar el sistema inmunológico y/o contribuir a enfermedades como la obesidad o enfermedades cardíacas. De igual manera, en el segundo caso, trastornos como la depresión o la ansiedad han sido manifestados en estudios.
¿Qué pueden hacer los padres?
Después de detectar este tipo de situaciones, los padres pueden:
- Fomentar un modelo de afrontamiento saludable: Los padres son los principales referentes sociales de los niños
- Permitir que los niños resuelvan sus problemas: Si bien es cierto, todo padre quiere evitar el sufrimiento de sus hijos, esto no quiere decir que tengan la responsabilidad de solucionar todos sus conflictos
- Limitar el tiempo de pantalla: La exposición a medios digitales puede resultar ser una fuente de estrés, pues el libre acceso a información ilimitada y descontrolada puede ser abrumador
- Combatir las creencias erróneas: Los pensamientos negativos suelen ser comunes, no obstante, es necesario no solo limitarse a mostrar desacuerdo.
¿Qué deben hacer los niños?
- Descansar bien: El sueño es clave para alcanzar el bienestar físico y mental. Se recomienda un descanso de 9 a 12 horas diarias para los niños entre los 6 y 12 años
- Realizar actividades físicas: El ejercicio es una fuente de alivio de estrés a cualquier edad. En el caso de los niños y adolescentes se recomienda que, se realice al menos 1 hora diaria.
- Expresar las emociones: Es importante hablar abiertamente sobre las sensaciones que tienen los niños, por lo que el papel de un adulto es escuchar activamente y brindar apoyo.
- Establecer un tiempo para el ocio: Los niños necesitan un espacio para disfrutar y relajarse, en el que puedan hacer actividades lúdicas, artísticas o musicales. Incluso, pueden disfrutar de un espacio en el que no hagan ninguna actividad concreta
- Pasar tiempo fuera: La naturaleza es un gran aliado cuando se trate de gestionar el estrés. Los espacios verdes generan bienestar y son altamente beneficiosos para el desarrollo general del niño.
- Escribir las sensaciones: Poner en palabras nuestras preocupaciones puede reducir la angustia mental y contribuir al bienestar psicológico