Migrar a los Estados Unidos siendo un niño alteró el curso de la vida de Javier Zamora.
Siendo un niño, Javier Zamora lo dejaron cuando sus papás huyeron de la guerra civil de El Salvador para irse a los Estados Unidos. Cuando él tenía 9 años, sus papás decidieron que era tiempo de que él se les reuniera. Entonces comenzó una migración traicionera. En lugar de dos semanas como se había planeado, su viaje se llevó nueve – a través de océanos y desiertos, sobornos y detenciones, hambre y sed, abandono profundo y conexión profunda. En su libro Solito, Zamora viaja hacia la mente de su pasado para compartir su historia.
¿La percepción de tu infancia cambió hacia una adultez?
Por mucho tiempo, cuando yo pensaba en esas nueve semanas, yo me pensé a mi mismo como un niño frágil, débil y pusilánime. Pero el escribir me permitió ver y recordar las cosas que este niño de 9 años haría. Había olvidado lo genio que tuvo que ser este niño para lograr sobrevivir.
En el viaje, pasé dos semanas con mi abuelo. El escuchar cómo habla mi abuelo al respecto ahora, me di cuenta que no había otra opción, no había otra forma de recordarlo. Mi abuelo intentó lo mejor que pudo para tener listo a este pequeño en un viaje imposible. Tenemos la creencia de que existe un animal con forma de perro y cuernos de chivo y todos tienen uno que le protege. Mi abuelo me dijo que yo también tenía uno. Ese fue su manto de protección -un regalo metafísico casi religioso. Otra cosa maravillosa que él me enseñó fue cuánto tiempo se lleva una puesta de sol, al posicionar la mano en mi frente alineado al sol.
Cuando llegué a los Estados Unidos, mis padres inmediatamente me dijeron que no le dijera a nadie de mi viaje porque todos éramos indocumentados. Tenía que mentir, decirle a la gente que había nacido en Estados Unidos, aprender inglés lo más pronto posible y perder mi acento. Estas son las tácticas de sobrevivencia que llevaron a esta historia al fondo de mi cerebro. Me pidieron que borrara la gente con la que viaje, que se había convertido en mi segunda familia. Me dijeron que me olvidara de ellos.
Ahora estoy trabajando con un terapeuta y eso ha cambiado. Estamos haciendo el trabajo de comprender que esa soledad es una de las tantas capas que me dan forma. No se va a ir, pero puedo intentar entenderlo de forma que no me quiten mi vida. Entiendo cómo me siento de alguna forma, pero no debería de no quererme o creer que no merezco el amor.
https://www.psychologytoday.com/intl/articles/202303/an-impossible-journey
Por Abigail Fagan