La vida no tiene sentido

Reconociendo lo absurdo de la existencia.

El ser humano es una creatura buscadora de sentido. Todos añoramos que la vida tenga sentido.

El mundo no puede ni va a satisfacer nuestro deseo de entendimiento.

Al reconocer nuestro predicamento y asesorarnos honestamente de la tragedia de la existencia, podemos aprender a superarlo.

En el Mito de Sísifo, Albert Camus habla de la división que existe entre lo que el ser humano quiere y lo que el mundo le ofrece. “El deseo más profundo de nuestras mentes” él escribe,” es la insistencia por lo familiar, un apetito por la claridad.”

Aun así “el mundo en sí mismo no es razonable”. No va a satisfacer nuestra nostalgia por humanidad. No nos ayudará a resolver nuestras demandas de que todo debe de tener sentido.

Seres humanos son creaturas en búsqueda de sentido. Nuestras mentes perciben una red compleja de causas y efectos en nuestro mundo, y como resultado, esperamos encontrar las causas en todo.

Muy seguido, nuestra expectativa es lograda y descubrimos los orígenes de los eventos que en un inicio pareciera caótico. Este es el brillo del método científico -nos enseña a trabajar desde lo que traemos de nuestra experiencia (los datos de la percepción) a lo que solo podemos percibir indirectamente (los eventos que dieron crecimiento a los datos en primer lugar).

Y es debido a que nos hemos acostumbrado a percibir orden, lo solemos proyectar, generando explicaciones donde no las hay. Cuando una calamidad nos sucede, caemos en clichés. Decimos “Todo sucede por una razón” o “El universo tiene un plan”. Cuando un ser amado muere, insistimos en “Ella está en un mejor lugar” o “Él está finalmente en paz”. Cuando una relación termina, decimos “Hay más peces en el mar” y cuando no logramos nuestras metas, insistimos en que: “Una puerta se cierra para que se abra otra”.

Si encontramos en estas frases un reaseguramiento, es debido a que satisfacen nuestro deseo de que las cosas tengan sentido. El mundo, ellos sugieren, es racional. Puede ser comprendido. Puede ser sometido.

Nuestras vidas no estás sujetas a las diversas oportunidades y ocurrencias que surgen de la nada y caen sobre nosotros sin razón. Un caso ciego no dicta nuestro destino. Las cosas funcionarán para nosotros. Hay un plan.

Pero pregúntate a ti mismo:

¿Cuál es el significado de golpearte un dedo?

¿Cuál es la lección de tirar una bebida o perder unas llaves?

¿Cuál es el sentido de un pellejo?

¿Cuál es la lógica detrás?

Si todo sucede por una razón, ¿cuál es el sentido de cortarte con un papel?

¿Cuál es el sentido de infinidad de dolores, tedio, humillaciones e inconvenientes que maquillan nuestra vida diaria?

Más para el punto, ¿qué significado tiene deducir del sufrimiento -intenso e inagotable- que ha sido padecido por los pobres y los más desafortunados en este mundo desde tiempos inmemorables? ¿Qué orden pudiera ser descifrado en una existencia que incluye padecimientos como el hambre, la enfermedad, la angustia mental y la muerte?

Esta confrontación entre lo irracional del mundo y “la nostalgia de claridad que llama en el corazón humano”, que, de acuerdo con Camus, es la causa de lo absurdo de la vida. No somos seres que añoran por explicaciones, no nos sentiríamos profundamente descontentos como es la condición humana. Pero lo sentimos. Lo combatimos todos los días.

La existencia humana está marcada por el absurdo entre lo que esperamos y lo que obtenemos. Nosotros queremos lo que nunca podremos tener y nos aturdimos cuando nuestros deseos son reprimidos.

Entonces ¿qué podemos hacer acerca del absurdo de nuestra situación? ¿Cómo debemos de vivir?

Para Camus, el logro de la existencia humana recae en la habilidad para hablar honestamente sobre nuestro predicamento sin caer en las ilusiones o las evasiones. Para mantenernos lúcidos y “llamemos las cosas por su nombre”, el dice en “La Crisis Humana” de 1946, es el primer paso hacia la superación que suele acompañar la aceptación de que nuestros deseos más profundos se mantendrán insatisfechos.

Más que eso, dicha honestidad representa una rebelión en contra de la importancia de nuestra posición. Cuando admitimos nuestro destino y nos negamos a sucumbir ante él, nos liberamos de la negación de la ansiedad que se pudiera generar. Como el estudiante de Camus Jean-Luc Beauchard escribe: “El significado nace de la revolución de la consciencia humana en contra del sinsentido de la existencia”.

https://www.psychologytoday.com/us/blog/our-human-condition/202401/life-doesnt-make-sense

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