El perfeccionismo suele aparecer en la gente que tiene algún desorden de ansiedad o condiciones vinculadas con la salud mental.
El perseguir la perfección podría impedir la habilidad que tenemos cada uno de nosotros de ser auténticos.
El pensar críticamente sobre el perfeccionismo, podría brindarnos el entendimiento de los valores y miedos de cada uno y podría abrir el camino hacia una mejor auto-aceptación.
El perfeccionismo se caracteriza por un fuerte deseo de control, una tendencia a ser muy críticos de nosotros mismos cuando las expectativas no son alcanzadas. Y la creencia de que el valor de cada uno de nosotros está supeditado al desempeño en diversas áreas de la vida. ¿Te identificas con esto?
Ninguna persona que haya experimentado la prisión mental que es el perfeccionismo, sabe que puede ser muy demandante, aun así, suele ser minimizado o incluso, glorificado. Nosotros vivimos en una sociedad que suele reforzar en la gente el tener estándares altos. Esto nos hace a veces difícil el reconocer las muchas formas en cómo solemos ser injustos con nosotros mismos. Mientras que no haya un diagnóstico clínico de “perfeccionismo”, suele presentarse dentro de diagnósticos como Desorden de Ansiedad Generalizado (DAG), Desorden Obsesivo-Compulsivo (DOC), desordenes de alimentación, e incluso, dependencia de sustancias.
¿Qué es el perfeccionismo?
El perfeccionismo es una forma de pensar o actitud, donde tú sientes que tu valor como ser humano viene de tu desempeño en cierta medida, que tú has equiparado con el “éxito”. Para algunas personas, esos podrían ser grados o premios. Para otros, podría ser el tener un cuerpo “perfecto” o un refrigerador hermosamente organizado como para Pinterest.
Esa forma de pensar, suele mostrarse en individuos que son altamente sensibles, complacientes y buscadores del control. Esto nos lleva mentalmente hacia reglas y fórmulas que nos hemos inventado que esperamos nos permita tener control y validación. Desafortunadamente, esa búsqueda del control puede darnos la vuelta y controlarnos, manteniéndonos atrapados en una carrera hacia la siguiente oportunidad de validación. Entonces, tan pronto como se alcanza, la mente dice: “o. k., ¿Cómo te harás ahora más fuerte?” Por ejemplo, si pierdes unos cuantos kilos y tu cerebro se emociona, unos minutos después te dices: “¿Cómo vas a seguir perdiendo peso?” O si logras un ascenso en el trabajo y tu cerebro te dice: “o. k. ¿Qué sigue?” Nunca es suficiente. Nunca alcanzamos a aterrizar del todo. Así que solo seguimos persiguiendo y persiguiendo, nunca logrando sentirnos satisfechos.
Perfeccionismo reprime la autenticidad
Si alguna vez pasas tiempo con alguien que estaba enfocado solo en conseguir la perfección, tú lo habrías experimentado como cauteloso, juicioso o lejano. Él te habrá hecho sentir inadecuado, competitivo, o simplemente incapaz de conectar.
Eso es debido a que defectos y errores son partes universales de la experiencia humana. Estar vivo significa que siempre habrá momentos en los que te sientas caótico o imperfecto. En lugar de apresurar s esconderte o arreglar esos desperfectos, podemos reconocerlos como componentes naturales al estar en constante crecimiento, evolución, y dinámica individual. Te garantizo que lo que sea que no te genere emoción acerca de ti mismo, alguien más también lo ha padecido. Nuestros defectos nos permiten conectar con otra persona.
¿Qué sucedería si aceptaras las partes de ti mismo que son promedio o mediocres, en lugar de avergonzarte de ti mismo por ello? ¿Qué tal que pudieras reconocer que eres un ser multifacético con fortalezas y debilidades, cualidades que alguien podría valorar y otros rechazar, los rasgos personales que sirven como activos en unos escenarios y limitaciones en otros?
Si tú quieres vivir la vida en tu forma más auténtica, es importante el dejar de perseguir esos chispazos de validación. Ellos no son confiables de todas formas. Algunas veces, alcanzas una meta y te sientes fantástico, y en otras ocasiones tu alcanzas una meta y tu mente inmediatamente lo minimiza. Nunca te sientes satisfecho por más de un momento fugaz, desde que la vida inició y que te ha estado presentando nuevos retos cada día. Nunca logras alcanzar un destino donde sientas que realmente puedes descansar, donde te sientas como suficiente.
¿Cómo dejar de perseguir la perfección?
Si estás listo para deshacerte de la perfección en favor de la autenticidad, podrías iniciar explorando el propósito que dirige tu persecución. Si estás persiguiendo un puesto, ¿Por qué es tan importante ese puesto? Si se trata de peso o tamaño corporal ¿Qué te dice el cerebro que significa que tú alcances el peso o tamaño corporal que quieres? Piensa críticamente cerca de tus respuestas, porque ellas te informarán dos cosas muy importantes:
- Tus valores, las cosas que a ti te importan, como lo es la salud, la seguridad, la pertenencia o inteligencia.
- Tus miedos, las cosas que estás tratando de evitar, prevenir, o disminuir al alcanzar aquellas metas, como lo son el buscar que perciban en ti cierto estándar de belleza que te haga deseable, o el buscar un estatus laboral para evitar el sentimiento de incompetencia o inferioridad.
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Superar el perfeccionismo también significa reconocer las consecuencias negativas de estar lidiando constantemente con esos estándares irreales. ¿Cuánto te ha costado esa búsqueda de tu meta de peso? ¿Tu sueño? ¿Tu vida social? ¿Tu habilidad para disfrutar las comidas con tus seres queridos? ¿Lo que logras vale el sacrificio?
Cuando revisas lo que has perdido por el esfuerzo que has hecho para ser “suficiente”, podrías adquirir un poco de perspectiva al respecto. Reflexionar si vale la pena continuar dando toda tu energía a esos esfuerzos. También puedes decidir si serás más feliz a la edad de 95 cuando revises lo que fue tu vida, si hubieras dedicado tu tiempo y energía a hacer algo distinto.
Recuerda que tu habilidad para lograr ciertos estándares o metas, no refleja de ninguna forma tu valor como ser humano. Tú importas simplemente porque existes. Tus valores son los que te hacen especial y ellos son únicos y determinados por ti. A nadie más le toca decidir qué es importante para ti o cuál es la versión más real de ti.
Cuando dejas de intentar amarrar tu valor personal con algún estándar dictado desde el exterior o arbitrario, tendrás que visualizar otro estándar, u otras formas más significativas para validarte. Tu sentido de ti mismo no depende más de alcanzar alguna meta específica. En lugar de eso, serás capaz de dar un paso atrás cuando estás teniendo dificultades. Así como también el preguntarte a ti mismo. ¿Por qué me interesa tanto esto? ¿Es necesario que importe? ¿Qué implicaría que yo me quedara corto para cumplir con el estándar? Entonces, podrás reconocer que incluso cuando tú no logras la meta, tú seguirás siendo tú. No hay una cantidad de productividad que aumente o disminuya tu valor como ser humano.
Está bien descansar. Probablemente ya eres suficiente.
Psy. D. Paula Freedman