Todos sabíamos que papá tenía un problema con el alcohol. Él era un abogado razonablemente exitoso. Él trabajaba muchas horas. No éramos ricos, pero tampoco carecíamos de nada. Todos los días papá vendría a casa después de su práctica, usualmente comía algunas sobras del refrigerador y después se sentaba en su reclinable frente a la televisión. Una mesa a un lado del sillón, sostenía su botella de Bourbon y un vaso. Algunas veces él se paraba a ponerle algo de hielo a su vaso, pero usualmente, lo tomaba derecho. Él era lo que yo llamaría un “sorbero”, pues él le daba un sorbo a su bourbon hasta que se quedaba dormido. Entonces mamá lo despertaría y después se iba a su cama.
Yo no recuerdo a ninguno de nosotros hablar del alcoholismo de papá. Y era mucho más incómodo decirle algo a él. Estoy segura de que a mi mamá no le gustaba ese hábito, pero yo recuerdo una vez que él se paró y dijo que iría a la licorería. Él estaba obviamente ya intoxicado. Mi mamá fue en su lugar, y después de eso, ella siempre mantuvo algo de bourbon en la alacena.
Esta familia ha sido catalogada como cómplice en el desorden de abuso de alcohol de este hombre. ¿Pero es eso en realidad lo que sucede? Tristemente, así es como muchas de nuestras personas y hombres más queridos piensan de si mismos y de otros, cuando están en tratamiento o en rehabilitación. Como un papá de un adolescente lo propuso: “Yo salí de una sesión pensando que yo era responsable del problema de adicción de mi hija”.
Abuso de sustancias y adicciones
El abuso de sustancias y adicciones, han sido por mucho tiempo visto con estigma en nuestra sociedad. Mucho de ese estigma puede ser atribuido a la creencia precientífica que las adiciones no son un desorden complejo bio-psico-social que ahora creemos que es, más que síntomas de un carácter débil o deficiente. En otras palabras, las personas con adicciones fueron consideradas por mucho tiempo, como individuos que carecían de moral y voluntad. Poco sorprende que esas familias estaban reacias a admitir que tenían a un miembro que tenía un problema de alcohol o de drogas.
Aunque el estigma que estaba asociado al abuso de sustancias y adicciones ha disminuido, en respuesta la gran publicidad que se ha hecho sobre el origen real de las adicciones. Junto con esto, es importante reconocer el hecho de que muchas personas influyentes han salido a reconocerlo, de forma que se reconoce que no está extinto. Entonces el estigma persistente, puede ser una razón por la cual el desorden de uso de sustancias puede tener un velo en conspiración con el silencio que ocurre al interior de las familias.
Un segundo factor que está en juego, es el rol prominente del miedo, como motivante de dichos problemas. Es el miedo a las represalias por la persona que abusa del alcohol. Por ejemplo, la madre que se describió anteriormente, estaba sin duda preocupada por lo que le pudiera ocurrir a su marido si lo hubiera dejado salir y que manejara ebrio. También pudo ella creer que no tenía opción.
Otro ejemplo
Un hombre de 55 años explicó a su consejero que su hijo de 25 años era un alcohólico severo que no podía mantener un solo trabajo, y seguía regresando a casa cada vez que era despedido. Entonces él les pediría dinero prestado, que su papá sabía que nunca recuperaría. Él también se había divorciado, con un hijo pequeño, pero él no contribuye con el mantenimiento de su hijo debido a que siempre que él tenía dinero, lo ocupada en comprar licor.
El consejero señaló el conflicto de si el papá debería de considerar el no permitir que su hijo regrese a la casa, el negarle dinero, o posiblemente ambos, con la idea de que esto pudiera motivar al hijo a buscar un tratamiento para su problema de abuso del alcohol. El papá respondió que él había tenido otro hijo, siete años más joven, que había muerto a una temprana edad de cirrosis en el hígado.
A pesar de los riesgos obvios que involucran el que se mantenga apoyando a su hijo, el padre de una forma muy clara dijo al consejero: “No quiero perder a otro hijo, y tengo miedo de lo que podría pasar si lo corremos.” En este caso, el miedo a las consecuencias potenciales, colocaba a este padre en un difícil nudo.
Siendo honestos
Rechazando esta idea de que de alguna forma ellos son la causa del desorden de abuso de sustancias, cambia la dinámica en la familia y abriría una puerta para los seres queridos de convertirse en los inversionistas y colaboradores del proceso de recuperación. Sucede en gran parte, cuando se levanta la nube de culpa que rodea a los seres queridos de los adictos. Dicho eso, la persona que abusa de las sustancias también tiene un rol a seguir en este cambio de dinámica.
Joseph Nowlnskl Ph. D.
You Are Not Responsible for Your Loved One’s Addiction | Psychology Today