Bruxismo: Se trata de un problema creciente en la sociedad actual, debido al ritmo de vida cada vez más intenso, lo que aumenta el estrés y la tensión emocional. De hecho, puede convertirse en un trastorno crónico que curse con periodos de exacerbación en periodos de mayor estrés académico o laboral.
¿Qué es el bruxismo?
El bruxismo es la acción involuntaria de contraer la musculatura que utilizamos en la masticación fuera de ella, y que cierra la boca (por eso se asocia con el “rechinamiento de dientes”, provocando problemas en las encías y desgaste de la superficie dental. El bruxismo afecta entre un 10 y un 20% de la población y puede tener consecuencias. Puede suceder durante el día y durante la noche, aunque el más común es durante el sueño y es el más difícil de controlar, ya que sucede de forma totalmente inconsciente.
¿Qué tipos de bruxismo hay?
El bruxismo puede ser:
- Bruxismo diurno o de la vigilia: se produce durante el día. En este caso, se tiende a apretar los dientes, pero raramente a rechinarlos,
- Bruxismo nocturno o del sueño: se produce de noche y suelen coincidir ambas actividades, apretar y rechinar los dientes.
Su prevalencia no es exacta pero diversos estudios lo localizan entre el 30 y el 70% de los adultos. Por otro lado, se ha registrado en un 14,8% de la población adolescente.
Desde el enfoque funcional, factores psicológicos, como el estrés, ayudan a promover y perpetuar el hábito. Según el enfoque estructural, el bruxismo es resultado de interferencias oclusales, que provocan movimientos disfuncionales de la mandíbula. Integrando ambos enfoques, en la actualidad, se concibe el bruxismo como una interacción multifactorial de variables anatómicas, fisiológicas y psicológicas.
¿Qué causa el bruxismo?
No parece haber una causa única que provoque este trastorno, sino que su origen puede deberse a múltiples factores:
- La edad: el bruxismo es común en niños, aunque suele desaparecer con los años.
- Sufrir alteraciones en la oclusión dentaria y/o anormalidades articulares y óseas.
- Factores genéticos y familiares o hereditarios.
- Sufrir desórdenes mandibulares.
- Padecer trastornos del sueño y/o apnea.
- Fumar o consumir cafeína o alcohol.
- El abuso de drogas como la cocaína o las anfetaminas.
- Sufrir estrés, ansiedad o problemas de personalidad.
¿Cómo nos damos cuenta de que bruxamos?
Quien haya tenido períodos de bruxismo o haya compartido habitación con una persona con dicha patología, sabrá que los síntomas se manifiestan de forma evidente. Por otro lado, si se presenta algunos de los siguientes puntos, la visita a un especialista es lo más recomendable:
- Informe de pareja o compañero de habitación
- Dolor excesivo en los músculos faciales
- Desgaste dental
- Dolor mandibular
- Dolor de cabeza
Su relación con otras variables
Lo más común es que el bruxismo se asocie con estrés, pero hay otras variables psicológicas y de comportamiento con las que se ha relacionado. En principio, encontramos varios rasgos del espectro de la ansiedad en las personas con bruxismo. Por otro lado, Kuhn y Turp identifican cuatro factores de riesgo relacionados con este:
- Estrés emocional
- Consumo de tabaco, alcohol o café
- Síndrome de apnea del sueño
- Trastornos de ansiedad
Tanto en niños como en adolescentes, los autores relacionan las conductas bruxistas con alteraciones del comportamiento general y otras patologías del sueño.
Técnicas de tratamiento
Por un lado, contamos con los tratamientos tradicionales como el ajuste oclusal, utilización de dispositivos oclusales (férula nasal o placas dentales movibles) y la administración de relajantes musculares. Estos tratamientos pueden ser proporcionados por un odontólogo y su objetivo es corregir la oclusión que impide el correcto cierre de la mandíbula (orden de los dientes, forma de la mordida), así como atacar directamente los síntomas a través de dispositivos y medicamentos que los alivian.
Muchos autores sostienen que no hay un tratamiento específico y efectivo, Wilmont resalta los principales tratamientos abalados por la literatura científica:
- Splints (férulas): Es el método más básico de prevención. Su objetivo es impedir que los dientes se dañen con el desgaste del rechinamiento y reducir la contracción muscular.
- Fisioterapia: Se utiliza, básicamente, para reducir los efectos negativos.
- Psicoterapia: Es una pieza importante del tratamiento multidisciplinario. Específicamente, la terapia cognitivo conductual es utilizada para cambiar los patrones de comportamiento relacionados al bruxismo.
- Biofeedback: La biorretroalimentación consiste en informar al paciente sobre las respuestas psicofisiológicas de su cuerpo.
- Tratamiento farmacológico: Este tratamiento se utiliza siempre como complemento y no como componente principal si se quieren obtener resultados a largo plazo.