Vínculo: El vínculo terapéutico es una parte muy importante en la terapia y que en ocasiones es poco conocida por los pacientes. Mientras que, para los psicoterapeutas es esencial.
¿Qué es un vínculo terapéutico?
Para entender a qué nos referimos cuando hablamos de vínculo terapéutico, tendríamos que explicar qué entendemos por vínculo. En palabras de Bowlby, el vínculo se refiere al acto de crear un lazo afectivo con el otro que une y perdura en el tiempo.
Entonces, el vínculo terapéutico es ni más ni menos la relación que se construye entre el paciente o cliente y el terapeuta. Aunque la relación con tu terapeuta incluya un pago, que da constancia de que el terapeuta te está brindando un servicio, también se construye una relación.
Carl Rogers destaca tres actitudes fundamentales en la creación del vínculo terapéutico que dependen del terapeuta: la empatía, la aceptación incondicional y la autenticidad.
La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro, la aceptación incondicional se refiere al no juzgar y aceptar a la persona con todo lo que es y la autenticidad es el no representar un papel sino ser uno mismo.
¿Cuál es su importancia?
Es importante que este vínculo no solo se dé al principio, sino a lo largo del proceso. Según la psicología gestáltica, la primera entrevista se puede dividir en tres etapas: a) Establecer el vínculo; b) Explorar los datos y c) Esbozar una percepción diagnóstica.
Si no se genera un vínculo entre el profesional y el paciente, la misma exploración de datos se verá deteriorada y, en consecuencia, también el diagnóstico.
¿Por qué? Sin un enlace entre ambos es muy posible que el cliente no aporte datos de forma clara. Esto, a su vez, dificultará el trabajo del profesional. Ahora, dicha alianza no solo depende del especialista, sino también del paciente.
Si no se establece una adecuada relación terapéutica esto resultará en una terminación prematura del paciente y abandono durante las primeras sesiones de tratamiento. Y es que, las tasas de interrupción de la terapia oscilan aproximadamente entre un 20% y el 35% de pacientes que la interrumpen prematuramente, habiendo tasas de abandono cercanas al 50%.
Entre muchos de los factores que se considerarían predictores de esto se encuentra el vínculo terapéutico. Veamos algunos trastornos y cuadros en los que se destaca lo importante y necesario que es el vínculo terapéutico.
¿Podemos vivir sin establecer un vínculo?
La respuesta a esto es un rotundo no. Los vínculos constituyen una estrategia básica de supervivencia. Los establecemos desde nuestro nacimiento y de ellos depende nuestro desarrollo y bienestar en lo que respecta al presente, futuro, acciones, decisiones y formas de pensar. Así pues, no podemos sobrevivir sin establecer vínculos.
El primer vínculo que se establece es con la madre y, de este, depende nuestra subsistencia. Es importante destacar que dicho vínculo no es exclusivo de las madres, sino que puede conformarse con cualquier figura de cuidado o sostén que esté presente y atento a las necesidades del bebé.
¿Por qué es importante? Este tipo de vínculo permite al niño aprender a modular conductas y ponerle nombre a lo que vive y siente. De este modo, construye esquemas para facilitar la interacción con el entorno.
Sin la presencia de ello, podrían aparecer en el proceso del desarrollo graves dificultades, inseguridad, miedo y conductas desadaptativas. Que, al fin y al cabo, constituyen un facilitador de un sinnúmero de problemáticas. Tanto a nivel emocional, psíquico y vincular.
¿Qué se necesita para poder establecer el vínculo o la alianza terapéuticos?
Como en casi cualquier otro vínculo, es importante que el terapeuta muestre disponibilidad, presencia y competencia. Poniendo a disposición todas las herramientas de las que disponga. Sin embargo, no son solo las herramientas o técnicas correctamente aplicadas las que propician el resultado final. “Sintonizar” con el otro requiere también poner en juego aspectos relacionados con la empatía y flexibilidad. De este modo, la información que el terapeuta escucha del paciente es un permiso que autoriza a entrar en su mundo. Y este, requiere de responsabilidad, cuidado, respeto y valoración.
Carl Rogers, psicólogo americano, fue uno de los primeros en tomar una postura frente a la efectividad que producía la relación que se establece entre paciente y terapeuta en la clínica. Independientemente de las herramientas que se empleen y las técnicas que se utilicen. Así pues, todas las posturas clínicas han coincidido en que uno de los aspectos más importante y necesario para la eficacia del proceso terapéutico es el vínculo.
La calidez y aceptación positiva e incondicional con el paciente, sin sesgos de juicios o sentencias, forman parte de las características fundamentales que todo terapeuta debe tener para propiciar la alianza. Y, de esta forma, facilitar el proceso individual. Dicha aceptación implica respeto en el funcionamiento del otro, incluyendo en ello las actitudes que pudieran parecer negativas, positivas o contradictorias. En resumen, ha de brindarse un espacio de seguridad.