Resiliencia: Sobrellevar y superar las adversidades de la vida, nos puede hacer crecer interiormente y, a menudo, modificar nuestra escala de valores y prioridades.
Esa capacidad de sobreponerse a situaciones adversas y obtener de ello un mejor autoconocimiento y aprendizajes de vida es característica de una persona resiliente.
¿Qué es la resiliencia?
La palabra resiliencia se refiere a la capacidad de sobreponerse a momentos críticos y adaptarse luego de experimentar alguna situación inusual e inesperada. También indica volver a la normalidad. Resiliencia es un término que deriva del verbo en latín resilio, resilire, que significa “saltar hacia atrás, rebotar”.
La resiliencia es una aptitud que adoptan algunos individuos que se caracterizan por su postura ante la superación de una adversidad. No obstante, no todas las personas poseen esta característica, aunque tampoco se relaciona con la genética.
Muchas veces esta habilidad es desconocida por el individuo y la descubre únicamente cuando se encuentra en medio de una situación difícil que logra superar gracias a su postura de lucha y de seguir adelante.
Se denomina como resiliente a aquella persona que, en medio de una situación particular, es asertiva y convierte el dolor en una virtud. Algunos sinónimos que se pueden emplear para indicar la palabra resiliencia son fortaleza, invulnerabilidad y resistencia.
¿Qué dice la neurociencia acerca de la resiliencia?
Desde la Neurociencia se considera que las personas más resilientes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de estrés. Esto les permite una sensación de control frente a los acontecimientos y mayor capacidad para afrontar las situaciones difíciles y estresantes.
La investigación neurológica ha demostrado que tales evocaciones del trauma y estrés se generan con activaciones autónomas de diversas partes del cerebro, en especial las de la memoria y las de vigilancia, es decir, con activación en diferentes áreas del cerebro tales como los núcleos de la amígdala, el lugar azul o locus cerúleo, el hipocampo, y luego el neocórtex.
El sufrimiento psicológico va a provocar en el sujeto modificaciones bioquímicas que son perceptibles en los análisis, principalmente el cortisol está vinculado con un incremento de la vigilancia o el estado de hiper alerta, así como de la atención focal. El exceso de cortisol implica: déficits en el desarrollo, la reproducción y en respuestas inmunes adecuadas. Esto explicaría lo observado en gente sometida a estrés intenso o de larga evolución.
Claves para ser una persona resiliente
- Autoconocimiento: La persona con mayores conocimiento de sí misma y de la realidad, puede procesar y elaborar más eficazmente los traumas y los factores estresantes.
- Empatía: Cuando tenemos empatía, el flujo de dar y recibir afecto en las relaciones con los demás es mayor, lo que incrementa nuestra red social de apoyo.
- Autonomía: La creencia de que uno puede influir en lo que sucede a su alrededor, perdiendo el temor a que las cosas suceden por injusticia o causas ajenas a nuestro control.
- Afrontamiento de la adversidad: Afrontar la adversidad con humor es propio de personas resilientes. Ser capaces de reírnos de la adversidad o situaciones difíciles nos ayuda a superarlas y mantenernos fuertes y optimistas ante la incertidumbre.
- Conciencia del presente: Ten el hábito de vivir en el aquí y ahora, sin que las culpas del ayer o la incertidumbre del futuro le enturbie el momento.
- Flexibilidad: La existencia de un propósito significativo en la vida es otra de las características de una persona resiliente.
- Sociabilidad: Las personas con resiliencia saben cultivar y valorar sus amistades.
- Tolerancia: Una de las principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de querer controlar todos los aspectos de nuestra vida, porque solemos tolerar mal la incertidumbre.
Fuente: Área Humana
Victoria Cardona