LAS DROGAS QUE ALTERAN LA CONSCIENCIA ESTÁN AQUÍ PARA QUEDARSE

¿Podemos nosotros tener una charla franca sobre drogas que confunden?

El Renacimiento Psicodélico es algo mucho más grande que las intervenciones terapéuticas exitosas.

La afición de alterar nuestra consciencia es profunda y siempre ha estado presente en la historia del hombre.

Estudios muestran que estas drogas terapéuticas son prometedoras para enfermedades y aflicciones como el DSPT, depresión y cáncer.

La notable popularidad del renacimiento psicodélico en los Estados Unidos de América contemporánea, es una gran inversión de fortuna para esas drogas para cualquiera que esté familiarizado con la primera explosión de interés en ellas entre las contraculturas de los años 60’s. Autor, y ahora un “viajero” famoso, Michael Pollan informa al público sobre “Cómo cambiar tu mente” en su libro del mismo título y junto con la compañía de Netflix en su serie, al absorber las drogas él mismo, por el bien de nosotros, por supuesto.

Pollan y otros están haciendo un gran servicio en sus roles de ser líderes de la revolución psicodélica al dar lugar a una discusión pública sobre qué tan inadecuado es nuestro lenguaje al darse a la tarea de comprender totalmente la fuerza y poder de las drogas en nuestras vidas. Los medios que difunden a estas drogas, así como la obsesión de la cultura popular en ellas, el cambio de su estatus legal, así como las extraordinarias riquezas que generan al punto de lograr un dramático cambio del paisaje cultural, uno con mayor acceso a sustancia psicoactivas. La verdad es, las drogas están por todos lados, y están siendo consumidas por casi todos por diferentes razones.

Entonces, ¿qué es nuevo? Enfrentemos este dato innegable: La afición para alterar nuestra consciencia es profunda y ha estado siempre presente en la historia de la humanidad. ¿Por qué sucede eso? ¿Por qué la gente quiere tomar drogas para terminar con su consciencia normal y su percepción de la realidad y experimentar algo que los lleve fuera y más allá de los estados del ser que le son familiares? ¿Es esta una conducta evolucionada como algunos han discutido, tan primitiva como la necesidad de comer y sexo o talvez, atado de alguna forma a las acciones de un primate que cambió el curso de las sociedades humanas y el desarrollo cognitivo?

De donde sea el origen de alterar intencionalmente la consciencia humana, reside en las metas, los descubrimientos y los “viajes” dichosos de éxtasis, que podrían ser parte de la experiencia. En la otra mano, los cambios físicos y neurológicos podrían ser más sutiles, con alteraciones menos extremas en sentimientos y sensaciones corporales que aún logran impresiones significativas en las personas.

Cualquiera que sea el caso, el contraste entre la consciencia normal y las experiencias diarias y el estar en un estado mental con experiencias que modifican la percepción ordinaria, puede llevar a transformaciones de la identidad personal, afiliación comunitaria y orientación cósmica. Las drogas psicotrópicas generan un impacto en la química del cerebro y las funciones del cerebro, activando cambios en la consciencia, así como en las experiencias subjetivas que van desde lo místico hasta lo miserable.

Las motivaciones, aprendizajes y tradiciones alrededor del consumo de drogas son variados y de amplio rango. Resulta difícil, o terco, asumir que el propósito de su consumo es siempre singular, específico y puede ser cuidadosamente compartimentado. ¿La gente usa las drogas que alteran la mente solo como un tratamiento médico para sufrimiento físico, emocional o psicológico? ¿O tal vez lo hacen solo por propósitos recreativos o sentirse bien o drogado? En la otra mano, talvez el tomar ciertas drogas, en ciertas circunstancias, pueden llevar al crecimiento espiritual y conexiones.

Las categorías familiares que son empleadas en las discusiones de por qué la gente usa drogas –“medicinales”, “recreativas” y “espirituales”- no son útiles cuando se clasifica algunas que llevan a la gente a buscar sustancias que alteran la mente. Pero ellos están también de alguna forma limitándose conceptualmente, cuando niegan la realidad caótica; que estas categorías no son mutuamente exclusivas y permiten que se den empalmes y combinaciones. Adicionalmente, mientras que los peligros de la adicción pueden ser destructivas y mortales, la categoría de “adicto” en un marco conceptual dominante en la cultura popular, es exagerado e informa con datos tergiversados y actitudes racistas, con intenciones de oscurecer más que esclarecer la compleja naturaleza de nuestros fuertes deseos de drogas.

Algunas de las actuales drogas, uno podría incluso referirse a ellas como “drogas milagro” -algo que hemos escuchado anteriormente en la historia de la medicina- dirigiendo el renacimiento psicodélico, como la psilocibina o MDMA, han adquirido ya un aura de respetabilidad debido a su reciente y popularizada incorporación en la investigación controlada y los experimentos. Las promesas terapéuticas de estas drogas hacia un amplio rango de enfermedades y aflicciones como el DSPT, depresión, cáncer, etc., es claramente evidente en los estudios científicos y cobertura mediática de pacientes que tienen permitido participar en ellos.

Lo que resulta menos claro es qué hacer con ellas, cómo medirles el componente místico, el cual es espiritual, ante la falta de una mejor palabra. El tratamiento es aparentemente valioso y efectivo tanto por razones espirituales como medicinales y hace que surjan preguntas no solo sobre la debilidad en cómo categorizamos y hablamos del uso de drogas, pero también sobre cómo los cambios biológicos y las sensibilidades religiosas pueden trabajar juntas en la sanación de un cuerpo y una mente. Aumentando esta clase de preocupaciones y desvaneciendo este tipo de limitaciones puede hacerlo especialmente volátil cuando “el lugar y la preparación” de estos estudios están determinadas por reglas científicas, mentalidades y medidas.

Fuera de ese escenario en particular, cualquier número de contextos históricos y contemporáneos ofrecen la misma conclusión: La gente consumirá sustancias psicoactivas por razones holísticas que incluye la búsqueda de placer y buenas sensaciones, la cura de dolencias del cuerpo y la mente y por conexiones trascendentes y orientaciones, ya sea al mismo tiempo o de forma separada, coincidiendo en formas.

Las coincidencias pueden encontrarse en el crecimiento de ceremonias religiosas del cacao, la integración del cannabis en servicios cristianos y en estilos de vida, en las actividades de los simposios de la antigua Grecia o a través de la historia del consumo del café o durante las ceremonias nocturnas del peyote, o incluso en las experiencias de éxtasis de los participantes en un festival típico de música electrónica.

Necesitamos reconocer y mencionar los peligros de estas drogas, pero podría ser también útil el reconocer el reto lingüístico y conceptual de la presencia ubicua de las drogas que alteran la percepción en nuestras vidas. Ya sea como altamente venenoso, pero también un alterador de la vida potencial, con poderes que podrían incluso ser entendidos como sagrados.

Aunque es atractivo y pareciera domesticado, el renacimiento psicodélico es realmente solo la punta de un arpón psicoactivo y mientras más profundo penetre en la cultura, más nos daremos cuenta cómo es de revolucionario este renacimiento para el futuro de la medicina, la psicología y la religión.

https://www.psychologytoday.com/us/blog/religiousness/202208/mind-altering-drugs-are-here-stay

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