La innata inteligencia observada en el proceso de morir

Remarcando a la muerte como una inteligencia inherente corpórea.

  • En la mayoría de las situaciones de muerte, la duración de la muerte de la persona está relacionada solo con ellos y no tiene nada que ver con las necesidades de otros.
  • El proceso de morir tiene una inteligencia antigua que es tan vieja como la vida misma y no necesita de nada del mundo exterior para que funcione.
  • Aquellos que están muriendo están inmersos en su propio mundo y rara vez piden permiso de otros.

Sandra salió de un cuarto hogareño donde su padre estaba acostado, ahora cómodamente, muriendo.  Él no había comido o tomado líquidos por varios días ya y aunque él estaba inquieto desde un día antes, ahora él estaba bastante cómodo. Él estaba, como decimos en el hospicio, muriendo activamente.

Desde mi perspectiva, él estaba exactamente donde debía de estar, en paz, su cuerpo parecía relajado, respirando cómodamente, ojos cerrados, estomago plano, extremidades quietas con un aire de calma certera que predice la probabilidad de una “buena muerte”. Como sea, Sandra parecía el polo opuesto de su padre. Ella estaba muy triste, en duelo y emproblemada por lo que estaba viendo y quería saber por qué.

Permiso para irse

Hablamos afuera del cuarto mientras ella describía la culpa que sentía hacia su papá. Ella estaba llorando. “Le he dicho que se puede ir, que puede seguir e irse en paz. Nosotros estaremos bien”, le dije, “papá, por favor no te preocupes por mi o mi hermana…te puedes ir,” decía mientras sus lágrimas seguían corriendo, “pero no te detengas por nosotras”. “Le estaba dando permiso para irse, para dejar su cuerpo y dejar este mundo, pero, a pesar de mis plegarias o aseguramiento, él sigue viviendo así”, ella me decía. “Él no está viviendo ni muriendo sino solo “permaneciendo ahí” y no entiendo por qué? ¡Por qué no puede solos implemente irse!, lo dice mientras ella llora de forma intensa con su cabeza baja en agonía y confusión.

Yo entiendo lo que ella estaba viviendo y lo he estado reflexionando últimamente, dado que ella no fue la única pariente que vivió esta angustia de culpa por tomar la responsabilidad de que un ser querido no muera. El problema, como yo lo veo, es cultural/espiritual y un pensamiento amoroso dentro de una consciencia popular que ha ganado un seguimiento significativo entre aquellos que están en la víspera de perder a un ser querido. No quisiera voy a hablar mal del concepto, pues estoy seguro que son esos momentos cuando una liberación verbal de un ser querido es todo lo que se requiere para morir. Aun sí, la mayoría de las situaciones de muerte, el tiempo que la persona se toma para morir depende únicamente de ella misma y no tiene nada que ver con las necesidades de los otros.

Mi meta es que pueda permitir a los miembros de esa familia quienes están profundamente preocupados por sus seres queridos, a ser liberados de sus agonías y ser absueltos de la responsabilidad de la muerte de su ser querido. Es mi creencia y observación que el proceso de morir tiene una inteligencia antigua que es tan antigua como la vida misma y no requiere de nada del mundo exterior para que funcione.

Una inteligencia innata

Nosotros nos referimos típicamente a la inteligencia como intelecto, para denotarla como una habilidad consciente para usar la mente a través del análisis, pensamiento y percepción. Incluso podemos decir que podemos entrenar nuestras mentes para mejorar nuestra habilidad para discriminar, analizar y procesar la información para incrementar nuestro ancho de banda mental, de forma que nuestras mentes puedan continuar su evolución hacia un nivel de capacidad más alto. Tal vez una mente así debería de ser distinguida como inteligente o brillante. Ese tipo de inteligencia es definitivamente buscada y muchos de nosotros quisiéramos mejorar nuestra habilidad para usar nuestras mentes, pero la inteligencia que quiero discutir aquí está muy lejos del alcance de nuestra habilidad consciente usando el intelecto para ese propósito. La inteligencia que yo percibo en aquellos que están muriendo es una capacidad innata que el cuerpo ha desarrollado a lo largo de las eras de nacimientos y muertes como seres vivos biológicamente.

Un infante recién nacido no tiene la habilidad para procesar conscientemente la información. El proceso se desarrolla mucho después, pero lo que un infante sí puede hacer es descansar en el instinto hereditario que domina su mente y cuerpo novato para el propósito de ser lanzado a la vida. La inteligencia a la que yo me refiero es la arraigada programación genética que hace que el infante tome su primer aliento, llore, tirite, tiemblen sus brazos y piernas y voltee su cabeza hacia el pecho para tomar su primer alimento. Tenemos relegada en nuestra cultura esta inteligencia al concepto médico de “reflejo”, pero no deberíamos de ser tan caballerosos reduciendo el impacto de una programación innata dentro de un ser vivió, como un mero “reflejo”.

Lo que nosotros observamos en un reflejo es una inteligencia profunda e innata que se manifiesta a sí misma inmediatamente al inicio de la vida del infante. Yo planteo que la inteligencia innata vista en un recién nacido es solo un ejemplo del profundo impacto de esa inteligencia durante el ciclo de la vida. La inteligencia innata del cuerpo de varios sistemas fisiológicos, como lo es el sistema nervioso, endócrino, inmune y digestivo, todos ellos críticos para preservar la vida. Por extensión, no hay razón para creer que la misma inteligencia no está presente en nuestra muerte, al final del proceso de vivir.

He sido enterado de muchas muertes como doctor que trabaja en un hospicio y he sido testigo del proceso de morir muchas veces y aunque por supuesto existe la variación individual, hay un patrón definido que puede ser observado. La gente se queda inexplicablemente exhausta y se alejan socialmente – señales que dejan ver un proceso interior del cuerpo apagándose. El apetito disminuye y después desaparece completamente debido a una completa falta de interés en el alimento. A menos de que exista un dolor agonizante, respiración limitada o delirium, el cuerpo va más allá en lo interno y preferirá dormir más que estar despierto.

Conforme progresa el proceso de morir, los cambios fisiológicos en el cuerpo se manifiestan. La respiración se convierte en errática, la orina se detiene y el color de la piel también cambia. La necesidad de dormir del cuerpo, sepulta a la consciencia mientras la mente y el cuerpo descienden hacia su viaje final a casa. El cuerpo se rinde a la inteligencia de la muerte. La muerte está ahora en control. La inteligencia arcaica de la muerte está dominando.

Experimentar el proceso de morir de un ser querido es una experiencia profundamente intensa, una que deja una impresión imborrable en el corazón y la mente. Algunas veces en la fase activa del morir, la persona permanece un poco más de lo que tú consideras aceptable. Es natural el preguntarnos por qué, surgiendo así la posibilidad de que aquel que está muriendo necesita permiso para irse. Si tú has dado ese permiso y ellos permanecen, no seas egoísta, no se trata de ti. No te enganches.

Autor: Daniel Miller

https://www.psychologytoday.com/intl/blog/end-of-life-matters/202302/the-innate-intelligence-observed-in-the-dying-process

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